Chapter six.

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"—¿Quisieras salir algún día?. —preguntó Reece una noche.

"—¿Reece invitándome a salir?."

Reece había comenzado a hablar con Rachel más seguido, comenzaron a hacerse amigos y Reece no podía sacársela de la mente, el mismo se sorprendió esperando la media noche todos los días.

"—Sí, eso creo que dije."

"—Supongo que no puedo salir durante el día."—dijo la chica.

"—¿Porqué no?."

"—No tengo... tiempo."

Reece notaba inseguridad en Rachel esa noche. Él sólo le dijo que quería salir, pero ella pareció incomodarse, pareció complicarse por la petición del muchacho, y eso a Reece le hizo sentir mal, pensó en muchas cosas, el imaginaba desde siempre que era malo con las chicas, pero esa noche pareció confirmarlo.

"—No importa, Rachel. No sé en qué estaba pensan..."

"—No quiero que pienses que trato de evitarte."—cortó—."Es sólo que me gusta estar aquí contigo, me gusta pensar que este es nuestro lugar."

Reece sonrió con ese comentario, y por primera vez en años, se sonrojó. Reece no recordaba como era sonrojarse, no recordaba todos esos sentimientos que Rachel estaba haciéndole sentir de un tiempo a esa parte, a Reece le asustaba Rachel, le asustaba el poder que imponía en él tan sólo con mirarlo. Pero al chico le gustaba sentir lo que sentía por Rachel, le gustaban las medias noches con ella y le gustaba observar sus finas manos jugueteando con la servilleta. Era una chica hermosa, su cabellera rubia y sus ojos encajaban a la perfección con sus facciones. En un momento, el muchacho pensó en lo bella que era Rachel, pero se arrepintió de pensar siquiera en volver a amar, Reece no sabía de qué se trataba ello.

"—No pienso que me estás evitando, Rachel. Sólo es una salida, no importa."

La chica parecía haberse reconfortado, como si el no salir con Reece la hubiera tranquilizado de una manera. Pero aún así, a Reece no le importó dónde y cuándo estuvieran juntos, a él le importaba que estuvieran.

Con el pasar de las semanas, Reece tenía ánimo, cuidaba a Henry y comía más, se veía más atractivo y vivo, Reece se veía vivo. Dejó de recordar el momento de las mañanas en las que despertaba y tampoco recordaba el momento dónde Rachel se marchaba del café, dejó de dormir lo suficiente y culpó al insomnio por sus pocos recuerdos sobre las mañanas y el momento en los que deseaba dormir. El día a día de Reece comenzó a dejar de ser oscuro, y comenzó a intoxicarse con pintura, pintura amarilla, como el cabello de Rachel. Como Rachel.

Los pensamientos de Reece se desviaban cada vez más para enfocarse en esa pequeña chica. Reece ya la había visto a su lado, y apenas le llegaba al hombro, era una clara muestra de ternura, pero al mismo tiempo demostraba firmeza, y Reece cada vez que la miraba a los ojos, no notaba la tristeza que había visto el día que Rachel pisó el Toxic por primera vez. Reece comenzó a mirarse a sí mismo cada día en el espejo, veía cambios, y uno de ellos era que cada día se miraba con una sonrisa, una sonrisa que la mismísima Rachel provocaba en él. Esa chica, sin ser nada de Reece, logró lo imposible. Rachel logró en Reece aprovechamiento de la juventud, de la vida del chico. Rachel no sabe lo que pasa con Reece, y tampoco quiere saberlo.

Rachel no necesita retroceder para saber avanzar. Ella sólo necesita al Reece Pheeps que conoce para hacer algo con él, para lograr felicidad.

Una bellísima noche, dónde las estrellas iluminaban todo Castle Combe, dónde Reece esperaba a Rachel con su café y servilleta en el mesón de pago, ella llegó bellísima. Era verano, las noches eran tibias y las estrellas denotaban ante todo, la luna era una grande bola de queso y todo era bello, pero Rachel era más bella que cualquier luna o estrella de esa noche. Llevaba un vestido corto de color negro, sus clavículas marcadas estaban a la vista de Reece, su pálida piel resaltaba cada centímetro de su ser, Reece creyó que nunca había visto a una chica tan bella hasta ese día.

"—¿Me concederías una caminata por el pueblo Castle Combe, Inglaterra?."

"—Creo que primero deberías servirte tu café."—dijo Reece, plasmado.

"—¿Porqué me miras así, rubio?."

"—Por que te ves despampanante, Rachel."

La chica rodó los ojos.

"—Es sólo un vestido."

"—No es el vestido, eres tú. Te ves despampanante."

"—¿Eso es un cumplido?."

"—Si tomamos en cuenta que odio al 99,9% de la población de Castle Combe, sí, es un cumplido."

"—Entonces puedo darte las gracias."

"—Eso creo."

"—Gracias, rubio."

"—De nada, rubia."

Reece y Rachel salieron a caminar esa noche, caminaron por las desoladas calles de Castle Combe, rieron, miraron las estrellas y mantuvieron silencio. Dicen por algún lugar, que los silencios son mejores que las palabras, dicen que hay un ángel que resguarda el silencio, les roba la voz, y es por que realmente no la necesitan.

El silencio de esa noche entre Rachel y Reece, dijo más que diez mil palabras. Ya que los dos guardaban en su corazón un secreto, y los secretos se mantienen en silencio, y qué mejor que dos almas secretas que buscan intoxicarse con pintura amarilla para guardar silencio en una estrellada noche.

toxic. » reece bibbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora