Olive metió el pavo al horno. Ya lo había rellenado. Lo mas difícil fue deshuesar el pavo. Le tuvo que pedir ayuda a Enoch porque no sabía donde hacer los cortes. El lo deshueso como el cirujano experto que era. Olive movió el ponche que estaba haciendo en la estufa. Enoch estaba poniendo una serie de luces arriba de la gran ventana que daba a la ciudad. Refunfuñaba tratando de desenredar la serie. Olive dejo el ponche en la estufa mientras buscaba la harina para hacer galletas navideñas. Rebusco en la alacena. No estaba. Busco en la barra. Tampoco.
-Enoch.-Siguio moviendo los trastes para buscar la harina. No estaba. Una desesperación se apodero de ella. Todos llegarían en unas horas y todavía no tenía listo nada. Enoch no le hizo caso.-¡Enoch!
El se volteo sobresaltado. La miro sorprendido. Había alzado la voz. Se bajo de la escalera y dejo la serie colgando de un extremo de la ventana. Avanzó a la cocina.
-¿Qué sucede Olive?-Pregunto. Olive movió la cabeza a los lados. Se estaba estresando.
-Discúlpame Enoch por haberte hablado así.-Dijo Olive agarrándolo de los hombros con las manos. El negó con la cabeza.-Pero…¿Dónde esta la harina?
-No compramos. Tu me dijiste que no la echara en el carrito del súper.-Olive sintió que todo se le venía encima. En estos momentos las tiendas debían estar abarrotadas de personas y del tráfico ni se diga. Olive soltó un suspiro.
-Rayos. Ahora si ya valieron mis galletas.-Enoch alzó las cejas. La agarro de la cintura.
-Tranquila. Iré a ver si venden por aquí harina. No te preocupes.-Dijo dándole un beso en la punta de la nariz. Ella esbozo una media sonrisa. Enoch la hizo sentirse mejor.-Vuelvo enseguida.
Soltó a Olive y comenzó a avanzar a la puerta. Agarro las llaves del auto de encima de la mesa del teléfono y salió. Olive volvió a prestar atención a su ponche que ya se estaba pasando por un pelo. Ese sería un ajetreado día.