Capítulo 15

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Capítulo 15

Los latidos de mi corazón eran tan rápidos que parecía que en cualquier momento este se saldría de mi pecho y yo simplemente caería sobre el suelo. Mis ojos se abrieron como platos mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.

— Shhh... No digas nada Maggy. — sus palabras hicieron que un escalofrío me recorriera la espina dorsal, mis mejillas se sonrojaron y sin pensarlo tomé su brazo, abrí mi boca y clavé mis dientes en el dorso de su mano haciendo una presión tan fuerte que logré liberarme de su agarre. — Mierda. — balbuceó jadeando y doblegándose.

Retrocedí instintivamente mirándolo a los ojos, mis piernas temblaban sin entender cómo diablos esto era posible. Mi única arma la tenía él mientras abría y cerraba su mano derecha para que el dolor de mi mordida pasara quejándose en silencio.

Mi mente trataba de trabajar rápido, más yo seguía sumida en la conmoción del momento y el verlo después de tanto tiempo solo aumentaba mi paranoia. Los ojos de Lucian hicieron contacto conmigo, tragué saliva cuando lo vi enfurecer, como si no solo mi mordida lo hubiese fastidiado si no que algo más.

— ¿¡Qué mierda pretendes!? — chillé histérica. Él observó a ambos lados del callejón.

— Tenemos que irnos. —Su voz era ronca y directa. Se acercó a mí pero volví a retroceder.

— Estás demente si crees que iré contigo a alguna parte. — lo escuché maldecir por lo bajo y volvió a mirar por el lado por donde había venido.

— Maggy en serio, ahora no es momento para discutir debemos irnos. — una vez más trato de tomar mi mano pero me alejé lo más rápido que pude y en un hábil movimiento logré quitarle la navaja.

Lucian parecía frustrado, alarmado y a la vez sus ojos me mostraban lo expectante que se sentía por volver a verme, yo sin embargo, no podía procesar del todo el hecho de que él estuviera aquí y que ha estado siguiéndome.

— No te atrevas a dar un paso más. — lo amenacé y rápidamente busqué con la mirada mi bolso que se encontraba tirado justo detrás del camión a unos metros de distancia de nosotros. Lucian apretó sus dientes, y noté que su nerviosismo no era exactamente por mi sino por algo más.

— Debemos irnos. — volvió a mascullar y yo sujete con más fuerza mi navaja.

— Ni lo pienses, yo no iré... — las palabras se quedaron en el aire cuando de un movimiento inesperado su cuerpo vino hacia el mío y me hizo girar quedando atrapada entre sus brazos, mi espalda contra su pecho, su antebrazo por la altura de mis hombros y su mano izquierda cogiendo la mía para quitarme la navaja.

— No lo volveré a repetir. — su cuerpo se acercó más al mío y pude sentir cierta presión justo en la parte baja de mi espalda haciendo que mis piernas temblaran. — Nos vamos. — ordenó.

Y eso fue suficiente para que mi paciencia explotara. Me balancee hacia adelante trayendo al él conmigo quien no vio venir mi movimiento y lo deje caer al suelo con su espalda chocando contra el duro concreto, cogí su brazo que sostenía el mío y la palma de mi mano se estrelló contra su pecho. Rápidamente me subí en su encima, mi rodilla presionó su estómago mientras colocaba la navaja a la altura de su cuello.

— Dime ¿¡Qué diablos hacías siguiéndome!? — El pecho de Lucian subía y bajaba, sus ojos se oscurecieron al ver la posición en la que nos encontrábamos, y me sobresalté cuando su mano se posó sobre mi muslo distrayéndome por su tacto.

— Debes entender algo. — susurró con voz melodiosa, de pronto en un pestañeo ambas posiciones cambiaron y ahora me encontraba yo debajo de su cuerpo y él sobre el mío, reteniendo mis brazos a la altura de mi cabeza y aprisionándome con su cuerpo. — No era yo quien te estaba siguiendo. — logró decir, como pude comencé a patalear tratando de levantar su cuerpo por sobre el mío, pero él era pesado. Joder, parecía mucho más grande y más fuerte yo.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora