CAPITULO 1

421 21 29
                                    

Seis días antes

-¿Cómo se encuentra hoy, agente Barton?

Clint levantó la mirada de sus manos unidas delante de sí, despacio. Lo justo para enfocar al médico que estaba sentado enfrente, y que lo observaba a su vez con ojos inquisitivos por encima de unas pequeñas gafas de montura metálica. Clint se encogió de hombros con despreocupación.

-Bien.

El médico, un hombre de mediana edad, cabello ralo y traje impecable, arrugó el entrecejo. Tras unos segundos en los que pareció dudar, desvió su atención al portafolio que tenía en su regazo y garabateó en él.

-¿Sigue teniendo problemas con el sueño? ¿Puede dormir? – preguntó sin levantar la cabeza, absorto en aquello que estuviera escribiendo.

El agente de S.H.I.E.L.D. se removió en el cómodo sillón de cuero, intentando que la contestación que iba a darle sonara todo lo veraz posible, aún siendo como sería, una completa mentira.

-Puedo dormir.

De nuevo, el médico lo miró por encima de los cristales de las gafas. Los ojos color chocolate del hombre se clavaron en él, como si no se acabara de creer lo que su paciente le acababa de confirmar. Clint se sintió súbitamente incómodo. Era la quinta sesión que tenía con el psiquiatra que S.H.I.E.L.D. tenía en nómina y no veía el momento de que todo aquello se acabara.

-Eso está bien – le dijo el médico, sonriéndole al fin con condescendencia. Se quitó las gafas con un movimiento pausado, casi teatral, las plegó y las dejó sobre la carpeta en la que había estado tomando anotaciones.

Las sesiones con el psiquiatra habían comenzado a raíz de lo ocurrido en Nueva York. La agencia había estimado que, tras el incidente con Loki, como ellos preferían llamarlo, Clint debía someterse a evaluación. Nadie sabía lo que el semidiós había hecho en su mente, o lo que había ocurrido en ella en aquel periodo de tiempo, ni siquiera él mismo, y temían que aquella situación pudiera volver a reproducirse en cualquier momento.

-El director Fury me ha dado a conocer que ésta será nuestra última sesión. Al parecer, saldrá en una misión en los próximos días.

Clint se esforzó en no parecer sorprendido ante aquella noticia. Con gesto inexpresivo, ensayado durante largos años, miró al médico.

-Aún no he sido informado de nada.

El hombre asintió casi con entusiasmo.

-Lo sé. El director Fury le estará esperando después de esta entrevista, con su alta psiquiátrica.

Había estado esperando esas palabras desde el mismo momento en que había puesto los pies por primera vez en aquella consulta, dos semanas atrás. Enderezó la espalda, retrepando en el asiento.

-¿La voy a tener? – quiso que su voz no sonora demasiado ansiosa. Supo que no lo había conseguido cuando el médico alzó una ceja y, con ceremonia, se apoyó contra el respaldo de su sillón y acomodó los codos sobre los reposabrazos, sin dejar de mirarlo ni por un instante.

-Eso depende de usted, agente Barton.

Clint masculló una maldición para sí. Apretó los dientes y, sin pensárselo dos veces, asintió, incorporándose hacia adelante mientras dejaba descansar los codos sobre sus rodillas.

-Estoy preparado para volver al trabajo de campo, doctor.

Durante lo que le pareció una eternidad, Clint y el psiquiatra se sostuvieron la mirada. Sabía lo que se jugaba y, en aquel momento, no había nada que deseara más que volver al trabajo.

ROJO Y NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora