Toxic coffee.

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Un chico rubio, de ojos lindos y de una sonrisa aún más linda servían café en la única cafetería de Castle Combe. La cafetería se llamaba Toxic, ya que contaban que el dueño se intoxicaba como Van Gogh con pintura amarilla. El chico años atrás había estado buscando novia, pero él hoy en día sólo vivía la rutina. Se levantaba a las nueve de la mañana y se iba a trabajar, volvía en el atardecer y arreglaba sus cosas en su pequeño apartamento, aveces leía libros y otras veces cantaba las famosas canciones que escuchaba en su pueblo, cantadas por personas felices caminando por las calles y que estaban llenas de vida, justamente lo que a ese chico le hacía falta. Él solía mirar su pequeño pueblo, con apenas cuatrocientos habitantes como mucho, como niños pequeños corrían por el verde césped y disfrutaban de los atardeceres todos los días mientras estaban sentados en una mesa en el lugar en el que el trabajaba, esperando ser atendidos para disfrutar esa belleza natural con un café a su lado. Profundamente él lamentaba ser una mancha gris en una pintura llena de colores.

Su nombre era Reece, Reece Pheeps. Tenía diecinueve años y no estudiaba nada, sus padres tenían suficiente dinero para mantenerlo y que él hiciera de su vida lo que quisiera, pero Reece no deseaba hacer de su vida una dependiente de sus padres, así que trabajaba en ese café por gusto, aunque realmente nadie creía eso del chico. Muchos clientes frecuentes de el Toxic intentaban ser amables con él, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, habían dicho por algún sitio. Todos pensaban que Reece era mayor, era alto, abundantes ojeras, y pasaba el día en el café, todos dirían que es un joven recién salido de la universidad fracasado, pero nadie sabía que ese muchacho estaría recién entrando en ella.

Todos creían cosas erróneas de ese jovencito, todos decían cosas malas de él, a nadie le agradaba. Pero realmente, ¿Cómo un extraño puede averiguar la vida de alguien cuándo nunca ha hablado con él?.

Las personas suelen hacer eso, juzgar a un libro por su portada, los más antiguos siempre suelen ser los más malos, los libros recién ingresados siempre son de mayor interés. Pero nadie sabía que Reece Pheeps podía ser un libro antiguo que todo el mundo quisiera leer, pero, lamentablemente, como pasa con los libros viejos, sólo había una copia de esas antiguas hojas. Y qué mejor que una chica que hidolatraba leer para abrir ese viejo y desaliñado libro.

toxic. » reece bibbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora