Ignífugo

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3 de septiembre de 1940
Bucle de Miss Peregrine
Cairnholm, Gales

Olive retrocedió un paso atrás con las manos en alto. Enoch se levantó de golpe de la silla. La silla se volcó contra el suelo de madera de la habitación de Enoch. El fuego se propagó por toda la mesa. El nigromante tomó el cubo de agua que se encontraba al lado de la mesa. Apagó el fuego tirando el agua encima de este. Cuando se apagó, dejó el cubo sobre el suelo. Se dio la vuelta para enfrentar a Olive. La pelirroja tenía la mirada cargada de angustia. Enoch tenía el rostro contraído en una expresión de furia.

-¡Tres veces en la semana que haces esto Olive!-Exclamó. Olive bajó la mirada. Toda la semana, la piroquinética había ayudado a Enoch con sus experimentos. O al menos lo intentó. El único problema que tenía, es que no podía controlar su peculiaridad. Cuando se emocionaba, sus manos se encendían y quemaba lo que tuviera a su alcance. La mesa de trabajo de Enoch era siempre el blanco de su fuego. Incluso ya tenía las marcas de sus manos sobre la madera.

-Lo siento mucho Enoch... yo no... no puedo controlarme.-Musitó con la voz quebrada. Enoch resopló.

-Si no puedes contener tu fuego, lo mejor será que no me ayudes.-Dijo con dureza. Olive sintió un nudo en la garganta.

-Enoch yo... no era mi intención...

-¡Fuera!-Exclamó. Olive dio un respingo asustada porque Enoch levantó la voz. Una lágrima se deslizó por su mejilla. La joven se dio la vuelta y se fue corriendo de la habitación. Bajó las escaleras. Salió al jardín. Se sentó bajo un árbol en el bosque. Lloró por unos minutos. Estaba harta de no poder controlar su peculiaridad. Muchas veces lo intentó cuando era más pequeña. Nunca pudo lograr hacer que el fuego parara cuando quisiera. Ni logró hacer que viniera a ella cuando lo necesitaba. Parecía encendedor descompuesto al tratar de convocarlo.

Se limpió las lágrimas con la mano. ¿Por qué no podía tener una peculiaridad hermosa como la de Emma o Fiona? La peculiaridad de Emma era hermosa. Flotar y controlar el aire. Había visto infinidad de veces a Enoch ver a Emma con fascinación cada vez que flotaba. En cambio, cada vez que Olive encendía algo accidentalmente, Enoch se enojaba con ella.

Suspiró. Tal vez nunca lograría controlar su peculiaridad. O más bien su fuego. Se quedó sentada bajo el árbol por lo que parecieron horas, hasta que cansada por tanto llorar se quedó dormida.

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Enoch buscó a Olive por toda la casa, sin éxito alguno. La pelirroja no se veía por ningún lado. Había sido demasiado duro con ella. Nunca le debió hablar así. Él también estaba igual que Olive cuando descubrió su peculiaridad. En la funeraria, accidentalmente levantaba los muertos al tocarlos, tratando de ayudar a su padre con la embalsamación de ellos. Cuando sus padres se enteraron de su peculiaridad, le dijeron demonio y lo corrieron de la casa (no sin una buena paliza).

Salió al jardín a buscar a Olive. Sospechaba que debía de estar ahí. Sus hermanos jugaban a la pelota. Cruzó el jardín y se adentró en el bosque. Suspiró de alivio al encontrar a Olive recargada del tronco de un árbol. Estaba dormida. Se acercó a ella. Se sentó a su lado. La miró dormir por un rato. Le resultó algo adorable. Su cabello estaba esparcido a los lados. Su pequeña boca estaba abierta con ligereza. Sus mejillas estaban sonrosadas por el calor. Enoch borró de su cabeza la idea de que Olive era adorable. ¡¿Qué demonios te pasa Enoch?! Se regañó a si mismo.

Se arremangó las mangas de la camisa. Olive emitía muchas ondas de calor y comenzaba a sudar. A lo lejos oyó a sus hermanos gritar que era hora de la cena. El joven tocó a Olive del hombro para despertarla. La movió suavemente. La joven abrió los ojos con sobresalto. Al ver que sólo era Enoch se tranquilizó. Él tamborileó los dedos por la tierra con nerviosismo.

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