2K 160 98
                                    

                 

Conocí a Liam cuando tenía 17 años, llego a mi vida con una linda sonrisa y un pequeño girasol. Creo que no nos podríamos clasificar en el típico cliché adolescente, ya que yo era muy social y el muy reservado.

Aunque eso no evito hacer que el chico me rogara para poder salir conmigo.

No le fui fácil eso puedo decirlo.

Tardo 127 días para que lograra salir con él.

¿Cómo sabía eso?

Me lo confeso en nuestra primera cita, antes de besarnos. Que el contaba cada día que pasaba sin lograr que yo le dijera que sí. Después de eso, solo tardo cuatro semanas para que saliera con la otra vez.

Fue lindo, tengo que admitirlo.

Siempre encontró la forma en la que nuestras citas fueran sencillas pero especiales. Tuvimos un total de 13 citas antes de que me pidiera formalmente que fuera su novio.

Y esto lo hizo con un ramo de girasoles y una pequeña sonrisa. Acepte ilusionado.

Nuestro noviazgo fue envidiado en la universidad. ¿Qué les digo? Liam es el mejor novio de todos.

Hicimos muchas cosas juntos.

Irnos de mochileros.

Perdernos en países extranjeros.

Subir montañas.

Ver las estrellas en el campo.

Navegar durante una pequeña tormenta.

Perdernos en el bosque.

Bucear en océanos.

Nadar en cenotes.

Subir pirámides.

Ver atardeceres en globos.

Éramos tan jóvenes, que el mundo nos pertenecía.

Espero dos años para poder hacerme el amor, eso lo hizo cuando nos encontrábamos en un pequeño pueblo de Alemania, que su nombre no logro recordar.

Fue mejor de lo que imagine.

Después de tres años conociendo el mundo, decidimos volver a terminar nuestros estudios. Ya no éramos jóvenes cuando volvimos a casa, nos habíamos convertido en adultos.

Yo me terminé graduando en Diseño. Mientras que Liam, continúo estudiando hasta lograr su doctorado en neurología, fue el mejor de su generación. Nos mudamos juntos cuando llevábamos cinco años de relación. Decidimos irnos a Londres, nos convenía a los dos por nuestros trabajos. Cree mi propia marca de moda, mientras que Liam trabajaba en el mejor hospital de Londres, y empezaba a ser reconocido en la ciudad.

Por obvias razones yo tenía más tiempo libre que Liam, no nos veíamos la mayor parte del día. Pero cuando Liam llegaba del trabajo yo ya lo esperaba con su cena y un vaso de agua, lo acompañaba mientras cenaba y platicábamos como nos había ido en nuestro día. Después pasábamos con una taza de café a la sala para disfrutar de un rato nuestra tranquilidad, pero había ocasiones en lo que aparecía su mano en mi frente y prendía el estéreo, mientras me recostaba en su pecho y bailábamos para terminar haciendo el amor.

Un día Liam me propuso que nos escapáramos de nuestro trabajos, acepte con una sonrisa y con una hora después nos encontrábamos en un tren directo a París. Fue uno de los mejores viajes que hemos tenido.

Un día al salir por la noche, nos detuvimos en la iglesia de Notre Dame. Empezó a decir que fui lo mejor que le había pasado, y que no estaba seguro si podía amar a otras persona en su vida. Se arrodilló frente a mí y saco una pequeña cajita aterciopelada, la abrió mostrándome un anillo de oro blanco con pequeñas incrustaciones de piedras rojas que olvide el nombre.

THIRTHEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora