CAPÍTULO 4

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CAPITULO 4

Desde el aire, la ciudad de San José de David no parecía excesivamente grande. Claro que tampoco era algo que a Natasha le importara mucho.

El clima los había acompañado y el vuelo se había desarrollado sin ninguna complicación. Además, Clint era un piloto experto y cualquier contratiempo que hubiera podido surgirles, estaba segura de que él lo habría solventado sin ningún problema.

Todo el viaje, tanto ella como Clint, se habían mantenido en silencio y apenas se habían dirigido la palabra. Afortunadamente, aterrizarían en el aeropuerto militar que había en la ciudad en unos minutos. Estaba deseando poner los pies en tierra.

El quinjet hizo un gracioso giro, llevado de la mano de Clint, encarando la pista de aterrizaje. Hacía ya algunos minutos que la torre de control les había dado permiso para realizar la aproximación. Estaba visto que aquellos controladores aéreos, aunque fueran militares, no habían visto nunca un aparato como el quinjet, que apenas necesitaba espacio para maniobrar y tomar tierra.

Cuando los rotores se acallaron, Natasha no podía creerlo. Sus oídos habían llegado a acostumbrarse a aquel sonido incesante y molesto, pero sólo en ese momento, cuando el ruido ya no existía, se dio cuenta de cuán fastidioso había sido. Natasha se despojó de los auriculares con un suspiro de alivio. Cerró los ojos por un momento y echó la cabeza hacia atrás, intentando así desentumecer el cuello y los agarrotados músculos de los hombros y la espalda.

-¿Estás bien?

La pregunta de Clint le llegó cuando ella aún mantenía los ojos cerrados. Los abrió con rapidez y giró la cabeza hacia el lugar que ocupaba su compañero. Clint se había desembarazado también de los auriculares y la miraba con cierta preocupación pintada en el rostro. Natasha alzó una ceja al negar con la cabeza.

-Ha sido un viaje largo. Sólo eso. – Respondió con parquedad.

Tras estar unos segundos observándola, sin apartar los ojos de ella, como si la estuviera evaluando, Clint asintió. Lejos de sentirse incómoda por el escrutinio, Natasha mantuvo la mirada fija en él.

-Has estado muy callado todo el vuelo – dijo Natasha al fin.

Clint sonrió levemente.

-Tampoco había mucho que decir, ¿no es cierto?

Natasha se encogió de hombros.

-Podríamos haber hablado del tiempo.

La sonrisa del hombre se hizo más amplia. Unas pequeñas arrugas se formaron alrededor de sus ojos claros.

-¿Charlas intrascendentes, agente Romanoff?

Con fingida inocencia, Natasha se encogió de hombros.

-¿Por qué no?

Clint hizo un gran esfuerzo en contener la risa, pero no lo consiguió. Tan sólo logró que Natasha sonriera con él.

-Bien, lo tendré en cuenta para el viaje de regreso. Ahora nos están esperando. – Pulsó el anclaje de su cinturón y se deshizo de él. – Tenemos trabajo que hacer.

S.H.I.E.L.D. tenía la suficiente influencia como para que sus agentes entraran y salieran de fuera de sus fronteras sin tener que presentar ninguna acreditación o credencial. Natasha bajó del quinjet junto a Clint y atravesaron la zona de carga. Algunos operadores de vuelo que había en el hangar en aquel momento volvieron las cabezas cuando pasaron junto a ellos para, a continuación, regresar a sus quehaceres.

ROJO Y NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora