C13: Final parte I

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El sol entraba por la ventana, Diana me observaba desde una silla el sol le daba en la espalda desnuda, sostenía una taza de café y se mordía el labio. El vapor de tu taza hasta el techo, pero cuando llego hasta a ella es como un espejismo, mis dedos la atraviesan, la imagen se desvanece, pero el vapor de su taza sigue, comienzo a buscarla desesperado. Despierto asustado, ella duerme a mi lado, me apego más a ella y suelto un gran soplido.

Comencé a recordar nuestra primera luna de miel, nos reímos tanto cuando la tomé en brazos para dar la entrada de forma clásica, y una de las puertas era de vaivén y me dio en la espalda, yo me la rompí del golpe y Diana riéndose de mí. Creo que me dormí recordando.

Soñé estando en un lugar que me era conocido en el sueño, pero la parte racional de mi cabeza sabía que nunca estuve ahí, Diana y yo paseábamos de la mano, eso sí se sentía como un déjà vu, porque esa perspectiva la había tenido muchísimas veces. El calor de su mano se sentía real, giré la cabeza para besarla, se colgó de mi cuello y me abrazó.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? -Preguntó. -Es como si no me hubieras visto en años.

Su corte de cabello, ese brillo en sus ojos, era mi Diana, la que aún confiaba en mí, la que junto a mí tenía todos sus sueños. ¿Cómo no me di cuenta? Esto también era un recuerdo, en nuestro noviazgo, estuve unos meses trabajando afuera, casi no salía del hotel en que me quedaba, y un día Diana vino y me sorprendió, salimos a dar una vuelta.

- ¡No te he visto en semanas! -Le respondo, no puedo cambiar mis palabras, este recuerdo es como una película.

- ¡Mira! Un colibrí. ¿Sabías que pueden batir sus alas hasta 80 veces por segundo y realizar hasta 500 respiraciones por minuto? Son tan pequeños y hermosos.

- Me encanta cuando me das lecciones...

- Pues tengo más, cuenta una leyenda maya, que cuando todas las cosas fueron creadas, faltaba alguien que llevara los deseos y pensamientos de un lado a otro. Los Dioses, no tenían más barro, ni maíz, así que tomaron una piedra de jade y con ella tallaron una flecha muy pequeña. Al terminarla soplaron sobre ella y esta salió volando. Y entonces ya no fue más una piedra, crearon al x ts'unu'um, el colibrí. Tan frágil y ligero, podía acercarse a las flores más delicadas, sin siquiera mover un pétalo. Un día, un hombre quiso atraparlo, los Dioses enojados, dijeron: Si alguien se atreve a atrapar un colibrí, este morirá. Y así fue como se respetó la libertad del ave, que tiene la importante misión de llevar los pensamientos y deseos del hombre.

- ¿Entonces este colibrí podría estar aquí traído por un pensamiento? -Asintió. -¿Y también podría marcharse llevando un deseo? -Volvió a asentir.

- Teniendo en cuenta que se trata de una leyenda.

- Deseo que dónde sea que estemos, siempre nos llevemos al otro en el pensamiento, como si nuestros corazones fueran colibríes.

- ¡Se marchó! Se llevó tu deseo Osvaldo -Sonrió de una forma hermosa. -Te extrañé mucho. -Se volteó para verme a los ojos, le brillaban con cierta nostalgia.

- No quiero volver a separarme nunca más de ti Diana, no puedo soportarlo.

- ¡Basta! Suena como propuesta de... -La miré con curiosidad, pero asentí, era justamente lo que iba a decir. -En otro momento, en otro momento Osvaldo, hablémoslo en otro momento.

- ¿Y si no hay otro momento? -Tomó mi mentón y me besó en la garganta.

- Tenemos la vida entera -Me miró con seguridad. -Cuando vuelvas iremos a nuestro parque, me pedirás que sea tu esposa y aceptaré, vamos a casarnos y amarnos toda la vida.

Matri-vorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora