《𝓛𝓪 𝓛𝓵𝓮𝓰𝓪𝓭𝓪》

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[ Antes de comenzar con esta historia, los pongo al corriente: Las letras normales, en diálogos, será el idioma en ingles, y los diálogos en cursiva serán en francés.

Sin más, disfrútenlo. ]

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Abril 29

El avión comenzó a descender.

Seguía sin poder creer que viviríamos en París, o conocido también como la "Ciudad del Amor". Me sentí emocionada de tan sólo ver la famosa Torre Eiffel. Era genial el sólo imaginarme una vida en esta ciudad. Si mirar las imágenes que internet te ofrecía sobre la mayoría de los lugares en la ciudad era hermoso, imaginense cómo sería si estuviéramos en ese lugar en carne y hueso.

Simplemente genial.

Entramos al aeropuerto después unas horas, donde nos esperaría el alcalde de la ciudad.

Desde nuestra ciudad, hasta llegar acá, mi sonrisa no disimulaba nada. Estaba realmente contenta, pero también bastante nerviosa, ya que sería mi primera vez en una ciudad donde hablan diferente a mi idioma. Sé hablar lo básico del idioma, pero no tengo un conocimiento avanzado sobre éste. Asistí a clases para comprender mejor, y aunque fue de mucha ayuda, seguía siendo una principiante.

Logré ver sobre la gente un cartel con mi apellido paterno con una ligera confusión de letras en color negro, un corazón rojo con brillantina del mismo color y varias pegatinas de abejas con su llamativo fondo amarillo. Era muy lindo. Al menos supuse que una niña pequeña se había esforzarnos por darnos la bienvenida deseada.

Nos acercamos a esa señal, percatarnos después de que un hombre canoso, portaba un listón con los colores de la bandera francesa que rodeaba su hombro y terminaba en su cadera, alto y facha de ser rico, se hacía ver entre la gente: El alcalde.

-Bienvenidos a París. -Aquel tono francés con intención de hablar inglés era chistoso. -Soy el alcalde Bourgeois. Es un gusto familia ****. -Estrechó su mano con la de mi padre, mi madre y después conmigo, chocando su palma con la de mi hermano para finalizar. -Ella es mi hija. Chloe Bourgeois. -Acercó a la rubia de azules ojos a nosotros. -Quien creó este magnífico cartel por su bienvenida. -No pude evitar soltar una risita ahogada.

-¿Acabas de reír? -Cuestionó ofendida.

-No me reí, estornudé. Lo siento. -Contesté, cambiando mi rostro a uno más serio para ocultar mi situación. Chloe pareció no haberme entendido, pues su ceño se frunció en modo de extrañes, haciendo que el alcalde susurró algo a su oído.

-Seguramente. -Mordí mi labio inferior, reteniendo mi sonrisa.

-Los llevaré al hotel principal donde se hospedarán de ahora en adelante.

Salimos del aeropuerto dirigiéndonos a una limusina blanca con un hombre detrás de ella y el maletero ya abierto. Dejamos nuestras maletas en él y entramos a la limu.

Después de unos cuantos minutos de silencio, a excepción de la plática que Chloe mantenía al teléfono, hablando sobre que a las tres de la tarde tendría una cita con el estilista, ya que su cabello estaba hecho un asco, y que también le haría manicura y pedicura, bla bla bla... Por fin habíamos llegamos al hotel ya mencionado por el alcalde. Bajaron nuestras maletas y después bajamos nosotros después de Chloe. Nos detuvimos frente a la puerta número 38. Mi padre tomó la tarjeta que el alcalde le había entregado y abrió la puerta.

-Pido la habitación con balcón. -Avisé, corriendo en dirección a aquella habitación.

La habitación era enorme. Cama matrimonial, un gran espejo, un baño y lo mejor, el balcón.

Dejé las maletas en el suelo y salí directo al pequeño patio. La mejor vista que tenía. Podía ver la Torre Eiffel desde ahí. Era increíble.

Después de haber desempacado todo y ordenar las cosas como prefiriamos, decidimos visitar la ciudad para pasar el tiempo en familia.

Subimos al auto que mi padre había rentado. Rojo brillante y del año pasado. Nada mal.

Mi hermano y yo no dejábamos de ver por la ventanilla. Una que otra vez cambiamos de lugar para ver el otro lado.

Nos detuvimos en un restaurante que había llamado nuestra atención. Pedimos para llevar y nos fuimos a un parque a almorzar.

Justo a lado del parque, había una panadería. Parecía ser famosa, ya que había demasiada gente dentro. La fila terminaba fuera del local, sería genial descubrir por qué tanta gente. O el pan de ahí era muy bueno o había alguien famoso. Y frente a ella, había una escuela que supuse que sería una preparatoria.

Mi hermano y yo nos sentamos en el suelo sobre una manta y mis padres en el banco junto a nosotros.

En la entrada del parque, había una estatua de dos personas: un chico y una chica. Llamó mi atención al instante, pues ambos chicos llevaban traje y máscara a juego. Cada quien sostenía algo en su mano, ella un yo-yo que la rodeaba en el aire y él una especie de bastón. En el centro del parque había una fuente, había camaras y luces junto a ella. Un hombre se movía de lado a lado sosteniendo una cámara mientras tomaba fotografías, un hombre grande que sostenía algo para que los rayos solares rebotaran en eso y no podía faltar el modelo: rubio con sudadera guinda, pantalones de mezclilla, tenis blancos y lo que parecían ser cascos sobre su cabeza que se conectaban al teléfono en su mano.

Terminamos de comer y decidimos ir a la panadería de al lado. Maravillosamente ya no había gente. Así que aprovechamos el momento.

-Bienvenidos a la panadería Dupain. -Dijo la mujer de cabello corto, obscuro como la noche.

-Gracias. ¿Cuál es su mejor pan? -Preguntó mi padre.

-Oh. ¿No hablan Francés?

-Sólo un poco. -Contestó mi madre.

-Suerte que sé hablar inglés. Bien, según los clientes los croissant y macarons son los mejores de esta panadería. -Tomó la bandeja sobre la mesa y se acercó a nosotros. -Tomen uno. Muestra gratis.

Tomé un macaron, que eran los que más quería probar hasta ahora, mi hermano un croissant, mi padre tomó un coulant de chocolate y mi madre una magdalena.

Mis ojos brillaron como tales estrellas. Mi boca sentía un dulce sabor a vainilla, chocolate y arandanos, cremoso y crujiente, rico y más que delicioso. No pude con esto. De ahora en adelante sería mi debilidad.

𝑴𝒊 𝑳𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝑷𝒂𝒓𝒊́𝒔 [ Adrien/Chat Noir ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora