Capítulo 4.

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Capítulo Cuatro

Azriel


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—¡Hola! —dijo Noah.

—Ho-ola— le conteste en tono neutro- hola, Noah, ¿estás ahí?

La llamada se cortó, últimamente mi móvil estaba demasiado extraño, al parecer ya era hora de comprar uno nuevo. Al pasar 5 minutos allí la puerta se volvió a abrir. De allí salió él, pero esta vez notó mi presencia y se acercó hacia mí.

—Hola, otra vez—dijo él.

—hola—dije—Nunca fui buena socializando, supongo que desde lo ocurrido en el callejón... Solo te quería agradecer por ayudarnos, a mi madre y a mí.

—Fue un placer, perdón, no me he presentado. Mi nombre es Azriel, mucho gusto— me tendió su mano como un símbolo de saludo.

—Soy Clarissa, Clarissa Evans—respondí a su gesto.

—Un placer, Clarissa—dijo aquel chico, el cual sonrió.

—¿Te gusta leer? — pregunto Azriel.

—Si— me limite a una simple respuesta.

— ¿Quieres que vallamos a caminar? —me pregunto en tono gracioso.

No era mala idea iniciar una nueva conversación con alguien desconocido, además parecía ser buena persona, tenía una mirada dulce que me recordaba a mi padre.

Caminamos de regreso por el pequeño camino que llevaba a la salida, el lugar que quería ver, era una pequeña estatua algo abandonada en las afueras de la biblioteca.

Así que nos dirigimos ahí, no había personas leyendo libros ni nada por el estilo.

Cuando llegamos me di cuenta de que el lugar era increíble, la estatua era hermosa, alrededor de ella adornaban arbustos de rosas rojas. Intuí que la estatua me llamaba y dirigí la mirada hacia ella. Mientras él se alejaba observe fijamente la estatua era de un ángel y esta llevaba una espada.

Al mirar fijamente la estatua pude comprobar que era del ángel Gabriel. Azriel regreso, traía consigo dos vasos de Té Helado.

—¿Este es el famoso lugar que vienes a visitar todos los días? —dije con calma.

—La verdad si, ¿es hermoso no crees? —pregunto.

—Sí, tú si eres diferente. —dije riéndome.

—¿Porque lo dices? —pregunto Azriel.

—Porque mientras los demás chicos están en el gimnasio, o tratando de conquistar a unas chicas y ser populares, tu simplemente vienes a una biblioteca. — afirme.

—Bueno, que puedo decir, soy toda una rareza, ¿y qué me dices tú, está bueno él te? -pregunto.

—Sí, ¿porque? —pregunte.

—Porque le puse agua bendita haber que sucedía, si fueras un demonio ya estuvieras gritando de dolor. —afirmo.

Después de una leve pausa, me atreví a preguntarle.

—Okay, eso fue raro. —le dije desviando la mirada. —¿Porque no estas con tus amigos? —pregunte intrigada por la respuesta. Aguarde un momento en silencio mientras el arrancaba una rosa roja, la miro con tanta dulzura que sentía que en cualquier momento podría destruirla, pero no fue así, me miro y me la dio.

Yo estire la mano para sostenerla, pensé que era un gesto de amistad, pero igualmente lo mire atónita.

— Porque me interesas tu —dijo al mismo tiempo que se desato un leve viento.

—Ya veo—dije soltando una sonrisa.

—Ojalá puedas venir a verme.

—¡Claro!, sería un placer—dije.

—Sé que es algo raro porque apenas nos conocemos, pero nadie más viene aquí por mí—por un segundo su voz de trato de quebrar.

—¿Están trabajando tus padres? —pregunte con cautela porque no quería entrometerme más.

El me vio con una expresión de melancólica, y después miro la estatua con unos ojos llenos de lágrimas.

—Mi padre murió cuando yo tenía ocho años, falleció en un incendio y nunca conocí a mi madre. —dijo finalmente

Escuchar aquello me puso muy triste, yo sabía lo que era no tener a un padre, pero por lo menos yo tenía aun a mi madre, en cambio Azriel no tenía a nadie, creo que me sentí familiarizada con él de alguna manera.

—Lo siento—dije sinceramente.

—No te preocupes, ya paso, he sabido salir adelante solo, pero bueno la razón por la que te ayude fue porque vi como golpearon a tu madre, me sentí unido a ti en ese sentimiento de dolor.

—Ya veo, pues bueno ojalá podamos ser buenos amigos. —dije

—Eso es seguro—dijo Azriel.

Toda su vida se había sentido culpable por no haber estado presente el día en que hubo el incendio, piensa que la culpa sobre la muerte de su padre la tuvo él.

Estaba a punto de levantarme cuando Azriel me sorprendió.

-—Oye, creo que es mejor irnos.

—Cierto—cogí la rosa y nos dirigimos a la salida junto con Azriel.

Caminamos en dirección a donde se encontraba el Hospital, él me dejo en la puerta principal donde estuve pendiente a ser nombrada para poder ingresar.

—Suerte—fue lo único que oí de Azriel, al voltearme ya no estaba.

—¡Clarissa Evans! —Llamo el guardia, —por favor sigue.

— Gracias— le dije.

Tomé la mano de mi madre con fuerza y la vi,ella tenía una expresión de tranquilidad, pero al mismo tiempo no podía ocultarsu felicidad, eso estaba másque claro.

Tomé la mano de mi madre con fuerza y la vi,ella tenía una expresión de tranquilidad, pero al mismo tiempo no podía ocultarsu felicidad, eso estaba másque claro

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Gracias por la oportunidad de leerla.

(Este capítulo ha sido editado)

- julian_almos

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