{4} -terror en el tren-

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Era de mañana Bruno ya había llegado a la estación. Había dejado dormido a su hermanito Erick,  ya que eran las seis de la mañana. Tenía que ir obligatorio en tren para llegar al instituto. Vivía muy lejos del Insti y era el único modo rápido y eficaz de llegar hasta él. Sin embargo, a él no le agradaba demasiado el tren. Ni la estación. Ni la gente de la estación. Todo el mundo iba extremadamente serio rumbo a su trabajo y la mayoría de las personas que estaban en la estación eran adultos. De vez en cuando solía ver a uno de esos chicos con cascos de música que simplemente se limitaban a mover la cabeza al ritmo de la canción y a la vez, de olvidarse de todo lo que había a su alrededor.

Aun que para Bruno eso eran un martirio. No solo por tener que levantarse a esas horas de la mañana, si no más bien, por el miedo indescriptible que le proporcionaba ir en tren. En esos lugares se habían rodado miles de películas de asesinatos, accidentes y, no era de extrañar, porque era uno de los escenarios más tétricos y oscuros para rodar una película de miedo.

Y luego estaba el tren. Aquella máquina motorizada que con el paso del tiempo se había convertido en una especie de tranvía, que se introducía en los túneles más oscuros y siniestros de New york  Y luego el ruido que producía. El horrible sonido de su motor y el horrible pitido proporcionado por el mecanismo del freno que llevaba en su interior que no dejaba sonar cada vez que llegaba a una estación.

Y, mientras pensaba en aquel sonido penetrante, sintió como si cada vez lo oyera más claramente, más cerca. Y también el motor. Bruno oía el motor del tren. No había duda de que estaba llegado a la estación. 

Se colgó su mochila en un hombro y enseño el ticket de viajero al revisor del tren. Éste, que parecía sonreír, a medida que se iba haciendo mayor, no le dirigió ni una sola mirada. Tan solo cogió su ticket, lo observó y lo selló, devolviéndoselo.

-Gracias- soltó Bruno sin saber muy bien por qué -tal vez fuera para deshacer algo la frialdad con la que el revisor le había tratado-.

Pero no esperó oír su respuesta, porque ya estaba dentro del tren, y de nuevo comenzó a sonar el horrible ruido del motor y el pitido del mecanismo. Todos los días igual. Y era esa jornada matutina la que aburría a Bruno y le hacía comportarse cada vez de manera más semejante a la de los viajeros aterradores del tren. Lo que no sabía era que esta vez, no volvería a oír de nuevo el motor del tren, ni el pitido de llegada a la próxima estación, pues otro sonido se interpuso en su camino.

Un ruido que Bruno jamás había escuchado. Fue un ruido como el de una explosión. Y no se alejó tanto, ya que tal y como imaginó, el tren se había estampado antes de cruzar el primer túnel de la estación. Y, lo que era peor, él iba dentro.


© The Elementals: The birth of fire (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora