Capítulo 45

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Capítulo 45

Lo que uno espera al levantarse, es que sea la luz del día lo que te despierte, o que alguien llegue a ti a llenarte de besos y acurrucarte con sus brazos. O por lo menos eso era lo que yo esperaba.

No esperaba levantarme con un dolor intenso, tan intenso que me hizo jadear y salir despavorida de la cama, que mi vientre se contrajera y que pronto las náuseas invadieran mi sistema y me hicieran correr al baño a expulsar toda la comida que había ingerido la noche anterior.

No esperaba sentir las arcadas, las asquerosas y horribles nauseas, el desastroso vómito y otra vez las punzadas en mi vientre. No esperaba nada de eso y sobre todo, no esperaba despertar sin Lucian a mi lado.

Pasó un buen rato hasta que pude regular mi respiración, hasta que el dolor bajo dejó de ser tan tortuoso hasta que mi estómago se sentía vacío por todo lo que había expulsado. Coloqué mi antebrazo sobre el inodoro y solo tiré de la cuerda para que se llevara todo. A duras penas pude levantarme con los pies descalzos, el piso estaba helado haciendo que mis dedos se encogieran y corriera a la ducha. Me desvestí rápidamente, notando que seguía con mi periodo aunque en realidad era más una mierda extraña, mi periodo solía venir en cantidad, está vez era menos el desastre pero los cólicos eran mucho más terribles.

Dejé que el agua fría corriera y entré a la ducha, tratando de que así el agua se llevara todas las malas vibras con las que había despertado el día de hoy. Me molestaba más el hecho de no haber visto a Lucian, de que él no despertara junto a mí.

Después de unos minutos fui por mi ropa, me coloqué mis interiores, un jean claro y una blusa blanca de mangas caídas dejando los hombros al descubierto, cuando estaba por buscar mis zapatillas, la puerta se abrió y pronto un chillido resonó en toda la habitación.

— ¡Mayiii! — entró Pet corriendo hacia mis piernas, mis malestares pronto desaparecieron y mi pecho se llenó de alegría, lo elevé entre mis brazos y lo acerqué a mi cuerpo.

— Pero si es mi bebé hermoso. — agudicé mi voz y empecé a hacerle cosquillas con las nariz entre el arco de su cuello y su rostro. — ¿Quien es el pequeño más lindo de todos? ¿Quién?

—¡Mayii! ... ¡Mayii! —chilló entre carcajadas y risas, sus labios buscaron mis mejillas dejándome cortos besos babosos y tiernos. — Ti amo.

— Ti amo amore. — le respondí acariciando su cabello rubio.

Jugamos un rato más, mientras Pet brincaba sobre la cama y subía a mi espalda, me coloqué las zapatillas y luego nos dirigimos hacia la sala en donde se encontraba Isabel preparando el desayuno.

— Hola Isa. — La saludé sentándome en el comedor.

— Hola Margaret. — me sonrió. — ¿Todo bien? — inquirió y yo supuse que había escuchado u olido mi horrible despertar.

— Estoy mejor. — Hice una mueca. — ¿Dónde está Lucian?

— Luciano salió muy temprano aunque no dijo a donde iba. — fruncí el ceño, quizás debía llamarlo y quitarme las dudas de una buena vez. — Por cierto, Daniel llamó quiere hablar contigo.

Abrí en grande los ojos, lo había olvidado, lo de ayer había sido una de las razones para hablar con Dan. Asentí agradeciéndole y luego tomé a Pet sentándolo en su silla, el pequeño era rápido e inteligente, no le gustaba que le diéramos de comer pues lo hacía él solo.

Usualmente era Lucian quien preparaba el desayuno y quien me acompañaba por las mañanas, su ausencia me entristecía por alguna extraña razón justo hoy quería que estuviera conmigo.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora