{13} -Dudas-

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 La chica bajó corriendo las escaleras. Sentía el deber de tener que comunicarle al Sr. Wood lo que estaba pasando en aquel momento. Bajaba cada peldaño con agilidad, agarrándose por la fina barandilla de mármol para no caerse. 

- ¡Sr. Wood! - gritó Cristina una vez que estaba abajo.

Nadie respondía. Parecía como si estuviera ante aquel problema sola. Sentía que debería solucionarlo sola, prescindiendo de la ayuda de alguien.¿Y los chicos? Ellos podrían ayudarla. ¿Pero dónde estaban? La casa parecía estar vacía.

Un ruido ensordecedor comenzó a sonar en la otra punta de la habitación. Era el viento, golpeando fuertemente los cristales. Después, sonó como un susurro. Era como si afuera hubiera un montón de espíritus que quisieran entrar en la casa. Y el viento reproducía exactamente sus sonidos eran como voces, cómo si se estuvieran comunicando entre ellos.

Cristina decidió quedarse abajo, en la Sala de Los tronos. Tapo todos los huecos que había en la ventana con papel. El mismo papel que adornaba la mesa de cristal como mantel. Ella tenía la esperanza de que aquel vendaval se marchase muy pronto.

Sin embargo, las ramas de los árboles se movían con una fuerza bestial - casi parecían que los árboles estuvieran poseídos- al otro lado del cristal de la ventana.

La chica cerró los ojos, intentando dormirse, y, que cuando despertara todo hubiera pasado. Ojalá todo se tratase de una pesadilla. Ojalá todavía no hubiera despertado de uno de sus más profundos sueños.

No. Esta vez era real. Podía escuchar todo con claridad, sentía el frío que todavía pasaba por los recovecos que había sido incapaz de tapar. Y de repente sintió como si el viento y su corazón se hubiesen fusionado. Su corazón parecía congelarse de frío por esa brisa tan maligna. Su cabeza comenzó a dar vueltas, hasta acabar mirando fijamente ese huracán.

¿Lo había hipnotizado? Pudo oír con más claridad el sonido de la ráfaga del aire. Y, a medida que el huracán iba girando, el comenzó a girar también. Estaban conectados. Y una fuerza extraña hizo que Ella comenzará a bailar con el viento. Giraba y giraba. Y cuando quedó exhausto, cayó al suelo con un fuerte golpe. Y ese suelo que había sido completamente blanco hacía unos instantes, se tiñó de un tono rojo de sangre.

*******

- Señora Air, Despierte- La voz le resultaba familiar. Al abrir los ojos, La pelirroja se encontró en su habitación en frente de su criada Liss. ¿Había sido todo una pesadilla? En el momento en que descubrió que todavía sentía el dolor del golpe en su cabeza, descubrió que se equivocaba y que había sido totalmente real.

- ¿Te encuentras mejor?- Pregunto Liss al tiempo que le ponía un paño húmedo sobre la herida.

- ¡Aaaaaaa! ¡Escuece!. 

La herida todavía estaba ensangrentada, y sería muy difícil que se curara sola. Y aunque agradecía la hospitalidad de su criada, prefería curarse sin la ayuda de esta.


- ¿Usted sabe lo que me ha pasado?- preguntó misteriosamente.

- Solo el Sr. Wood lo sabe, señora Air.-

-Por favor, llámeme Cristina, ¿quiere?.

Hubo un silencio en el que La señora se dirigió a una estantería del cuarto y abrió un libro de tapa dura. Cristina adivinó que se trataba de un libro histórico por la forma que éste tenía.- Le recomiendo que lea esto tranquilamente mientras se recupera. Tal vez así lo entienda mejor.Le ofreció el libro y Cristina leyó su título: Una Historia que Jamás fue Contada.- ¿Qué es esto?-  

-Es su historia señora.

La chica abrió el libro por la primera página y descubrió un dibujo del Sistema Solar. En éste aparecía el enorme Sol rodeado de todos los planetas. Este dibujo explicaba la Teoría Heliocéntrica. Ella recordaba levemente como la había estudiado años atrás en el colegio. La teoría que decía que el Sol era el centro del Universo, apoyada fielmente por Nicolás Corpernico.

Un libro de Astronomía. Eso era exactamente lo que a la chica le había parecido. Sin embargo, el título no le parecía el de un simple libro de texto con mil descripciones y explicaciones de cada uno de los aspectos de la Astronomía. Más bien parecía un libro secreto. Que contaba una historia jamás relatada por nadie anteriormente.- Muchas gracias. Lo leeré. Espero que gracias a esto me recupere rápidamente.

La criada sonrió. Y a continuación su sonrisa se desvaneció.

- Una cosa más. No le digas al Sr. Wood nada de esto, 

-¿de acuerdo?- La pelirroja asintió. 

Y se preguntó qué pasaría si éste se enterara de que Liss le había ofrecido el libro. ¿No querría que lo leyera? Sinceramente no tenía sentido que le hubiera dejado un libro así en la habitación si no quería que lo leyese.

*******

Eran las seis. Tan solo sabían la hora por un timbre que sonaba a esa hora exacta. Todos los relojes del pueblo seguían parados.Todos los chicos bajaron rápidamente a la Sala de Los tronos. Allí los esperaba el Sr. Wood con su ordinaria sonrisa falsa. 

- Hola a todos. Como ya saben nuestro compañero, la señora Air, ha sufrido un pequeño percance esta mañana y, por lo tanto, intentaremos tratarla con delicadeza a partir de ahora.

- ¿Se refiere a Cristina? - preguntó Ethan con curiosidad.-En efecto - hizo una breve pausa que aprovechó para guiñarle un a Helena 

- Bueno. Hoy he decidido que la reunión será haya fuera. El Sr. Wood señaló el exterior de la casa. 

Los chicos se alegraron realmente de poder salir fuera, ya que llevaban muchas horas ahí dentro, lo que a algunos les había proporcionado fuertes dolores de cabeza y estrés.

Entonces, uno de los criados, Berny, abrió la puerta y el Sr. Wood salió al exterior, seguido de los demás chicos.Volver a respirar el aire del exterior era como un regalo para todos. Estuvieron un buen rato andando. 

Pero a todos les sentó muy bien aquel paseo. El hombre los llevó hasta una enorme colina. Allí, vieron cómo había oscurecido mucho, y, ya se podían ver las estrellas con una gran claridad.

- Miren chicos. Las estrellas. Esos puntos que parecen luciérnagas, están a cien mil años luz de la Tierra. Sin embargo, podemos verlas. ¿No es increíble?Todos miraron al cielo. Realmente era un espectáculo precioso. Incluso de vez en cuando alguna que otra estrella fugaz pasaba por el cielo de un lado a otro.- 

Estas estrellas, sin embargo, no son más que trozos del Sol que se han ido desintegrando por todo el espacio. Lo que conlleva a...

-... que el Sol cada vez se esté destruyendo más rápido. - terminó la frase Helena, sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo de arriba abajo.

- No puede ser, ¿se está apagando?- dijo Bruno atemorizado.

- Así es. Y, Ustedes van a conseguir solucionarlo.- ¿¿Qué?? ¡Está loco! ¡Nosotros no podemos hacer nada! - exclamó Ethan.-Sí que pueden. De eso estoy completamente seguro.....




© The Elementals: The birth of fire (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora