Dos lobos, un omega solitario y un alfa cobarde.
Ninguno es mitad del otro. No es como sí se estuvieran buscando entre sí. No se necesitan, se odian y esa puede ser su única cosa en común.
Uno debe rescatar al otro, maldecía sin parar cuando le ordenaron aquello, pero al final todo pasa al revés.
El otro no pedía ser rescatado, jamás solicito ayuda de nadie, él creía poder solo contra el mundo pues el mundo lo había despojado de toda compañía.
Un omega sin manada, último en su clan y especie. Una presa perfecta para cualquier alfa, una mercancía fácil de vender pero difícil de comprar.
Un alfa cobarde, con una personalidad contraria a su naturaleza. Fiel a su familia más que así mismo, porque el prestigio y el honor de un nombre importa más que cualquier otra cosa. O eso le habían dicho. Llego el día donde tuvo que probar su valentía o morir.
¿Y a quien le importa si un cobarde muere?
Ambos estaban destinados a morir, definitivamente, no a encontrarse. Ellos no lo pidieron pero terminaron juntos.