MUY TARDE

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Me senté en la parte trasera de la furgoneta en la que la que los espectros de la noche me había traído a Seul, flanqueado por Jongin y Sehun. Sus guardias nos acompañaban y el resto nos seguía detrás en otra furgoneta. El collar estaba de nuevo alrededor de mi cuello, pero se habían retirado las agujas. Teníamos que seguir fingiendo que continuaba bajo el control del ama. Odiaba tener esta cosa alrededor de mi cuello. El metal pesado rascaba mis nuevas heridas. Pero con solo pensar en Minseok atado en esa cama, el dolor se desvaneció.

Nos habíamos sentado y planeado nuestro ataque durante horas. El Pakhan(Yunho) y el otro rey Bratva se nos unieron en la mesa. Había mirado a Yunho mientras escuchaba a su knyaz(jefe) planear este ataque. Podía ver el orgullo en los ojos de Yunho.

Durante todo el tiempo mi estómago estuvo cerrado. Nadie más que Minseok me había amado así. Como un niño de doce años ni siquiera había escuchado hablar de la bratva de korea. Sentado a una mesa observando al legendario hombre dejando a su jefe manejar el asunto me convenció de que el  probablemente no lo sería por mucho más tiempo.

Estaba a punto de amanecer, pero el cielo todavía estaba lo suficientemente oscuro para acercarse a la mansión sin ser detectado. Los tres nos sentamos en silencio en la furgoneta. Los tres impacientes de que finalmente llegara a su destino. Sehun y Jongin estaban vestidos de negro, Jongin se negaba a llevar una camiseta, por lo que el ama vería su número de identificación inmediatamente. Sehun, vestido con ropas oscuras, la capucha de su sudadera puesta y sus puños de acero afilados colocados en sus manos, listos para usar.

De repente, la furgoneta se detuvo. La puerta de la furgoneta se abrió y los tres saltamos fuera. El líder de los guardias de Sehun se quedó de pie, arma en mano. El resto de los guardias se detuvieron detrás de nosotros. Estábamos en el medio del bosque, a las afueras de los terrenos de la mansión. Jongin se detuvo delante de mí y dijo:

—Haz que parezca creíble.

Sin vacilar golpeé mi puño en el rostro de Jongin, el enorme hombre aceptó golpe tras golpe. Lo golpeé diez veces hasta que estuvo sangrando, su piel abierta en sus mejillas y frente. Los hematomas e hinchazones saldrían pronto. La ama estaría contenta de que le hubiera infringido dolor.

Jongin limpió su labio inferior, mirándome como si quisiera romperme el cráneo.

Sospechaba que él sabía que le había hecho algo a su hermano. Lo pude ver en sus suspicaces ojos. Escupió la sangre de su boca al suelo antes de darse la vuelta y juntar sus muñecas. Las até con una cuerda. Jongin se volvió y en silencio esperó a que nos moviésemos. Asentí a Sehun para hacerle saber que estaba listo. Me entregó un pequeño frasco blanco.

—Pon unas gotas en tus los ojos; harán que tus pupilas se dilaten. Necesitamos que esa mujer crea que toda esa mierda de suero que puso en tu collar te mantiene aún bajo su control. Si hechas a perder esto, todos allí dentro morirán.

Arranqué el frasco de sus manos y puse un poco del líquido en mis ojos. No necesitaba al príncipe de los koreanos diciéndome lo que les sucedería a los dos únicas personas que amaba en el mundo. El picor de las gotas no se hizo esperar, pero se desvaneció rápidamente. Tiré el frasco hacia Sehun y sin reaccionar, me dijo:

—Tienes una hora para llegar a la mansión antes de que nosotros entremos. —Se acercó más—. Mataremos a todos allí. A todos menos a los dos chicos que quieres proteger.

Hizo una pausa e, inclinándose, dijo tranquilamente:

—Incluyendo a cualquiera que nos traicione.

Entendí su advertencia, pero di un paso atrás y asentí:

—Entendido.

Nos pusimos en marcha adentrándonos en el bosque. Caminando por delante de Jongin, Sehun me seguía de cerca, sin perderme ni un momento de vista. No hablamos mientras caminábamos con dificultad a través de los árboles. Cuando cruzamos los límites de la finca, agarré a Jongin por las muñecas y comencé a arrastrarlo hasta que llegamos el jardín.

RAVAGE 194 CHENMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora