En ese momento Kein se encontraba en el patio del santuario junto con Nierya y Caín, congelándose. Era tan temprano que seguía oscuro, pero Caín parecía estar rebosante de energía mientras les hablaba, a la chica tampoco parecía importarle, pero para Kein, acostumbrado al clima soleado y a levantarse ya con la luz matutina, era una pesadilla.
Ya habían pasado dos semanas desde que Kein llegó al santuario y todos y cada uno de esos días había estado nevando. También cada uno de esos días Caín iba a la habitación en donde se hospedaba para comer a escondidas de su hija, aunque Keila sabía bien en donde se encontraba y no tardaba más de unos segundos en encontrarlo para arrebatarle el plato y advertirle que esperara hasta la cena.
Además, si miraba por la ventana, podía ver a Nierya entrenando en el patio, con los hombros cubiertos de nieve. Si de casualidad lo descubría viéndola, le daría una mirada fría y hacia un gesto de irritación que no concordaba para nada con su apariencia frágil. Hasta ese momento no habían hablado ni una sola vez.
Todos los días habían sido iguales.
La atmósfera parecía apacible, sin embargo Kein no podía evitar estar siempre preocupado. Lo que quería hacer era comunicarse con su familia para avisar que estaba a salvo y de paso asegurarse que estaban bien, pero incluso enviar una carta era imposible, no hasta el deshielo.
—No pongas esa cara —le dijo Caín el día anterior, mientras devoraba un pedazo de carne cocida que había robado de la cocina, el chico no tenía idea de cómo podía estar tan delgado si comía cuatro veces más que él—. En cuanto deshiele podrás viajar al continente humano y en la ciudad del puerto podrás enviar una carta. Pero hablando de otra cosa, Keila me dijo que ya te has recuperado, así que desde mañana comenzara tu entrenamiento.
El "entrenamiento" del que Caín hablaba, había sido hasta ese momento quedarse parado por más de una hora en medio de la nieve intentando soportar el frío con tan solo un abrigo. Y no podía recriminarles a los otros por eso, ya que tanto padre como hija solo llevaban puestas unas túnicas finas de color celeste.
—Muy débil
Caín dio su opinión cuando Kein corrió hacia la entrada del templo, donde Keila lo esperaba con una bebida caliente en sus manos. Como había evitado que se enfriara era un misterio para el chico.
—¿Y para que hacemos esto, de todas formas? —le pregunto a Caín, irritado.
—La magia de agua maneja también el hielo. Al lograr dominar el frío somos más capacitados para usarlo de forma más eficaz. ¡Oh, cierto! Olvide preguntarte que otra magia manejas, aparte de la espacial.
—Ninguna. Hasta ahora he intentado de todo, pero nunca he logrado hacer que ninguna funcione.
Los tres miraron al chico ante su respuesta, sorprendidos.
—En principio eso debería ser imposible. A menos... —Caín estuvo por un momento pensativo, con sus manos acariciando su barba, pero enseguida regreso a su expresión jovial—. ¡Muy bien! ¡Nierya! ¡Kein! ¡Síganme!
Sin esperar respuesta, Caín comenzó a caminar hacia un sendero que se internaba en el bosque cubierto de nieve.
—Este... ¿Nierya? Este... ¿A dónde vamos? ¿Lo sabes?
Los dos jóvenes siguieron al hombre, mientras que Keila entraba de nuevo al santuario. Kein estaba un poco nervioso, aunque tenía conversaciones con los otros dos, hablar con ella era otra cosa, pues no parecía ser tan alegre como su padre y su hermana, por lo tanto no sabía cómo tratarla.
—Al lago congelado —le respondió la chica con el ceño fruncido. Tenía una voz dulce, acorde a su apariencia, pero no a su carácter —. Nunca he ido ahí, pero papá va cuando necesita respuestas.
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Theria Volumen 0. 0: El niño de cabello violeta.
AventureUna noche tormentosa, una pareja de jóvenes caballeros encontró un niño pequeño en un camino cercano a la aldea a la que fueron asignados, viéndolo indefenso, decidieron adoptarlo. Pero. ¿quien es este niño de cabello violeta? ¿Porque estaba solo en...