Capitulo 22

127 9 0
                                    

Abrí los ojos al escuchar la alarma, era raro no encontrar a Cameron haciendo alguna maldad para despertarme, supongo que todavía sigue con alguien.

Cuando me levante, resbalé con un liquido raro y caí de culo al suelo. El impacto hizo que me impulsara hacia adelante y por consiguiente, cayera por la escalera llena de plumas. Cuando toqué el piso pude abrir los ojos, pero fue muy poco, ya que enseguida un pastel se planto en mi rostro dejándome crema hasta donde no sabía que podía meterse.

—Wow, esto es el fruto de ver "Mi pobre Angelito". —Dijo sonriente.

Quería matarlo, mi casa era un chiquero gracias a las estupideces de Cameron y, por todo el desorden, sería yo a quien mataran, porque estaba claro que Cameron siempre se saldría con la suya.

Pero no iba a dejar que Cameron ni nadie me arruinace el día, hoy no, tomaría todo con calma, me bañaría y estaría espléndido para las tres, justo a tiempo para sacar a Cenicienta de su castillo y mandarla a comer churros...

—¿Cuando hiciste todo esto? —Pregunté cuando logré reincorporarme.

—Anoche. —Puso sus manos a sus caderas y sonrió más ampliamente.

—Eres muy tonto para poder hacer las cosas por ti mismo. —Resbalé y caí de nuevo, por suerte el golpe no fue tan seco debido a las plumas.

—Pues... ¿Recuerdas que te dije que me secuestró una chica mexicana?

Observé a Cameron con atención, si era lo que pensaba, entonces él estaba loco, estaba desquiciado, o, tal vez, esa chica ganó su corazón de la forma más ruda y original.

—Oh Dios, no me digas que...—Él asintió.

—Creo que estoy enamorado de esa Latina. —Suspiró.

Esa expresión nunca la había visto, podría jurar que lo había escuchado muchas veces decir eso, pero nunca lo escuché decirlo de esa forma. Tal vez, ahora sí estaba más que enamorado.

—Debería odiarla porque me hizo esto. —Él rió.

—Todo lo que te pasó ella me lo enseñó.

—Yo tengo una cita con otra mexicana. —Mi amigo abrió los ojos y se tomó del pelo mientras sonreía fuerte.

—No pincHES MAMES, WEY. —Exclamó.

—Es preciosa, deberíamos hacer una cita doble. —Sonreí.

—¿Entonces ya no más Hillawn? —Abrió los ojos esperanzado.

Tenía que decirle la verdad, todavía no olvidaba a la castaña y tal vez no sería tan fácil como creía. Tendría que sacarle esa mirada de una, y eso me molestaba.

Cameron podía ser la persona más hija de puta del mundo, pero era mi amigo, y sin él estaría estancado. Estaba agradecido de que fuera mi amigo, de que estuviera aquí conmigo a pesar de ser un estúpido ilusionista.

—Cameron, todavía no...—Me levanté cuidadoso y caminé hacia el baño para ducharme.

—Está bien. —Suspiró.

—¿Que hora es? —Pregunté.

—Son las...—Echó una mirada al reloj de su teléfono celular y me miro. —Tres.

—MIERDAAAAAAAA. —Corrí desesperado a bañarme y a hacer todo rápido.

Seguramente me odia y me quiere matar. ¿Su anterior amor también era impuntual? Oh mierda, tenía la oportunidad de demostrarle que era un hombre distinto y termine siendo igual que todos. Puerco tenía que ser.

Ojalá todavía esté esperándome, son como las tres y media, de alguna forma mi despertador sonó tarde, ¿Otra broma de Cameron? Si es así, haré que me odie por el resto de su vida y de la mía.

Bien, estaba en la puerta y hace más de cinco minutos que estoy tocando la puerta y nadie me abre, ¿No querrá verme? Oh dios, lo ultimo que me faltaba es que me odiara. Hillary lo hacía, no le gustaba que llegara tarde.

La latina apareció en mi campo de visión con su rostro Moreno sin maquillaje y su atuendo casual que la hacia ver aún más hermosa. Sus bucles estaban más definidos que nunca y podía ver esos ojos marrones posándose en mi. Su sonrisa estaba más fuerte que nunca.

Quería pronunciar alguna palabra, pero al verla fue como una canción de Elvis Presley que sonaba en mi cabeza mientras que recorría su cuerpo con mi mirada. Estoy asustandola de seguro.

—Dijiste que estarías a las tres. —El tono de diversión y calma que le sucumbía la voz era impresionante.

Levanté las cejas y traté de formular algún palabra, pero nada salía de ella. Estaba impresionado por la fineza que irradiaba de ella, era demasiado descabellado que un atuendo tan casual la hiciera ver tan radiante y tan tranquila a la vez.

—S-Si, pero mi despertador no sonó. —Logré formular.

—Es bueno saber que somos dos personas impuntuales. —Rió.

—Si...—Sonreí bobo.

—Entonces... ¿Vamos? —Asentí porque ya no podía confiar en mí voz para hablar.

Mi auto no lo tenía, en la semana Cameron lo metió dentro de otro pozo y jamás pude sacarlo de allí, ni con una grúa. Tuvimos que llamar como a tres grúas y empujar todos a la vez. Logramos sacarlo, pero el barro y el agua se metió en el motor y demás partes del auto hasta quemar la computadora. Menudo lío.

—No tengo auto, debí decírtelo. —Rasqué mi nuca.

—Vamos caminando entonces, la vida es mejor así. —Sonrió de oreja a oreja y enredó su brazo con el mio.

Hasta la cafetería todo eran risas, era encantador escucharla hablar, se podría decir que hablaba demasiado y parecía tan despreocupada. Era cómica, carismática y más que nada espléndida, no perdía ese toque latino de su acento y su ropa.

Estaba fascinado con la nueva versión de Cenicienta mexicana.

Fingiendo Ser Gay | S.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora