𝑴𝒊 𝑳𝒍𝒆𝒈𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝑷𝒂𝒓𝒊́𝒔 [ Adrien/Chat Noir ]

《𝓡𝓮𝓰𝓪𝓵𝓸 𝓢𝓸𝓻𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪》

Junio 1

Volví a tener la visita de la doctora en el hotel, después de que regresamos a la ciudad. Adrien me trajo a casa y él regresó a la suya sano y salvo.

Cuando mi madre se enteró de todos los problemas que tuve, en vez de llamarme la atención comenzó a reír. Sí, fue estúpido. Tuve la suerte de todo el mundo de que mi padre tampoco me llamara la atención. ¿Por qué? Simple. Me entere que salió de la ciudad de parte de su trabajo.

Esa misma noche, la visita de todos los días habia llegado. Deje pasar a Chat... La costumbre, lo siento. Adrien. Deje pasar a Adrien quien estaba "molesto" porque no lo lleve conmigo al campamento. Pero resultaba que yo había hecho jaque mate.

Le pregunte sobre el akuma de esa noche y como era posible que ambos héroes de París habían salido de su ciudad. A lo que él no supo que responder.

Cambiando de tema drásticamente. Me entere que había un día en el que festejaban el "día de los amigos" una vez al año en el instituto. Algo fuera de lo común, pero muy interesante.

Salí del hotel en dirección al instituto para comenzar un nuevo día. Teniendo en mente que día sería esa celebración.

Al llegar, la entrada del instituto, tenía un cartel color salmón y letras negras con la frase "¡Feliz Día del Amigo!". Baje la mirada a los chicos quienes estaban rodeados de chicas, debido a Adrien, supuse.

Me acerque a ellos cuando Nino me señaló con la mirada, a lo que Adrien dirigió sus esmeraldas sobre mí. Yo solo sonreí.

—Ah. Compermiso. Necesito... pasar. —Indicó Adrien pasando entre el mar de señoritas para acercarse a mi seguido por Nino.

—Hola, chica. —Dijo Nino, colocandome una gorra color (elijan su color preferido), que es mi preferido.

—¿Para mí? —Pregunte, subiendo la gorra tan solo un poco, ya que no me dejaba ver. Nino asintió.

—Feliz día, pequeña amiga.

—Hehe, gracias. Perdón si no traje algo para ustedes y los demás, no sabía cuando era a pesar de que sabía lo del festejo.

—No te preocupes por eso. —Dijo Adrien, sacando una pequeña cajita de su mochila. En ella, venía una pequeña cadenita dorada con la mitad de un corazón colgando en ella. —Al menos para nosotros, es mejor que tu resivas. —Rodeó mi cuello regalándome un abrazo, a lo que yo rodeé su cintura. —Y por favor que solo sea de nosotros.

Eso fue algo que no vi venir de su parte. Al soltarnos, mire la cadenita y el corazón en ella. Era simple, bonito, pequeño, lo cual no le puso mucho empeño en él, algo que me gustaba de su parte.

—Bueno, iré con Alya ya que acaba de llegar. Los dejare SOLOS... ahora mismo para que puedan HABLAR... los dos. —Indicó Nino. Golpeó ligeramente el hombro de Adrien y se alejó de nosotros.

—Eso fue denasiado obvio. —Dije, siguiendo a Nino con la mirada.

—¿Qué cosa? —Preguntó Adrien.

—¿Tienes algo que decirme?

—¿Yo? —Asentí con la cabeza. —Eh... No. Ah, no, sí. O sea, sí... pero no. Esto... Sí. —En eso la campana sonó, indicando que las clases comenzaban.

—¿Tal vez era que ya debemos entrar a clases? —Comenzó a reír mientras negaba con la cabeza. Rodeó mi cuello con un brazo y yo su cintura con uno solo, dirigiéndonos a la entrada de la escuela.