Capítulo 33

40 5 0
                                    


¿Era inteligente? No lo creo, ¿Estaba siendo un idiota? Probablemente, ¿Cometeria alguna locura? Claro que sí.

Si la necesitaba, ¿Por qué fingir que no lo hacía? Mis amores han sido mentiras, y mas con Hillary, ¿Cometeria el mismo error? No lo sabía y debía probar.

Odiaba verme débil, lo sigo odiando y menos al frente de ella, siempre he sido su sostén y que ahora este emocionado por verla dos segundos más me dejaba bastante desprotegido.

Desearía que se quedase conmigo pero sé que es pedir mucho y que ella ya me olvidó... quisiera yo también olvidarla y seguir adelante. Aclarar mis ideas sobre lo nuestro y se lo diría.

Tomé aire, sacudí mis brazos y entre en escena.

La agarré desprevenida porque estaba tomando unas galletas de la alacena de la cocina del lugar. Su cara era lo que más risa me daba.

—No me mires así, en México no hay de estos. —Sacudió el paquete y lo guardó donde estaba.

Ahogué una risa y comencé con mi discurso.

Abrí la boca pero nada salía, volví a intentarlo, pero tampoco. Me miraba expectante, esperando que yo dijera algo, pero se veía tan bonita con su blusa azul.

—Gracias, he olvidado mi discurso por tu culpa. —Puse mis manos sobre mi cadera y ella suspiró.

—Realmente no sé porqué me trajiste a aquí. —Iba tomando sus cosas y con una mano la paré.

—¡Espera! Por favor, sientate. —Rodó los ojos y se volvió a sentar.

—¿Ahora qué?

Quería pensar algo, inventar algo que me fuese fácil para poder hacer que se quede, conmigo, al menos un tiempo más, que, como dice la canción, finja que me ama para asi poder continuar... ¡Eso es! ¡JA! Cameron no es el único con buenas ideas.

—Necesito que me hagas un favor y te dejaré sola por siempre. —Desvió la mirada y volvió a mirarme esperando que prosiga. —Hazte pasar por mi novia.

—¿¡Que dices, Shawn!? —Se levantó de referente y exaltada agito sus manos sin saber que decir.

—El mundo ya me vio contigo, deja quedarme un poco... quiero decir, que mi fama suba, obvio. —Cruzó sus brazos.

—No.

—Puedo mandarte gente a que te vigile las 24 horas del día y acosarte por internet, y no, no puedes denunciarme, tengo money. —Bufó.

—¡Oye! —Gritó enojada.

—¡Money dije! —Me insulto a regañadientes.

—Esta bien, pero las cosas se harán como yo diga. —Sonrió maliciosa.

—No.

—Vamos, Shawny, please. —Se puso de morros.

—Pero es mi cama. —Reproché.

—Pero puedes quedarte en el sofá. —Chasqueó la lengua.

—Bien, ¿Que sigue? ¿Comprarte ropa?

—No es mala idea.

Esta mujer me iba a dejar pobre y en la calle.

Una vez mas me estaba volviendo loco, una vez mas estaba metiéndo en territorio desconocido y lo único que hacía era someterme a tal peligro por una mujer.

Fingir no extrañarla sería fácil si ella finge ser mi novia, aunque ya lo es, pero ella no lo sabe, en realidad, ya tenemos fecha de casamiento y todo, pero planeo que sea sorpresa.

Nada pasaría, era una mujer dura, era casi imposible corromperla y eso fue lo primero que me atrajo hacia ella. Había visto todo de ella, nada me sorprendería, por lo tanto, no lo veo tan difícil.

Tomamos el primer vuelo hacia los Ángeles y volvimos a casa, los paparazzi's estaban como locos al enterarse de mi gran escena con mi ahora novia. Perdón, esposa.

Los guardaespaldas nos protegían de las cámaras y de los apretones, todos preguntaban tantas cosas que apenas podía procesar lo que pasaba. Cambié mi mirada hacia mi acompañante y estaba sonriendo de oreja a oreja, eso me hizo sonreír también, hace tanto no la veía.

—¡Shawn, Shawn! —Un hombre canoso de unos 50 años puso el celular en mi boca mientras preguntaba. —¿Desde cuando están juntos? ¿Por qué volvieron?

—Desde hace ya dos meses. —Respondi con inercia.

—¿La amas? —Típica pregunta.

—Por ella estoy haciendo las locuras más grandes. Si eso no es amor, entonces no sé lo que es. —Mi vista viajó hacia sus ojos, los cuales me observaban absortos por la verdad, conocía esa mirada.

Al llegar al departamento soltó sus cosas y tomó su cabeza en un gesto nervioso, incliné la cabeza mientras fruncía el ceño.

—¡No puedes hacer las cosas tan rápido! —Protestó.

—Ya lo he hecho, ve a dormir, damisela. —Me incliné haciendo una reverencia juguetona y salí de la habitación saltarín.

—¡Te odio tanto Mendes! —Abrió la puerta de mi habitación con fuerza. Al verme semidesnudo desvió la mirada. —Oh... lo siento.

Iba a ser un largo tiempo bastante divertido si las cosas iban así y si tenía la suerte, volvería a enamorarla, tiene que haber una forma de que me vuelva a querer como antes.

Luego de que ella se fuera me acosté sobre mi cama, pero no me  dormí. Los sucesos me rompían la cabeza en dos y a la vez me obligaban a tener intriga. Recordé su rostro una vez más, pero sabía que eso me causaba más insomnio. Conté ovejas, pero me perdí en la tercera. Sumé números, pero me aburrí casi enseguida. Me levanté y golpee tres veces mi pared en busca de alguna respuesta de ella y si... ahí estaba de regreso los tres golpes. Algo en mi quería pensar que ella también estaba pensando en mi.

Mi puerta se abrió, pero esta vez despacio, como dándome tiempo de decirle que pasara o que no y sinceramente eso era lo que menos me importaba en ese momento.

Su mirada viajó por la estancia, como si estuviera revisando que todo estuviera en su lugar desde que se fue y me dejó aquí, sólo con mis penas. Gracias a dios ya no me ardía tanto, pero volverla a ver me trajo recuerdos, no malos, sino que buenos y eso era lo sorprendente.
Cuando se fijó en mí mi corazón rió un vuelco furioso sobre si haciendo que me estremeciera un poco. Me sonrió.

Y no puedo negarlo, la amo, me arde y me quema, pero también me repara y me da paz. Ella me produce todo esto y así es para mi, un amor de verdad y no esas babosadas estúpidas con historias de corto plazo. Ella era todo lo que necesitaba esta noche.

Fingiendo Ser Gay | S.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora