CAPÍTULO 6

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CAPITULO 6

Steve Rogers tardó en estar listo para partir hacia Panamá exactamente cincuenta minutos, el tiempo que necesitó S.H.I.E.L.D. para proporcionarle un nuevo uniforme, un piloto y un médico que lo acompañarían hasta el país centroamericano.

Las órdenes procedentes del director de la organización no podían, ni debían, ser ignoradas. Ya habían perdido demasiado tiempo respetando los protocolos, y ahora había llegado el momento de darse prisa . Así que todos en la línea de mando hicieron su mayor esfuerzo en poner rumbo a Panamá al Capitán Rogers lo antes posible.

Cuando Steve llegó al hangar en donde estaba el transporte, tanto el médico como el piloto estaban también allí, enfundados en sus uniformes de trabajo, esperándolo al pie de la aeronave. Era un vehículo un poco más pequeño que el quinjet, pero que podría traerlos de regreso junto con Clint y Natasha. Steve los saludó con un contenido gesto de cabeza y una sonrisa de cortesía.

-Caballeros, ¿están listos?

Ambos hombres se miraron el uno al otro y, sin mediar palabra, asintieron.

Steve sonrió, satisfecho.

-Muy bien. Entonces, vámonos.

En su larga trayectoria profesional, Clint Barton, también conocido dentro de la organización S.H.I.E.L.D. como Ojo de Halcón, había aprendido a distinguir cuándo alguien decía la verdad y cuando iba de farol. En muchas ocasiones, el lenguaje corporal decía más cosas de las que se podían expresar con palabras. La mayoría de las veces, él le hacía caso a esas señales.

Aquella mujer afirmaba ser Madrox: el capo de la droga, el traficante de armas. El tratante de blancas. No era un bonito currículo del que apropiarse.

Clint la miró entornando los ojos, estudiándola. La mujer se mantenía frente a él, a unos prudenciales pasos de distancia, con las manos unidas frente a ella en una pose que le recordaba mucho a Natasha. Pero hasta ahí llegaba el parecido entre las dos mujeres, pese a que tenían casi la misma altura y aparentaban la misma edad. Madrox era más delgada, aunque su cuerpo parecía ligeramente musculado. Sin duda alguna, era asidua a algún tipo de deporte, tal vez al gimnasio. El pelo corto y moreno enmarcaban un rostro delgado y afilado, con una nariz algo grande para pertenecerle a una mujer. Pero lo que más llamaban la atención en ella eran los ojos. Había algo en ellos que lo inquietaba. Madrox tenía los ojos puestos en él como si lo estuviera estudiando, con las cejas ligeramente alzadas y los párpados medio entornados. De tan oscuros, parecían casi negros, incluso lo que debía ser blanco o, al menos, eso pensó, aunque fuera imposible.

Después de un largo minuto estudiándose mutuamente, Clint alzó la barbilla, desafiante.

-Necesito un médico.

La mujer agachó la cabeza, mientras una sonrisa socarrona se dibujaba en su rostro.

-Las cosas no funcionan así, señor Barton.

Clint intentó evitar demostrarle que lo había sorprendido que lo llamara por su apellido, pero lo había hecho.

Madrox se dio cuenta de su confusión y rió, echando la cabeza hacia atrás.

-Oh, sí, señor Barton, sé quién es. O puedo llamarlo Clint. O, quizás, le guste más que le llame por su alias en la agencia S.H.I.E.L.D., Ojo de Halcón – dijo, deteniéndose dramáticamente en las últimas palabras. Un instante después, continuó: - Como sé que su compañera es la insigne Viuda Negra, Natasha Romanoff. Como también sé que forman parte de un nuevo grupo secreto del gobierno americano, denominado Iniciativa Vengadores. ¿He hecho bien mis deberes, señor Barton?

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