Capítulo 3

157 34 11
                                    

Capítulo Tres

Silencio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al estar en el hospital, una gran sensación de nervios me invadió, era ese lugar el que las proyectaba, pero aun así me concentré en mi mamá, se encontraba todavía inconsciente, tal vez el golpe fue peor de lo que pensé.

El día se había vuelto oscuro, al parecer quería llover, ya que las nubes tenían un tenue color gris.

Cada vez que pensaba en aquel chico que nos había ayudado. Era como descifrar un gran misterio del cual no tenía las bases de como iniciarlo.

Al voltear mi cabeza, pude ver que mi madre empezaba a moverse.

—¿Mamá, como te sientes? —le pregunte.

—Bien, aunque me duele mucho la cabeza. — afirmó ella.

Al observarle la cabeza, vi la herida. Todavía poseía un poco de sangre, aunque aun así no podía dejar las cosas como estaban.

<< ¿Cómo es posible que nadie nos viera, u oyeran los golpes que le proporcionaba la sombra a la pobre mujer?>>pensé.

Salí en busca de un doctor, ya que también quería ver si mi madre tenía algo fuera de lo común.

La búsqueda se volvió cada vez más difícil, al parecer los doctores se encontraban en cirugía y solo había unas pocas enfermeras.

Estuve caminando de pasillo en pasillo sin ver a un doctor, hasta que me hallé en un ancho y largo pasillo, lleno de enfermeras y pacientes en sillas, a lo lejos vislumbre a un doctor.

Este doctor poseía unos ojos celestes y un cabello de corte clásico, su color era café. No tendría más de 30 años. Estaba sudando y mi pulso se encontraba algo acelerado, me sentía muy agitada.

—Buenos días —me dirigí al doctor, el cuál al escuchar mi voz dio la vuelta.

—¡Dios mío! —dijo el doctor. —me diste un gran susto.

—Lo siento—dije.

—Tranquila, además sabías ¿que un buen susto es bueno para el corazón?

—Mira no se de lo que hablas, pero necesito que me digas como puedo ayudar a alguien que se ha roto la cabeza. — dije.

—¿Quién necesita mi ayuda? — dijo aquel doctor.

—Mi madre— afirme.

—¿A dónde se encuentra tu madre, en que habitación? — pregunto él doctor.

—En el nivel 2, habitación 203. —dije.

—Llévame ahí —dijo él.

Así que tendría que conducirlo yo sola, eso era raro, desde cuando una persona que trabaja en aquel hospital necesita que alguien lo llevé.

CLARISSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora