X.- LA ODISEA DE PREPARAR UN CUERPO

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Me aparté de su campo de visión y al final de la habitación, frente al sofá estaba aquel hombre, recostado en el suelo; de solo verlo me dio un escalofrío.

— Tenemos mucho trabajo por hacer— dijo Leira apoyando su brazo en mi espalda.

Después de escuchar esas palabras todo mi cuerpo se estremeció, aquello era de lo más raro y absurdo, acababa de ver un cuerpo, y además de no asustarse demasiado se había ofrecido a ayudarme; me aparte paulatinamente de ella y la contemple por un momento.

— ¿Sucede algo malo? — sus ojos me miraban, pero en ellos no había ningún rastro de miedo o preocupación, más bien emitían un brillo extrañamente tranquilizador.

— No entiendo por qué me ayudas, ni siquiera pareces asustada— las palabras salían de mi boca, pero mi cabeza no mostraba ningún pensamiento, aquella desesperación y duda que parecía desbordar de mi interior había desaparecido, todos los sentimientos habían abandonado mi ser, dejando mi interior como un cascaron vació.

Un silencio incómodo se hizo presente, no parecía que hubiera nada por decir.

—Yo tampoco lo sé, solo siento que debo ayudarte, y ¿por qué tendría miedo? — contesto Leira, mientras me regalaba una sonrisa tierna, pero no del todo sincera.

— Asesiné a ese hombre, parece que en eso no cabe duda— aquellas palabras seguían saliendo solas de mi interior, ni siquiera yo estaba segura de que esa afirmación fuera del todo cierta, pues había olvidado comentar que perdí el conocimiento durante el ataque.

Por un momento sentí que mi conciencia abandonaba mi cuerpo, no lograba entender como después de lo sucedido podía sentirme tan tranquila. La inestabilidad que habitaba en mí, capaz de cambiarme de esa forma era una de las razones por las que la gente se alejaba de mí, con tal de no salir lastimados.

— No creo que haya sido tu intención asesinarlo, solo te estabas defendiendo— mientras decía eso Leira se dirigió a la cocina y al volver trajo consigo un vaso de agua, para después dármelo.

El cuerpo frente a nosotras seguía derramando sangre en la alfombra, era un adolescente; durante el ataque no pude llegar a apreciar los detalles, pero parecía ser realmente joven, quizás un año menor que nosotros, su cuerpo era delgado, pero no se mostraba débil, en su lugar tenía una silueta elegante.

Me acerqué un poco para apreciar mejor sus facciones, sus ojos eran de un lindo color azul, los cuales contrastaban con el color obscuro de su cabello, ante aquel descubrimiento de belleza inesperada me sentí un poco apenada, incluso llegue a pensar en qué habría ocurrido de conocernos en otras circunstancias, ¿habríamos sido amigos? Mientras lo observaba pude notar dos cosas raras, la primera es que me daba un aire de familiaridad muy en el fondo y la segunda es que toda esa sangre venia de sus oídos, era realmente desconcertante, así que intenté acercarme aún más a observar, pero fui brutalmente interrumpida.

— ¿Que se supone que estás haciendo? — La voz de Leira sonó realmente aterradora, entendía su punto, pero eso había sido muy desconcertante, ¿acaso intentaba asustarme?, ante aquella interrupción solo pude asentir.

—Debemos discutir que haremos, hace bastante que debimos llamar a la policía, pero la cuestión es ¿realmente quieres hacerlo? — su pregunta retumbo en mis oídos y recorrió mi espalda en forma de un escalofrío, la situación surrealista a la que nos enfrentábamos solo tenía dos caminos posibles: llamar a la policía y enfrentar cualquier acusación posible, o esconder el cuerpo, esto último aseguraría nuestra culpabilidad y si llegaran a descubrirnos estaríamos en graves problemas.

—Se que parece obvio que debemos ir con la policía, pero algo no me cuadra del todo, cuando me ataco menciono que alguien lo había mandado a robar mi casa— poco a poco iba recuperando el control de mis palabras, pero realmente no quería ir con la policía, algo en mi me decía que no debía hacerlo.

—Si tienes antecedentes es buen momento para mencionarlo— dijo Leira con un tono burlón y sarcástico. Su tranquilidad ante los acontecimientos llegaba a ser aterradora. Permanecí en silencio, de rodillas frente al cadáver, por lo que Leira tomo una decisión por su cuenta.

— Trae alguna sabana vieja que ya no ocupes y algún tipo de cordón, ¿tienes guantes en la cocina? — Me sentí atrapada en un juego macabro, pero más que nada me di cuenta de que estaba siendo muy cobarde y malagradecida, así que me puse de pie y correspondí con una sonrisa ante el esfuerzo de Leira por afrontar la situación.

— Traeré lo que me pides, los guantes que mencionas están en el cajón bajo el fregadero, también puedes encontrar ahí productos de limpieza que quizás sirvan para limpiar la sangre— dije señalando la cocina, mi pulso se aceleró por la emoción, y mis manos comenzaron a temblar.

Me dirigí con rapidez hacia mi habitación, la cual se encontraba en el segundo piso, a cada paso que daba podía sentir que mis piernas estaban a punto de ceder ante la intranquilidad.

Después de recorrer todo ese largo camino me encontré con mi habitación destruida, mi mesa de noche se encontraba boca abajo y todo su contenido estaba esparcido por el suelo, el colchón de mi cama estaba también en el suelo y las sábanas que antes lo cubrían estaban llenas de pisotones y tijerazos, era una escena bastante desalentadora, pero me lleno de rabia el ver mi espacio profanado de esa forma, tome una sábana de la repisa y unos listones del suelo, para después irme.

En la planta baja, Leira se encontraba limpiando la sangre que había en el suelo, había movido el cuerpo unos cuantos centímetros, pero era suficiente para darme cuenta de que no había vuelta atrás, debíamos terminar lo que empezamos.

— La alfombra está arruinada, tardamos mucho en mover el cuerpo y la mancha casi cubre la mitad de la alfombra, lo siento por eso —. Mientras decía esto Leira limpiaba la sangre con un pedazo de tela, qué de vez en cuando remojaba en la cubeta, casi había terminado de limpiar.

— No tenemos que desaprovechar la alfombra, podemos enrollar el cuerpo en esta, y después volverlo a envolver con la sábana, de esa forma no tendremos que preocuparnos por la sangre — sentí mi voz quebrarse mientras hablaba, así que me puse manos a la obra y de esa forma coloqué la alfombra bajo el cuerpo.

— Es buena idea, debo admitirlo — Leira volvió a sonreírme, su cabello estaba recogido de forma rápida, pero se veía realmente bien.

Instantes después, juntas enrollamos el cuerpo en la alfombra y la aseguramos con cinta adhesiva, después de colocar la sábana, aquel delgado cuerpo de silueta elegante se convirtió en un burrito gigante, en medio del salón.

— ¿Tienes una pala? — de nuevo noté aquel tono burlón en Leira, esta vez sonó extrañamente reconfortante.

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¡Hi!

❤ Gracias por leer  esta rebuscada y fantástica historia de amor ❤

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