Nos más palabras

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Mi corazón se detuvo. Cuando digo que se detuvo no lo digo en broma. Sentí un vacío que no podía llenar aunque no tenia razones para ponerme así. 

Continuamos caminando para llegar a la mesa junto a la ventana en la que Zac solía sentarse con su padre.

La mesera nos tomo la orden de inmediato. Ordene unas papas fritas con mi batido de piña.

Lo peor que pueden imaginarse es que el tipo que me dejo sola estaba justo en frente de mi, o bueno a dos mesas.

- ¿Te ocurre algo? - preguntó Zac sacandome completamente de mis pensamientos. 

- Nada, solo pensaba en lo buena que es mi vida. - dije para sonar entretenida.

- Lamento que Eithan este por acá. Se dice que dejaron las cosas muy rapido, aunque para mi gusto no eran una pareja muy cuerda.

- ¿A que te refieres? 

- El estaba contigo por compromiso. Era como su responsabilidad. 

Siendo sincera nunca me había preguntado cosa como esa. Eithan y yo nunca tuvimos oportunidad de conocernos realmente. Nos hicimos cercanos a la hora de enterarnos del bebé,  pero de todas formas nunca mostró interés en mi y no lo culpo.

- Tal vez solo estaba arrepentido de arruinar mi vida - dije en voz alta.

No mencionamos más el tema. Continuamos comiendo. Yo no sacaba los ojos de mi plato lo que me hacía parecer que moría de hambre (lo cual no era falso). Miraba de reojo a la mesa del frente de vez en cuando descubriendo una sonrisa maliciosa de parte de Eithan.

Ojala lo disfrutara. 

- ¿ Quieres ir a mi casa?

- Bien - sonreí. 

Caminamos a la salida cuando sentí un calor detrás de mi.

- Sky... - dijo Eithan detrás de mi.

Me volví para encontrarlo con las manos metidas en los pantalones que lo hacía verse muy atractivo. Tenía el rostro en neutro, lo que no me mostraba alguna señal de lo que quería conmigo.

- Hola Eithan. - dije sin más.

- ¿Podemos hablar?

Lo miré. De como miras al enemigo a la hora de actuar. Lo miré como nuca pensé que lo miraría. 

Odio, tristeza.

- ¿Hablar? - negué con la cabeza. - ¿Ahora quieres hablar?

- Tengo cosas que decirte. 

- Ahorralas - sonreí sarcásticamente.

Tomé el brazo de Zac, quien estaba totalmente desconcertado. Salimos y por la ventana pude ver a Eithan aún de pie tragándose sus estupidas palabras. 

Tomamos un taxi hacia la casa de Zac. Vivía a unas seis cuadras de mi casa por lo que me fue fácil reconocerla. Había ido una vez a una fiesta en el primer año pero no la recordaba igual a hace años. 

- Lindo - dije entrando al edificio. 

- Han hecho un par de arreglos.

Caminamos hacia la enorme cocina. Mi aburla se volvería tremendamente loca si supiera que hay cocinas tan grandes y que traen todo incluido. 

-¿Quieres comer algo? - preguntó Zac.

- Si, por favor.  - Aun moría de hambre.

- Eres la primera mujer que me acepta algo de comer después de salir.

- No has tenido muchas experiencias con chicas entonces. 

- Supongo - sonrió marcando un lindo hoyuelo. -Las chicas se le dan mejor a mi amigo.

- ¿Como esta?

- ¿Diego? Igual de idiota. Tiene otra chica, si es lo que quieres saber. - se encogió de hombros. 

- Eso no me interesa.

Nos quedamos callados hasta que la lasaña instantánea estuvo lista. Según Zac era realmente deliciosa, y esperaba que así fuera.

Y vaya que lo fue.

Subimos a su habitación y nos sentamos en el sofá que daba a la terraza. 

- ¿ Por qué quieres ser mi amigo, Zac? - pregunte de repente. 

- Siempre te he admirado, Sky. Aun cuando estabas con Diego parecías hecha de otro material. Traida de otro mundo.

- ¿Te gustan los aliens? 

- Si se parecen a ti, me encantan.

Lo miré a los ojos esta vez.

- Tu solo me vez a mi.

- ¿Debería ver otra cosa?

- Siempre me ves a mi. Cuando estaba con Diego y los chicos siempre me hablabas tan normal. No mirabas ni que ropa usaba ni como hablaba, simplemente a mi. Ahora que todos se fueron, no miras a mi estómago o a otra cosa. - Porque así se tienen que ver a las personas, por el alma.

Me quede muda de repente,  entendiendo que todo este tiempo estuve con el chico equivocado. 

- Me gustas - dijo sin más. - pero yo sé que estas enamorada de Eithan. 

Me acerqué lo más rapido que pude y nos besamos. Esa clase de beso que te quita el aliento de un tirón y te saca el alma. La clase de beso que nunca entendí en las películas hasta que lo sentí. 

- Lo siento - dije.

- ¿Por que? 

- No quiero que te guste una chica cargada de problemas - mire mi estómago. 

- Todo lo arregla el tiempo, Skyler. Completamente todo.

Terriblemente embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora