Capítulo 10. "Tú eres"

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Courtney

Presente.

Me paro frente a James y lo miro seria mientras dejo caer el periódico frente a él, sólo para que observe la noticia en primera plana. Toma unos segundos para que reaccione y se de cuenta de lo que tiene frente, frunce el ceño mientra inclina un poco la cabeza para leer la noticia.

—¿Entonces te fue bien?—pregunta con una pequeña sonrisa.

El día que llegue a casa y me enteré que no iba poder recogerme en el aeropuerto porque tenía que ir a una audiencia, lo vi hasta la cena y fue ahí cuando le dije que no le comentaría absolutamente nada del viaje hasta que la noticia estuviera publicada, eso y que estaba algo molesta de que hubiera hablado con su madre para que siguiera con el empleo ya que, me obligó a salir de mi guarida cuando aún no estaba lista.

—¿Eso quiere decir que ahora me contarás todo?

—Eso y que quiero golpearte—le digo mientras me siento—. Antes estaba agradecida por lo que hiciste, pero cuando estaba ahí parada simplemente me sentía un fenómeno.

—Pero...

—Sí, sí, sí, hice una buen trabajo según todos, pero nadie pregunta cómo me sentí—con la mano sana, abrazo el yeso del brazo—: Era la chica del accidente de auto que todos miraban y trataban con lástima.

—No creo que....

—Tu no viste como me miraban—lo interrumpo de nuevo—. Seamos sinceros, a todos los lados a los que vaya la gente me va a ver así por las estúpidas heridas y cicatrices.

—Eso o que admiran que estés caminando entre ellos.

—Un muerto camina entre los vivos—bromeo.

James niega con la cabeza de una forma lenta mientras deja el periódico en la mesa con algo de molestia que mi broma le ha provocado.

—No digas eso.

—¿Por qué?

—¿Crees que esas bromas me causan risas cuando me dieron la noticia de que tu corazón se detuvo unos segundos en el quirófano?—pregunta con cautela.

—Pero estoy...

—No, Courtney, no me parece gracioso la forma con la que te burlas de la suerte, en verdad, sólo... deja de hacerlo.

Me recargo en el respaldo de la silla y miro la punta de los converse negros mientras intento no decir algo estúpido que lo haga enojar, porque conociéndolo, va a enojarse, va a a empezar a sacar lo que le disgusta del tema, voy a sacar otros problemas, el al ser abogado va a recordarme las peleas que ganó, yo voy a intentar poner eso en su contra y después de tanto, terminará durmiendo en el sofá y a media noche decirme que era su culpa. Pero algo que tengo con aún más certeza es que si peleamos,  esta vez él se quedaría toda la noche en el sofá e incluso toda la semana, porque quizá sé es culpa mía... o quizá el destino sólo quiere que parezca que es mía para que cargue toda la culpa.

—Bueno...—murmuro—, no debo seguir con mis burlas hacía la muerte, pero debo hablar con tu mamá.

Y está vez, no veo su cara de mal genio, todo lo contrario; me mira espantado.

—¿Para qué?

—Porque tengo que hablar con ella—le digo obvia.

—Está bien que te haya escogido en esta vida y la otra, pero...—maldice entre dientes al darse cuenta de lo que ha dicho— ¿Es necesario?

Asiento con la cabeza.

—Tengo que darle las gracias por lo del empleo aunque odie que lo haya hecho.

Enamorada para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora