Capitulo 24: El primer paso del final.

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Un suspiro salió del joven de cabello violeta cuando al fin, entrado el mediodía, estuvieron ante las puertas de su destino final.

Cuando las verjas de color dorado fueron abiertas por dos guardias armados y comenzaron a seguir a un mayordomo por un camino de piedras multicolores que los llevaría hasta el hogar del duque, sintió que por fin todo estaba a punto de terminar.

La mansión que se veía en la lejanía era enorme, mucho más grande que el gremio de mercenarios, aunque menor en extensión que el templo donde vivía Nierya. Y, por su puesto, menos cálido que el lugar donde había pasado seis de los meses más felices que recordaba.

Si los comparaba, el lugar de nacimiento de su amiga tenía una magia difícil de imitar y le daba tranquilidad el estar en las terrazas viendo la nieve perpetua caer, mientras bebía una taza de su te favorito. Este lugar, en cambio, pese a estar rodeado de bosque, poseer adornos y estatuas en relieve que lo hacían elegante, se sentía frio, indiferente. Si fuera honesto, preferiría no vivir en un lugar así. Esa atmosfera opresora hacia que calmarse fuera más difícil de lo que de por sí ya era. Los cientos de guardias apostados al lado del camino, no ayudaban en lo absoluto.

—Cálmate, Kein. Todo saldrá bien —le susurro Marie, quien se colocó momentáneamente a su lado para decirle esas palabras e inmediatamente después regresar a su lugar junto al mayordomo, enfrente de todos.

Quiero irme de ese lugar. Lo odio.

Esas fueron las palabras de la chica cuando les pidió ayuda antes. Ahora lo entendía. No importaba lo rico o poderoso que se fuera, uno siempre se sentiría encerrado.

El plan era simple: Marie le entregaría la llave de mariposa a su padre y cuando esté a su vez se la entregara al otro destinatario, Veli entraría en acción, ingresando por el pasadizo secreto por el que había escapado la chica meses atrás y robando la llave enfrente de todos, para que se viera que actuaba de forma independiente. Si podía, también robaría la que tenía el otro sujeto. De esa forma, el padre de Marie cumpliría su palabra y las luchas cesarían, a su vez que el grupo de Kein obtendría la llave.

Y ya que la única que se involucraría directamente en el robo era Veli, los otros dos podían seguir actuando con normalidad hasta la mañana siguiente, cuando Kein se encontraría con la demonio en un viejo almacén abandonado en medio de la ciudad y usando sus poderes, ambos desaparecerían de la ciudad. Como su misión acababa cuando Marie pusiera un pie en la mansión de su padre, nadie tomaría su desaparición como algo raro. Por mucho seria sospechoso de ayudar al ladrón, pero no se podría comprobar nada.

Lo sentía por Nierya, pero desde un principio tenían intenciones de separarse, así que no sería demasiado grave. Incluso, en caso extremo, podría llevarla con él y explicarle todo. Confiaba en ella, no había problemas ahí. Y en cuanto a los otros... pues ellos realmente no eran sus amigos, así que daba igual.

Según Marie, esta misma noche se haría la transacción, ya que el sujeto que buscaba la llave estaba desesperado por obtenerla, aunque aún le faltaran otras dos. Incluso en ese momento ya debería estar en la mansión, en espera de su preciado tesoro.

Espero que Delien guarde bien la tercera.

En cuanto Kein se enteró para que servían las llaves, alego para destruirlas, pero Delien y Veli se negaron, diciéndole que en caso de extrema necesidad, uno de los secretos que la caja tenia dentro seria indispensable, por lo que obtener las llaves era también un asunto de importancia. De ser el caso que no pudieran obtenerlas todas, al menos se asegurarían de que el otro bando tampoco le pudiera poner una mano a aquel secreto.

Secreto del que lo le habían querido decir nada.

—¿Qué te pasa, Kein? —le pregunto Nierya, cuando se dio cuenta de la inquietud del chico.

—No es nada, solo pensaba en nieve... y en que desearía una taza de té —respondió el chico, sonriéndole.

Nierya, al entender que le quería decir, le correspondió con una sonrisa tan pura que Kein se sintió culpable por mentirle. De ser posible, en verdad le gustaría viajar más tiempo con ella, pues, al contrario que ocurría con Zieb, a quien consideraba una hermana mayor, esa chica, que llevaba una armadura ligera y un moño color plateado sobre su cabello, era la amiga más cercana que tenía.

—¿De qué hablan ustedes dos? —pregunto Ci, abrazándolos a ambos por la espalda. El mayordomo les dio una breve mirada de disgusto, pero eso no les afecto. Ellos eran mercenarios y aún no habían entrado a la mansión, y puede que ni lo hicieran, así que actuar con elegancia no era necesario.

—Solo recordábamos mi hogar —le respondió Nierya, riendo un poco—. Algún día te invitare, Ci. Tomaremos una taza de té frente a la chimenea o entrenaremos en el patio de atrás. Te gustara, te lo aseguro.

—Lo estaré esperando —le correspondió Ci, sonriendo a su vez.

—Alto y silencio —los interrumpió Leyi—. Esperen aquí, seguiré seguiré yo solo.

Como líder de grupo, solo Leyi llevaría a Marie hasta el interior de la mansión, recogería el resto de la paga, que entregaría después, mientras que el resto esperaría afuera, vigilados atentamente por los guardias. Nierya no se había sentido feliz con eso, quería despedirse adecuadamente de su amiga. Pero Zalia y Leyi le habían recordado, con un tono un poco brusco, que no eran amigos. Era su misión, nada más. Ci, aunque se notaba que no estaba de acuerdo, tampoco objeto, mientras que Kein estaba demasiado nervioso con la tarea que tenía asignada como para decir algo o hacer algo más que tomar la mano de su amiga para consolarla.

—Nos veremos, Kein. Adiós, Nierya, los extrañare —susurro Marie. Aunque el tono fue tan bajo que nadie debió oírla, sus palabras le llegaron a los dos jóvenes, que juntaron sus manos y las presionaron en un gesto de impotencia. A ellos no se les permitía ir mas allá y a ella no se le permitía regresar. Ese era el mundo que los separaba.

Pero Marie estaba decidida. Si salía todo bien, seria libre y podría buscarlos. Si salía mal, ella cargaría con gusto con las consecuencias. La chica se acercó con paso firme a la puerta para tocar la aldaba, pero está se abrió antes de que siquiera le pudiera poner una mano encima.

Desde ahí todo fue un caos.

Las enormes puertas de la mansión dieron paso a una joven vestida de armadura, quien corrió hacia el grupo y se lanzó a Kein, abrazándolo, a la vez que lo derribaba por la fuerza que llevaba.

—¡Eh! —grito alguien. De la mansión salió un joven de cabello ámbar un poco mayor, vestido con uniforme militar. Tras el aparecieron otros dos, una muchacha menuda de cabello negro y un joven robusto con el mismo tono ámbar que el otro—. ¡Te dije que esperaras!

—¡Cállate! —le respondió la joven, quien soltaba gruesas lagrimas mientras observaba el rostro sorprendido de Kein.

—Zi-Zieb? —murmuro el chico, incrédulo.

—Te estaba esperando, hermanito —le respondió la chica, sonriéndole, mientras sus lágrimas seguían fluyendo—. Vine a llevarte a casa.

Y así, sin previo aviso, el plan se había topado con un gran inconveniente. No importaba, Zieb podría entenderlo también, era sobreprotectora, sí, pero también era fuerte. Incluso si se involucraba, todo podría salir bien...

—¡Hermano! —las voces de dos niñas salieron de la mansión. Las gemelas estaban ahí también.

Y tras ellas, sus padres.

Kein ya no supo ni que responderles, el problema, de pronto, se había hecho demasiado grande.

Theria Volumen 0. 0: El niño de cabello violeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora