《𝓐𝓭𝓻𝓲𝓮𝓷 𝓐𝓰𝓻𝓮𝓼𝓽𝓮》

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Abril 30

Pasamos todo el fin de semana encerrados en nuestras habitaciones y sin nada que hacer. Prácticamente lo hubiéramos pasado en los partidos de mi hermano, pero ese domingo sólo fue de flojera, tanto, que sólo pedimos pizza a domicilio. Y no podía estar mejor ese día, pues el tipo llegó dos minutos después de media hora, así que fue gratis.

Y de tanta flojera, mi padre me inscribió por internet a la preparatoria que vi el sábado.

Pedí permiso para irme yo sola caminando al instituto, ya que quería estirar las piernas de tanto estar acostada.

Pasé por el puente de candados. ¡Seguía sin poder creer que estaba aquí mismo en París! Algunos candados se veían oxidados, lo que era bueno ya que ese candado estuvo mucho tiempo, al igual que la relación de quien lo colocó... Al menos eso pensaba.

Iba caminando cerca del parque, donde está la estatua, cuando un chico chocó conmigo por haber estado corriendo. La fuerza del choque ocasionó que cayera sentada. Me quejé por el doler en el trasero y en mi cabeza por chocar con su pecho.

-Ah, lo lamento. -Tomó mi mano y me ayudó a leventarme, mientras yo sobaba mi frente. Alcé mi mirada a sus ojos. Bellísimas esmeraldas como ojos, perfecto cabello dorado y brillante, llevaba puesta una camisa negra y una blanca sobre ella. Hermoso rostro bien definido y bien cuidado. ¿Morí en el impacto o qué demonios hacía un ángel frente a mí? -¿Estás bien?

-Estoy bien, s-sí...-Su respiración estaba agitada. -¿Tú estás... bien?

-Oh, hablas inglés... Eh, sí. Yo-

-Adrien. -Una mujer delgada de lentes y cabello castaño atado a un chongo bajó de un auto gris y se acercó a nosotros. -Sabes que lo que hiciste estuvo mal, no debes volver a hacerlo. -Parecía molesta, hasta que posó su mirada en mí. -¿Quién es ella?

-Nadie en especial. No lo conozco. -Contesté, algo nerviosa.

-¿No hablas francés?

-Sí, sólo que estoy acostumbrada a no hacerlo. -Rasqué mi nuca.

-Si no se conocen, ¿por qué están tomados de las manos? -Miré mi mano izquierda. Podía sentir la calidez y la suavidad de su mano aún sosteniendo la mía. Soltamos nuestras menos al instante. Hasta yo podía ver como mis mejillas se ruborizaban. Eso fue incomodo.

-Ch-Choqué con ella y la ayudé a levantarse. Es todo. -Adrien sobó su nuca con un rubor en sus mejillas.

-Ve de una vez a la escuela, y que sea la última vez que sales así de casa. -Subió al auto y éste arrancó desapareciendo entre las casas de la ciudad. Él soltó un suspiro.

-¿Tu madre? -Pregunté mirando a la nada.

-N-No. Es... la secretaria de mi padre. -Contestó él. -Bueno, me voy a la escuela. Siento mucho lo que pasó.

-Está bien, no te preocupes. -Di media vuelta y seguí mi camino.

-¿Tú también vas al colegio Françoise Dupont? -Preguntó acercándose a mí.

-Sí, mi padre me inscribió aquí, ya que nos mudamos por un trabajo que consiguió.

-Pues bienvenida a la ciudad. -Cruzamos la calle llegando a la panadería Dupain.

-Gracias. Soy ______, ______ ****.

-Adrien Agreste. -Cruzamos otra calle llegando al colegio.

-Hola, viejo. -Adrien chocó su puño con el del moreno.

𝑴𝒊 𝑳𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝑷𝒂𝒓𝒊́𝒔 [ Adrien/Chat Noir ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora