CAPÍTULO 3

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CAPITULO 3

-¿Dónde cojones se ha metido Barton? – bramó el director Fury, mientras se movía de un lugar a otro de la habitación. Se giró tan rápido que los faldones de su gabán de cuero negro ondearon entre sus piernas.- ¡Romanoff! ¿Sabe dónde se ha metido su compañero?

Natasha no intentó mediar en el enfado de Fury. Se quedó donde estaba, al otro lado de la mesa de la sala de operaciones, junto a los demás técnicos: dos mujeres jóvenes y un hombre, que le harían de refuerzo en la central de S.H.I.E.L.D. Tardó unos segundos en negar con la cabeza, manteniendo su habitual estoicismo.

La respuesta no pareció complacer a su superior, que exhaló un bufido de contrariedad.

En aquel preciso instante, la puerta de la sala se abrió y Ojo de Halcón entró en la habitación.

Clint se tenía a sí mismo por una persona a la que era difícil sacar de quicio. Al igual, no era del tipo de persona que se mostraban estresados en cuanto algo se les iba de las manos. Clint podría ser la imagen personificada de la calma. Por esa razón, era tan bueno en su trabajo. Con tranquilidad, el agente cerró la puerta tras de sí y se encaminó hacia el asiento vacío que lo esperaba.

Fury se paró donde estaba, colocando ambas brazos en jarras.

-Vaya, señor Barton, veo que ha decidido obsequiarnos con su presencia esta mañana.

Clint avanzó por la habitación, dejando atrás a las tres personas y se colocó junto a Natasha. Saludó a su superior con un gesto de la cabeza.

-Lo siento.

La mirada de acero de Fury sobre su agente se desvaneció unos instantes después. Se giró sobre los talones, encaminándose a la consola de mandos que tenía tras de sí.

-Sabe que tenemos mucho trabajo por delante antes de que tomen el Quinjet dentro de un par de horas rumbo a Panamá.

Barton asintió con vigor.

-Lo sé, señor.

Clint esperó a que Fury añadiera algo más, pero éste no lo hizo. Así que se tomó la libertad de respirar por primera vez desde que entrara en la habitación. Sabía que llegaba tarde y que se merecía las palabras del director de la organización, cualesquiera que éstas fueran. Al menos, pensó, no había sido demasiado duro.

Natasha se inclinó hacia él levemente, sin perder de vista la espalda de Fury.

-¿Qué te ha pasado?-preguntó la mujer en voz baja, cerca de su oído.

Clint giró ligeramente la cabeza al responderle. A nadie más le interesaban sus asuntos.

-He tenido unas palabritas con la máquina del café.

Natasha asintió.

-¿Y?

Una amplia sonrisa se instaló en el rostro masculino.

-He ganado yo. – Contestó con satisfacción.

La comisura de los labios de Natasha se elevó en una contenida mueca que Clint sabía era una sonrisa.

-De eso no tengo la menor duda.

-¿Qué le ocurre a Fury? – preguntó sin darle la oportunidad a Natasha de añadir algo más. La mujer arrugó los labios.

-Ya sabes que se pone muy nervioso cuando estamos a punto de sumergirnos en una misión. –Respondió ella en voz baja, sólo para sus oídos.

Al otro lado de la mesa, el director de S.H.I.E.L.D. se adueñó de unas carpetas. Se giró y enfrentó a todos los presentes con su imponente figura.

ROJO Y NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora