XVIII- LA INESTABILIDAD DE UNA VELA

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La conversación con ese hombre me había dejado un tanto alterada y aunque parecía que no dormiría más caí rendida después de estar dándole vueltas al asunto varias veces. Me quede dormida. Fue un sueño raramente tranquilo y refrescante, que fue abruptamente interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. De inmediato abrí los ojos para encontrarme de nuevo con aquel hombre de mediana edad que me miraba con una mueca en el rostro.

— No quería interrumpir— decía mientras entraba por completo a la habitación

— No importa, de todas formas, he estado durmiendo demasiado estos días— le regale una sonrisa que intente que fuera lo más sincera posible, después de todo me incomodaba

— Toma, después del susto que te di ayer y de nuevo hoy, te traje pastel— me entrego una pequeña caja de cartón de color rosa, que estaba envuelta en un listón del mismo color, era bella y despedía un olor a tarta delicioso. No pude evitar que mis ojos brillaran por el obsequio.

— Mientras comes, podría hacerte unas preguntas— mientras decía esto sacaba de sus bolsillos una pequeña pluma negra y el mismo bloc de notas de ayer.

— Claro, sin problemas— aunque el pastel inundaba un poco mis incomodidades me sentía nerviosa.

— Primero que nada, mi nombre es Robert, soy uno de los pocos detectives que tenemos en esta ciudad y estoy investigando la desaparición de Lucas, el chico que te mencione ayer— me miraba fijamente mientras hablaba, así que me limite a asentir.

— ¿En ciclos pasados fuiste compañera de Iris, conocías a su hermano Lucas? — me pregunto finalmente

— La relación que mantuve con Iris y las demás chichas nunca fue más allá de los pasillos de la escuela, nunca conocí a sus familiares, así que realmente no sabía de su existencia, confieso que nunca pareció relevante— intente sonar convencida y calmada, espero estar consiguiéndolo.

El teléfono comenzó a sonar y aunque estaba en un volumen considerable me hizo saltar un poco del susto. El hombre me hizo un gesto de cortesía y salió de la habitación rápidamente. Me quede sentada en la cama, sola, no había notado que había flores en mi habitación, que considerados son aquí.

De repente, entro Leira a la habitación, su respiración era violenta y tenía la cara bastante roja por el esfuerzo quizá. Me miro y sonrió rápidamente.

— Lydia, tenemos que salir de aquí con urgencia, lamento haberte dejado en la condición en la que estabas, pero tú sabes que este lugar no es del todo seguro— la mire confusa mientras ella revisaba rápidamente la habitación.

— ¿De qué hablas? Me estas asustando— Leira parecía no escucharme, pero ante mis palabras se sentó junto a mí.

— ¿No sabes cómo llegaste aquí, o sí? — ciertamente no recordaba nada

— El detective Robert me dijo que llame a urgencias después de que me caí de las escaleras— le conteste un poco asustada por sus palabras.

— No es verdad, yo estaba vomitando en el baño de la habitación cuando escuche el estruendo de tu caída, corrí para ver que te había ocurrido, pero de la nada salieron un puñado de hombres armados y otros con una camilla que te llevaron— Me quede completamente pasmada ante lo que me decía.

— Lamento no haberte ayudado, quizá tuve miedo— mi nariz volvió a sentirse caliente y me ardía sin razón.

Leira parecía no querer hablar más, así que comenzó a desconectarme de los aparatos del hospital y me señalo el espacio entre la cama y el suelo. Sin previo aviso lanzo el florero que había en la habitación junto con las cortinas que adornaban el cuarto. Corrió rápidamente a esconderse junto a mí.

La puerta de la habitación rechino ante la fuerza con la que se abrió de repente, era el detective, que inspecciono con la mirada el cuarto rápidamente antes de salir corriendo y gritando. Apenas si podía controlar mi respiración ante la situación.

— Código Azul, código azul, posible encuentro con Aradia — después de eso no pudimos escuchar más su voz.

— Tenemos que irnos rápidamente, aunque tendremos que conseguirte ropa, antes que nada— sin decir nada más me tomo de la mano y salió de nuestro escondite.

Salimos del cuarto con extremo sigilo, Leira me estiraba del brazo y me guiaba como si conociera el lugar de toda la vida. Comencé a sentirme mareada, el piso estaba helado y yo iba descalza, así que la sensación al combinarse con mis mareos me daba un escalofrió constante en la espalda. Cedo ante la presión y siento como mi cuerpo se desploma ante el piso helado del pasillo. Puedo sentir como Leira me sostiene y me intenta despertar.

— ¿Comiste alguna cosa que te dieron? ¿Lydia? – la voz de Leira se desvanecia de pronto junto con mi conciencia.

*******

Oscuridad, simple y sencilla oscuridad. Tan llena y vacía a la vez que me daba una falsa sensación de seguridad. De nueva cuenta atrapada entre mis pensamientos, flotando entre nubes negras de inseguridad y deseo. Muy a lo lejos, tan lejos que apenas era un punto en el horizonte, se podía ver una luz, una luz violeta y pequeña, por curiosidad me acerqué para verla, pero parecía que también se acercaba a mí; era una grieta en el horizonte, a través de ella se podía ver a una mujer joven con una niña así que sin pensarlo metí la mano.

Las sabanas estaban suaves y el ambiente tenía un rico olor a tarta, tarta de chocolate con seguridad. Me levante con rapidez, por fin después de tanto tiempo era mi cumpleaños, mi cumpleaños número 7. Me puse mis pantuflas de rana que me hacían sentir graciosa y corrí para encontrarme con mi madre que estaba horneando mi pastel.

— Esta vez solo seremos papa, tu y yo— había ternura en su mirada y aunque esperaba que esta vez fuera diferente me limite a asentir

— Entonces sacare la leche— me dirigí a la nevera mientras mi madre me acariciaba la cabeza.

— Tal vez después de comer el pastel podemos ir al centro y rentar unas películas, ¿Qué te parece si hoy nos quedamos viendo películas todo el día? — mama me sonreía y se veía realmente emocionada y a mí me encantaba su idea

— Por supuesto, saque finalmente la leche de la nevera y la coloque en la mesa— mientras tanto mi padre salió de la habitación, se veía cansado y parecía decirle algo a mama que no pude entender, mi madre me señalo el asiento y obedecí sin más.

Mama trajo los platos y mi padre se sentó en la cabecera de la mesa. Frente a mí se encontraba el inmenso pastel que devoraríamos como desayuno, estaba cubierto de jarbe de chocolate y tenía una pequeña vela azul en forma de 7 en lo más alto. Lo miraba emocionada.

— No comeré pastel, me parece un insulto que comamos eso— mi padre miraba a mi madre de forma fría y ella parecía no importarle

— Te prepararé algo entonces— contesto rápidamente intentando no arruinar el ambiente.

— Es tarde y ya me dio asco, no quiero nada— se levantó rápidamente para irse de vuelta a la recamara.

— Pero es el cumpleaños de Lydia— mi madre se limitó a decir

— UHHHHG— mi padre emitió un sonido de descontento y cundo parecía que se retiraba mi madre le tomo del brazo.

Mi padre se soltó de la mano de mi madre y comenzó a gritarle cosas que realmente no entendí. Mi madre al principio no dijo nada, pero poco después también empezó a gritar. Me quede inmóvil, como si estuviera dentro de una película que me limitaba a comentar. La flama en la vela se movía con rapidez y yo me limitaba a verla moverse, parecía débil pero realmente flexible, hasta que por fin se apagó. El sonido de los gritos volvió de repente y mis padres se hallaban discutiendo frente a la mesa de a la cocina, el alboroto había empezado a molestar en mi cabeza, las voces se mezclaban entre sí y solo grité.

Sostuve mis manos en mis oídos mientras descargaba toda aquella presión que llevaba dentro, ya no podía ver ni el pastel, ni la vela, ni siquiera estaba segura de encontrarme consciente. Estaba perdida. 

LOS ILUMINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora