Prefacio

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Dayn Tynner y su esposa, Sarah, hablaban pacíficamente sobre sus planes a futuro mientras viajaban al frente del carruaje donde llevaban todas las pertenencias que habían adquirido hace pocos días, cuando ya eran una familia.

Eran el símbolo de su matrimonio, de su futuro juntos.

La feliz pareja acababa de terminar su último año en la academia de caballeros y estaban ansiosos por iniciar su nueva vida en el apartado, pero hermoso, pueblo al que los habían asignado.

Mientras daban vuelta en una curva, de la nada apareció un pequeño niño justo en medio del camino. Dayn, en un esfuerzo por no arrollarlo, intento que el carruaje se detuviera, pero debido a la velocidad chocaron contra los arboles del camino, mandando a volar de la parte delantera a la joven pareja y dejando toda la parte trasera destruida, pero por suerte no había nadie ahí en ese momento.

Para su buena fortuna, los dos caballos que llevaban la carreta también estaban ilesos, pues, por alguna extraña razón, las cuerdas que los ataban a ella se habían roto justo antes que se descarriara, aunque, si alguien se fijaba bien en ellas, se podía ver que estaban un poco quemadas.

—¡¿Estas bien?! —grito Sarah, sin parecer preocupada por haber tenido un accidente. La joven mujer se levantó rápidamente y corrió hacia el niño—. ¡Dayn! ¡Ven rápido!

Dayn también se levantó y se acercó corriendo a su esposa, cuando estuvo cerca de ella se dio cuenta lo que la tenía preocupada. El pequeño niño estaba tenía varias contusiones y heridas en diversas partes de su cuerpo, sus ojos estaban nublados y respiraba con dificultad.

—¿Que le ha pasado? —pregunto el hombre, mientras sacaba su espada, preparándose para enfrentarse a quien le hubiera hecho semejante daño a un niño tan pequeño, pero cerca de ahí no se podía sentir a nadie, a excepción de ellos tres.

—¡Deja de hacerte el tonto y sube a uno de los caballos! —le grito Sarah, mientras tomaba en brazos al niño y corrió hacia los caballos, su esposo, al darse cuenta de su intención, tomo a uno de ellos y lo monto—. ¡Sálvalo! ¡Los alcanzo enseguida!

Dayn asintió y arreo al caballo. No estaban muy lejos del pueblo, si tenía suerte, quizá pudiera salvarlo y por su esposa no debía preocuparse, ella era mejor en los enfrentamientos que él.

Sarah Tynner miro como la figura de su esposo desaparecía, mientras el cielo se nublaba y gruesas gotas de lluvia comenzaban caer. En la lejanía se escuchó el rugido de un relámpago.

Era como si el cielo le estuviera avisando que algo muy grave estaba por venir.

Aún con todo, decidieron que ese pequeño sería el símbolo de su esperanza.


Theria Volumen 0. 0: El niño de cabello violeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora