{6} -Cigarrillos-

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Lucas había entrado al salón y, encendiendo su cigarrillo, cambió de canal para ver el fútbol. A Helena no le gustaba su hermano. Le parecía que hacía lo que le daba la gran gana, y, para tener tan solo dieciséis años -un año más que ella- hacía cosas de chicos mayores que él. Para empezar, su mayor vicio era fumar. No podía evitar fumarse una caja de cigarrillo cada diaria. Siempre y cuando no lo vieran sus padres. Aunque no disimulaba muy bien, ya que fumaba muchas veces en casa. Y aunque intentara evitar el olor a cigarro que luego se quedaba en cada rincón de la casa, siempre quedaba la esencia del humo de  sus cigarrillos.

A Helena no le gustaba que fumara cuando estaba cerca de ella. Muchas veces le habían enseñado que son los fumadores pasivos, sufrían casi como un fumador. Odiaba pensar que su hermano estaba desaprovechando la vida de ese modo. Por un simple vicio que era incapaz de abandonar. Al ver cómo su hermano daba una nueva aspirada al cigarro, quiso dejarle algo bien claro.

- ¿Sabes que te estás quemando por dentro y que tus años de vida se reduce, verdad?- Dijo Helena con un todo de molestia

- No seas tonta, hermanita- Respondió el en tono burlón, y volvió a dar una aspirada más.

Helena se marchó enfadada y, se dirigió a su habitación cerrándola de un portazo. Una vez allí dentro, comenzó a llorar. Le daba mucha pena la situación en la que se encontraban. Antes ellos se llevaban muy bien. Eran como mejores amigos. Pero.. ahora, en cambio, Lucas había crecido y no se detenía a ser tan comprensivo como lo solía ser antes. El simple hecho de que no volviera a recuperar a su hermano era lo que mas le hacía llorar. Más que nada en el mundo. Y al pensar en ello, un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Y si le ocultaba todos los cigarros y mecheros que tenía en casa?

Sería un trabajo complicado, pero, no le pareció tan mala idea. Así, aunque Lucas fumara en la calle, cuando dejara sus numerosos cigarrillos en el salón, o en la mesilla de su cuarto, luego, a la hora de salir no los tendría. Se compraría otros, y le volverían a desaparecer. Y así, sucesivamente. Hasta que se le acabara toda la plata.

Era una pequeña travesura y, al mismo tiempo, una gran idea. O, al menos, hasta que su hermano se diera cuenta de que era ella la que le robaba sus cigarrillos.

Así que decidió poner su plan en marcha. Primero fue a la cocina, donde sabía que su hermano aguardaba las cajas de cigarrillos, y, las tomo todas. Sin dejar ni un solo rastro. Luego fue a su cuarto, e, intentando que su hermano no se diera cuenta de que alguien había entrado en su habitación, guardó en sus bolsillos uno de los mecheros que guardaba en un cajón de su mesita de noche y dejó todo como estaba.

Cuando se dirigió al salón, vio como Lucas había acabado la caja de cigarrillos que tenía encima de la mesa.

"Una caja menos"- pensó

En ese instante, mientras observaba a su hermano desde el cristal de la puerta del salón, la vista se le nubló unos instantes, y, notó como alguien le estaba agarrando la nuca con fuerza, sin dejar que pudiera respirar. Alguien había entrado en casa. Y la estaba agrediendo. Lo malo era que ya era demasiado tarde para cambiarlo todo.

© The Elementals: The birth of fire (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora