{2} -El Parque-

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Cristina pasó la décima página de su libro. Solía ir a leer al parque. Ella pensaba que era el mejor lugar para abandonarse del mundo, y no se equivocaba. Central Park era un parque tranquilo. Sobre todo en invierno. Apenas solían ir niños a jugar a los columpios por culpa del frío que arreciaba todas las mañanas y para Cristina era fantástico.

Era Domingo y no había absolutamente nadie. Se había puesto su sueter verde manzana y su gorro de punto granate para no ser presa del frío. Vivía en Nueva York, pero la gente solía decir que venía viento del norte, desde Canadá. Y, por culpa del cambio climático, cada año se decía que hacía más frío. Aunque raramente, ese día la chica sentía cierto calor. Era como si toda esa ropa que llevaba puesta, le sobrara de repente. Decidió quitarse el gorro y dejó al aire libre su melena rojiza, larga y brillante.


Siguió leyendo. El libro se titulaba " Las ventajas de ser un marginado". Y si había decidido leerlo, era porque se sentía muy identificada con el protagonista. Narraba la historia de Charlie, el un chico realmente especial: lee muchísimo, no sale con amigos ni con chicas y reflexiona sobre el mundo desde un punto de vista muy particular. Su ingenuidad, su incapacidad para relacionarse normalmente y su extrema sinceridad le crean más de un problema, especialmente ahora que su único amigo ha muerto. Conocer a Sam y Patrick, los chicos más populares e interesantes del instituto, provocará un giro radical en su vida que lo sumergirá de pleno en la adolescencia. Charlie, un chico ingenuo, mordaz y solitario, acaba de empezar el instituto. Vive con sus padres, su popular hermana y un hermano mayor que está a punto de comenzar la universidad. La cosa no pinta demasiado bien el primer día de instituto cuando solo consigue hacer un amigo: un alternativo profesor de Lengua interesado en despertar el genio creativo de Charlie. Cuando conoce a la bella Sam y el excéntrico Patrick, unos chicos llenos de ganas de exprimir la vida al máximo, empieza a comprender lo que es crecer y hacerse adulto. Junto a ellos recorrerá caminos nuevos e inesperados: descubrirá música nueva, comenzará a salir de fiesta... e incluso se enamorará por primera vez.

Por un momento, Cristina no quiso imaginar lo que se sentiría al vivir las trepidantes aventuras de ese libro y lo terrible que sería pensar en no poder volver atrás jamás. Porque los libros siempre se leen hacia adelante. Sería como vivir una pesadilla, una pesadilla interminable hasta llegar al final.

Una ráfaga de aire caliente, le volvió a dar el paso para quitarse un jersey que llevaba puesto el cual le proporcionaba más calor del necesario. Bajó la vista al suelo y vio, a la vez, como esa ráfaga de viento había traído a un grupo de palomas que agitaban sus alas agachando el cuello en busca de comida. Tenían muy mal aspecto. Una de ellas solo tenía un ojo. A otras dos les faltaba una pata. Y, la última había perdido un ala. Cristina se preguntó qué les podría haber pasado para sufrir esas lesiones si las palomas de Central Park estaban siempre en buenas condiciones.

La que había perdido un ala, se le acercó e intentó subirse encima de la chica. 

-¡Fueraa! - gritó la chica mientras espantaba al pajarraco moviendo el libro de un lado a otro. Finalmente, ésta se marchó volando rápidamente. Lo que sorprendió muchísimo a la pelirroja, ya que esa paloma tan solo poseía un ala.

En ese instante, miró el reloj, y, se dio cuenta de que era la hora de comer. Guardó su libro en su mochila, recogió su gorro y su jersey, y, se marchó corriendo de aquel parque. De aquel parque que tanto apreciaba, pero que desde ese día, repudiaría.

© The Elementals: The birth of fire (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora