C11: Saldremos de esta

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Pasamos la noche mirándonos uno al otro, sonriéndonos como dos enamorados en sus primeras semanas saliendo, cuándo pasábamos al lado del otro, le besaba la mejilla, o le susurraba un te quiero, o le acariciaba el cabello. Diana no hacía más que mirarme furtivamente y sonreír con una mueca dulce y tímida.

Esa noche, en medio de la fiesta, mientras fotografiaba a esa pareja que recién comenzaba su camino, llenos de sueños, encontré mi verdad, estaba profundamente enamorado de mi ex esposa, había dado una larga vuelta para entenderlo, había tocado fondo, y ahora estaba saliendo a flote, porque veía una pequeña esperanza de recuperar mi vida y a la mujer que le daba sentido a ella.

Volvimos a casa agotados, nos lanzamos a la cama y caímos rendidos, durante parte del proceso del matrimonio nos filmó la producción, pero jamás noté cuando se fueron, ya nos habíamos acostumbrado a las cámaras lo suficiente como para olvidarlas y hacer nuestra vida normal.

Cuando desperté Diana aún dormía en mis brazos, me deslicé suavemente y fui hasta la cocina a preparar desayuno. ¿Cómo ahora podía valorar tanto algo tan simple como dormir en la misma cama? Tenía ganas de agradecerle, quería aprovechar cada momento hasta el fin del programa, tenía hasta entonces para convencerla de volver conmigo.

Diana estaba sentada encendiendo la Tv cuando regresé, le sonreí y coloqué la bandeja sobre la cama, me miró como examinándome.

- ¿Cuál es el plan para hoy? -Preguntó.

- Bueno, tengo que ir a por las fotografías, un lindo álbum, revelarlas, de vuelta en casa, subirlas a la nube, enviarles digitalmente las copias. Luego de eso, ya está, soy tipo libre.

- Estaba pensando, ahora mismo ambos estamos sin trabajo, pero tenemos algo muy valioso... tiempo ¿Hay algo que quieras hacer?

- ¿Aparte de hacerte feliz y volver contigo? -Respondí sonriendo, pero mi sonrisa se esfumó de inmediato con la expresión de Diana.

- ¡Ay Osvaldo! ¿De qué estás hablando? Tú deberías buscar a otra persona que hacer feliz.

- Pero yo te quiero a ti. -Repliqué.

- ¿Y qué hay de lo que yo quiero?

- Siento que tú aún sientes cosas por mi y no quiero alejarme de eso, te sigo amando, y quiero reparar esto.

- Aún te quiero, fuiste mi esposo por muchos años, pero quiero estar sola.

Esa tarde tras hacer mi cosas no supe en qué momento salió Diana, sólo sé que volvió decaída, se acostó a dormir toda la tarde, y así fue el resto de esa semana, salía y volvía agobiada, estuvo con vómitos, pero ningún día, me dejó llevarla al hospital, me sentía preocupado.

Los días que pasaron ella comenzó a guardar cosas en cajas, como si fuéramos a mudarnos, no quise hacer preguntas, pero supuse lo que pasaba, iba a vender la casa y sería el acto simbólico definitivo, separarnos de la casa, dividirnos la cuota y adiós a lo último que nos une.

Tras su salida del día viernes, revisé una caja que anunciaba "Para eliminar", en ella había agendas, algunas fotografías de nosotros que guardé en mis cosas y un fardo de hojas de colores con poemas de Neruda, Bécquer, y no recuerdo quién diablos más, todos terminaban con una "S" ¿Cómo dijo que se llamaba? ¿Simón? No, era... Samuel. Luego encontré otros poemas, el papel era distinto, era más suave y brillante.

- "Imaginar el roce de tus labios mi piel eriza,

podría pasar la noche en vela en la curva de tu risa,

Matri-vorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora