¡Los helados me encantan!

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Salí de la escuela hecha una furia. Me quedaban unas tres clases por delante pero tome mi embarazo como una manera para escapar de ese lugar. 

Mis piernas pesaban y me inicio un dolor de cabeza catastrofico. Llegue a una pequeña heladería en el centro donde me esperaba mi helado de tres escalones de chocolate y un viejo libro. Me senté cerca de la ventana, donde las nubes me taparon la vista del sol. Cuando era pequeña, normalmente le decía a mi padre que el clima cambiaba de humor al mismo tiempo que yo lo hacía, porque siempre que estaba triste o desanimada empezaban a caer pequeñas gotitas del cielo. 

- Me dijeron en el mostrador que una chica guapisimamente embarazada había pedido un tres escalones de chocolate. - dijo la voz del chico que pensé nunca volvería a dirijirme la palabra. - Y como hay otra embarazada por allá y esta demasiado buena creo que se lo daré a ella. 

- No juegues con los helados cuando se trata de mi, Zac. 

- ¿Alguna razón? 

- ¡Los helados me encantan! - dije euforica. 

Zac se rió haciando notar su perfecta sonrisa. Nunca la había visto. Siempre estaba pendiente del chico más imbecil del planeta. 

Tomo asiento frente a mi con toda la naturalidad de mundo, como si no le importara que lo vieran conmigo. No digo que sea un bicho extraño, es que simplemente si ves a unos chicos en una heladería juntos piensas que son pareja. Aún peor, si uno de ellos esta embarazado piensas que metieron la pata hasta el fondo. 

No se iba de la realidad pero me encontraba con el tipo equivocado. 

- ¿No deberías estar en clases? - pregunte mientras comia mi delicioso helado. 

- La temporada acabó, Sky. Necesitaba una escapada. ¿Hoy tienes el ultrasonido? 

- Se supone que mamá pasará por mi a eso de las dos. 

Revisó su telefono de lo más casual que pudo. Pude notar un poco de emocion cuando los números aparecieron en su pantalla. 

-       Aun tienes una hora, ¿quieres tener esa cita de la que hablé? – sus ojos llenos de emoción no me dejaron responder durante unos minutos alguna respuesta inteligente que se me ocurriera.

-       Nunca mencionaste una cita.

-       Bueno, ¿quieres salir en una cita de una hora con un chico que piensa que eres muy inteligente?

-       Me convenciste con lo de inteligente. – ambos sonreímos. - ¿Y donde planea Romeo llevarme?

-       Ya verás.

Una de las mejores citas que he tenido en mi maldita vida.

Caminamos por el Central Park como dos personas normales. Zac me pregunto que como quería la cita y yo le conteste eso, como dos personas normales.

Caminamos por la mayoría de lugares mirando por ahí, sonriendo y degustando uno del otro. Zac llevo todo el tiempo las manos en sus bolsillos y una sonrisa en su rostro, por lo que supe que se divertía tanto como yo. A ser muy sincera me hizo sentir como si no fuera la Skyler embarazada de un chico que no tiene una relación o como la ex de su mejor amigo. En ningún momento del paseo me miro más debajo de los ojos, lo que me hizo sentir a salvo de lo que me rodea.

-       ¿En qué momento pasaron nuestras vidas tan deprisa, Sky? – había dicho el cuándo nos sentamos frente al estanque - ¿En que momento dejamos de ser esos niños revoltosos que amaban ir a la escuela a jugar y hacer miles y miles de amigos? A lo mejor lo sabes tu mejor que yo pero si ahora me preguntas le temo a lo que venga por delante. Le temó al futuro.

-       Supongo que nuestros padres hablan de esto cuando dicen “vida”. – nos miramos a los ojos – Si te digo la verdad, no se en que momento me converti en esto. Seré mamá cuando llegue a la graduación, no tendré amigos que invitar a mi fiesta de bienvenida ni podre estudiar lo que me encanta.

-       ¿Pensabas eso cuando todo paso?

-       No realmente. Desearía poder devolver el tiempo a aquellos años donde no conocía a nadie y no podían hacerme daño.

-       Puedes hacer que nadie te haga daño.

-       ¿Cómo?

-       Creyendo en ti misma, Sky.

Mamá paso por mi veinte minutos tarde por lo que me dio tiempo de seguir hablando con la gran mente que era Zac. ¿Quién pensaría? Por primera vez, un chico al que todas las chicas quieren en su cama tiene cerebro para otra cosa que no sea el sexo.

-       ¿Nos veremos mañana? – pregunté antes de subirme al auto.

-       Nos veremos lunes, martes, juernes, cualquier día que se te ocurra Sky.  – un beso en la mejilla termino de convencerme. – Eso si, dile al pequeñin de ahí abajo que si es un monstruo zombi no te coma todavía. O mejor que no te coma nunca y se coma al tipo que llamo mejor amigo.

Nos despedimos con la mano y me dirigí al consultorio de la doctora King. Era una tipa nueva de la de la ultima vez por lo que mamá me informo. Le mande un mensaje a Eithan con la dirección del consultorio por si quería conocer a su retoño.

La secretaría, con una sonrisa demasiado falsa, nos llevo a la zona de ultrasonidos a mi y a mi familia, completa. Los trillizos habían llegado junto  a Tommy unos diez minutos antes. Estaban demasiado felices por descubrir el sexo del troglodita.

Pero quien iba a hacer que yo sonriera no había contestado mi mensaje.

-       Hola familia – dijo King poniéndose sus guantes – Vamos a ver que decidió la madre naturaleza para hoy. '

Me colocó la baba extraña que te ponen en el estomago y empezó con los pequeños círculos. Mamá y la familia prestaba atención a la pantalla como si supieran descifrar cada cosa.  

-       Muy bien, el corazón excelente y parece que serán chicos muy deportistas con esas piernas que no dejan de moverse.

Momento.

¿Serán chicos?

¿Chicos?

-       Esta usted equivocada – dijo mamá poniéndose nerviosa – tenemos solo un bebé esperando.

-       Oh no señora. Mire bien. A menos que su bebé tenga cuatros piernitas y dos corazones, ofrezco una pareja de gemelos. Una niña y un niño. ¡Algo único!

No supe la respuesta a esa euforia. 

Terriblemente embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora