—¿Seguro que es aquí? —preguntó Nierya, intentando ver el interior del edificio a través de una de las ventanas al lado de las puertas dobles, pero era tan pequeña que solo podían mirar uno a la vez.
—¿Y yo como voy a saberlo si no me has dejado ver? —contesto el chico, algo irritado—. ¿Que hay dentro?
—Hay un montón de gente vestida con armaduras y togas... ¡Mira! ¡Hay un tipo que parece medir dos metros! ¡Y lleva una espada enorme! ¡Y por ahí! ¡Una mujer con un arco muy lindo!
—¿En serio? —pregunto Kein e intento ver, pero Nierya ocupaba todo el espacio y no se quería apartar—. ¡Oye! ¡Déjame ver!
—No deberían hacer tanto escándalo, si van a entrar, háganlo de una vez —dijo una voz fría detrás de ellos.
Los chicos se voltearon asustados. Ahí se encontraba un hombre encapuchado que emitía un aura que a Kein le parecía extrañamente familiar, aunque no recordaba donde la había sentido antes.
El hombre, sin darles tiempo ni de respirar, los tomo de los hombros y los empujó hacia las puertas, metiendo a los jóvenes a la fuerza en el gremio.
El lugar era una sala enorme con varias mesas redondas en las orillas, rodeadas de una especie de sillones, casi todos ocupados por personas de diferentes razas que comían, hablaban o leían algo. Al fondo se podían ver recepcionistas vestidos de trajes azules detrás de mostradores de cristal, atendiendo largas filas de individuos ataviados con vistosas armaduras o mantos.
Todo mundo interrumpió lo que estaba haciendo y miró en dirección de los jóvenes en cuanto las puertas se abrieron.
Tanto Kein como Nierya palidecieron cuando pensaron que los estaban viendo a ellos, aunque casi de inmediato se dieron cuenta que se equivocaban.
Todos los ojos del lugar se concentraron en aquel hombre, que, como si no le importara, se dirigió con paso decidido hacia la única recepcionista que se encontraba sola, la chica, de no mas de veinte años, lo miro algo asustada, pese a que en el lugar había personas que lucían mas intimidantes.
—¿Quien es él? —pregunto Nierya a Kein en voz baja.
—No lo se, pero mejor intentemos encontrar a la jefa, no me gusta estar expuesto —respondió el chico, también en un susurro.
La verdad es que nadie les prestaba atención, pese a por su actitud un poco sospechosa, debido a que Kein llevaba su inusual cabellera cubierta por un pañuelo y Nierya, a pesar de ser linda y llevar un atuendo en apariencia solemne, no destacaba demasiado en comparación con las otras jóvenes de su edad que rondaban por el gremio y mucho menos de las mujeres algo mayores que vestían ropas un poco provocativas.
Poco a poco los chicos se fueron haciendo a un lado, intentando escapar de las miradas de las personas, aunque en realidad nadie los veía, hasta llegar a la sombra de unas escaleras de caracol ornamentadas con una única puerta en lo alto. Los dos miraban nerviosamente a su alrededor, pensando en como contactar con la persona que les había dicho Caín.
La mirada de Kein se volvió a posar en aquel hombre mientras salia del gremio, cuando se acercaba a la puerta logro distinguir un poco del rostro bajo la capucha y entonces lo reconoció: era el sujeto que no salvo durante el ataque de aquella abominación.
En cuanto aquel individuo se fue el lugar volvió a su ambiente bullicioso.
Si esta aquí seguro debe ser capaz de viajar muy aprisa, además de qué seguramente él sabe lo que paso en el pueblo —pensó—. Debería preguntarle.
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Theria Volumen 0. 0: El niño de cabello violeta.
MaceraUna noche tormentosa, una pareja de jóvenes caballeros encontró un niño pequeño en un camino cercano a la aldea a la que fueron asignados, viéndolo indefenso, decidieron adoptarlo. Pero. ¿quien es este niño de cabello violeta? ¿Porque estaba solo en...