Capítulo 10.

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Capítulo Diez

En el Bosque.

—Muy bien, te escucho

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—Muy bien, te escucho.

Al llegar a casa, todo estaba tan oscuro que apenas la luz de la luna iluminaba la casa.

Azriel y yo nos encontrábamos yendo a la habitación, me molestaba un poco pensar que debía dormir con él en la misma habitación, pero en diferente cama. Pero sabia que él estaba conmigo para protegerme asi que deje mi mal humor y no dije nada. Como si él me hubiera leído la mente, se dirigió a su cama y cojeo dos cobijas y un cojín.

¿Para dónde vas?

—voy a dormir en el sofá. Por qué sé que no te gusta la idea que duerma aquí.

Me quedé atónita, acaso como podía saber lo que yo pensaba. Me dio tristeza pensar que el estaría durmiendo solo abajo, además, el había estado cuidándome y protegiendo, era extraño no poder devolverle todo lo que él había hecho por mí.

—No, no te vayas—dije, sin que se escuchara como una súplica.—quédate aquí.

—como lo desees.

—ahora si me vas a decir por qué vas a vengar a mi.

—Ni sueñes que te diré algo así, mira claro todavía no estas listas.

—¿Para qué?

Olvídalo, mejor duérmete.

Sabía que él no iba hablarme del tema, pero igual no me hice tantas ilusiones y me recosté para conciliar el sueño.

Me levante, estaba lloviendo esa mañana, me encontraba en un gran bosque en el cual azriel se encontraba caminando hacia mí, en las manos llevaba consigo trozos de madera, al menos unos 5.

Hola, preciosa.

—Ho...hola—me quede atónita al oír aquellas palabras, nunca me había expresado tanto cariño en solo dos palabras. —¿Porque me llamas así?.

—Porque eso es lo que eres. Eres Preciosa.

Él se acercó hacia mí, sentí como su aliento sopla mi cabello. No supe en que momento había dejado los trozos de madera en el piso, sus manos eran delgadas y suaves para ser un chico, pero deje que me acariciara. Sus manos tocaron mis mejillas y sus labios recorrieron mi cuello. Sabía que estaba haciendo algo mal, apenas lo conocía pero parecía que nos conociéramos desde hace años. Sus labios tocaron los míos, dando un tierno beso, el mundo se podía derrumbar alrededor de nosotros, pero mientras este con azriel nada nos separaría.

Al abrir los ojos, pude ver que azriel no estaba en ninguna parte, solo pude ver el interior de mi antigua casa. Mi padre reposaba en su antiguo sillón, mirando su programa favorito, era el día de mi cumpleaños, lo sabía porque yo no estaba, además estaba decorado con globos. La tranquilidad duro hasta que golpearon la puerta, él se dirigió hacia ella y hablo:

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