La última vez que había visto la Torre Stark a la luz del día, se hallaba casi en ruinas tras la batalla de Nueva York. Y aunque hacía dos noches que había estado allí, en aquel momento Clint no pudo apreciar lo avanzada que estaba la reconstrucción.
Salieron del ascensor, uno junto al otro, encaminándose hacia el apartamento privado de Stark. La puerta de seguridad estaba abierta y ambos se detuvieron en el umbral, a la vez. El lugar lucía ahora de una manera muy diferente. Un mes atrás, un semidiós asgardiano acababa de ser vapuleado por un Hulk enfadado y furioso y todo había quedado destrozado y hecho añicos.
Loki se las había apañado para salir vivo de aquella contienda. Le hubiese gustado que el malévolo semidiós hubiera respondido por sus actos ante las leyes del Estado de Nueva York, pero Thor había tenido otras ideas para su díscolo hermano y no iba a ser él quien le dijera que no. Tal vez era mejor así. Loki estaba lejos y, al fin, había salido de su mente. No había más miedo ni más sentimientos de culpa. No más demonios escondidos tras cortinas invisibles. Miraría hacia adelante y continuaría haciendo lo que mejor sabía hacer: luchar.
Clint miró a su alrededor. El apartamento de Stark había cambiado. Los grandes ventanales habían sido reemplazados y nuevos muebles decoraban el espacio. No había nada que recordara el destrozo de aquel día. Notó que Natasha le palmeaba el brazo, intentando llamar su atención.
-Vamos – le dijo, con una media sonrisa en los labios.
Entraron en la habitación. Aparentemente, eran los primeros en llegar pues no veían a nadie más. Aún no habían alcanzado el centro del gran salón cuando, desde el otro extremo, vieron aparecer la figura imponente de Thor. Se dirigía hacia ellos con paso seguro y sonrisa amplia en su rostro. En lugar de vestir la armadura que él le conociera en la batalla de Nueva York, vestía una camisa a cuadros y un pantalón vaquero.
-¡Amigos! ¡Es un placer volver a veros! – les dijo, tendiendo la mano en primer lugar a Natasha con cortesía para, a continuación, estrechar la suya.
Thor no se reservó su efusividad y el saludo fue un poco más enérgico de lo que Clint hubiese estimado conveniente. Cuando, para completarlo, Thor lo palmeó en el hombro, no pudo estar más de acuerdo con el mote de Musculitos que Tony le había otorgado.
Natasha unió sus manos delante de sí y sonrió abiertamente.
-Te creíamos en Asgard.
El semidiós asintió con efusividad, cruzando los brazos ante su amplio pecho, resaltando así sus poderosos brazos. Una sombra de preocupación nubló el masculino rostro.
-Así era. Loki ha quedado bajo la custodia de mi padre y será convenientemente castigado por sus atrocidades contra Midgard. He regresado para informar a Fury de ello – dijo con solemnidad.
Clint miró de reojo a Natasha, que mantenía la mirada fija en el hombre frente a ellos. Con un comedido movimiento de cabeza, su compañera asintió.
-A Fury le gustará saber eso, Thor.
Mientras Natasha y Thor se enzarzaban en una amistosa charla, Clint percibió la entrada de Steve en el salón por el rabillo del ojo. Se disculpó con sus dos compañeros y salió al encuentro del hombre. Steve aún no había alcanzado el centro de la gran estancia cuando Clint se paró frente a él, saludándolo con un gesto de la cabeza.
-No tuve oportunidad de agradecerte tu ayuda en el asunto de Madrox – le dijo Clint, apenas hubo llegado hasta él.
Steve miró hacia las cristaleras, encogiéndose de hombros.
-Para eso están los compañeros, ¿no es así? – contestó, regresando la mirada al arquero.
Clint aguardó un instante antes de responder.
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ROJO Y NEGRO
Fanfiction"Una misión de rutina acaba convirtiéndose en una pesadilla cuando los agentes Barton y Romanoff se ven traicionados sobre el terreno. A partir de ahí, sus mundos se transforman en una batalla a lidiar contra sus propios demonios, los antiguos y los...