III- ACOSADA

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Me encontraba totalmente hundida entre las sabanas, sentía el calor que se había acumulado durante la noche entre las almohadas que me rodeaban y yo, algo olía realmente bien, lo que me causo una sensación de familiaridad extrañamente tranquilizadora, como si fuera la mañana de navidad y alguien estuviera preparando chocolate caliente en la cocina. Abrí los ojos poco a poco para después de todo ver que frente a mí se encontraba el ventanal de mi habitación.

—¿Cómo llegué aquí? — fue lo primero que pensé después de tallarme los ojos pesadamente y estirarme un poco para alcanzar mi celular que estaba en el suelo. la luz que estaba aún era muy poca y la ligera brisa mañanera me invitaba asumir que era aún muy temprano lo cual confirme al ver la hora en mi celular.

Me despejé un poco y me propuse a dibujar un rato antes de alistarme y para mi sorpresa encontré algunas hojas llenas de palabras al azar que parecían haber sido escritas de forma desesperada. Me asuste un poco debo admitir, pero intente recordar si lo había prestado mi cuaderno a alguien de la escuela. La verdad era que no. Con un sentimiento extraño en el cuerpo me dirigí hacia el baño para alistarme e irme temprano a clase, sin antes aromatizar debidamente.

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La entrada de mi colegio siempre me parecía poco agradable, era alta y la pintura que hace años la hacía ver formal y seria ahora la convertía en un edificio con un aire de cárcel. La cárcel a la que asistíamos de forma consentida. Me quede en silencio observándola mientras que las personas a mi alrededor seguían su camino sin inmutarse.

Todo era demasiado raro el día de hoy, como si no reconociera las cosas lo suficiente, como si todo se hubiera tornado diferente de un día a otro. Una chica de cabello ondulado y profundos ojos color almendra me saludaba desde la puerta principal; tenía una sonrisa que te daba tranquilidad, pero mientras me saludaba yo no me había movido ni un centímetro por lo que su expresión iba de cortesía hasta incomodidad cuando me quede inexpresiva ante su acción.

Su nombre era Leira, realmente no recuerdo cómo fue que la conocí, quizás pudo haber sido en años anteriores, lo único que tenía en claro es que vivía muy cerca de mí, creo que era mi vecina pues la había visto paseando por la calle alguna vez. Nunca había conversado más de la cuenta con ella y mucho menos había entablado una amistad.

En realidad, hacía ya mucho tiempo que no entablaba una amistad con nadie, no después de Allison, no después de Iris, Anahí o Zelena. Todo era demasiado complicado después de lo ocurrido.

Sin quererlo y como por azares del destino pude observar como aquel grupo de tres se dirigía a la puerta principal desde el estacionamiento, el día de hoy se veían realmente felices, pero cuando sus miradas se cruzaron con la mía pude sentir el asco que me tenían, estaba decidido hoy no sería un buen día.

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Las clases ocurrieron con normalidad, lo más "importante" había sido que me quede sola de nuevo después de que todos formaron equipo para el proyecto final. Después de un tiempo te acostumbras a eso, a sus miradas de miedo o quizá de indiferencia que se formaban alrededor de ti cuando las butacas se unían en dirección contraria y aunque muchas veces intentaba verlo como algo sin importancia después de todo era molesto.

Sali del salón intentando contener la respiración y que la profesora no volviera a intentar hablar conmigo para unirme al club de lectura; todos sabíamos que era una fachada para un grupo de inadaptados que acudían para no caer en depresión y tal vez no tengo nada en contra del hecho de brindar apoyo a estudiantes que no pueden adaptarse lo suficiente, pero estaba convencida de que asistir ahí solo me haría más patética y encontrarían una nueva forma de apartarme de ahí.

LOS ILUMINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora