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Un joven de piel pálida y cabello color menta se encontraba sentado justo al lado de la ventana de su sala de estar, el muchacho luchaba por no dormirse gracias al "aburrido" libro que estaba leyendo, por supuesto que por obligación escolar, ya que odiaba leer. No podía soportar siquiera los libros modernos, pero la literatura del siglo XVI lo hacía dormir, no le interesaba ni Romeo, ni Julieta, ni su estúpido amor imposible.

Apoyó el libro en la mesa para darse el sexto descanso desde que había comenzado a leer, hace aproximadamente una hora, y miró por la ventana hacia la calle.
La niebla espesa y oscura inundaba todo el vecindario, no había nadie en la gran calle frente a su casa.
Se distrajo viendo hacia el cielo que tenía presentes muchos colores en tonalidades azules, especialmente oscuros, comenzó a irse por sus pensamientos, imaginando como todos aquellos colores se fusionaban y lograban una hermosa obra de arte en el cielo.
Pensó que tenía que volver a leer, pero nuevamente volvió a distraerse, ésta vez con un acontecimiento mucho más curioso, vio pasar a su vecino de la casa de al lado por frente de su ventana, un chico joven como de unos veinte años.

Según había escuchado, su nombre era JungKook. Nunca había mantenido una conversación fluida con él, tan solo sabía que vivía en la casa de al lado, una casa muy grande y extraña por cierto, muy antigua, en la que se rumorea, vivía su familia antes de que todos murieran en circunstancias desconocidas y él quedara huérfano a los diecisiete años.

Todo sería normal, a excepción de que YoonGi notó algo que lo descolocó completamente, su cara estaba cubierta de algunas manchas líquidas rojizas que también parecían extenderse por algunas partes de su ropa, intentó convencerse a si mismo de que solo se trataba de pintura, es decir, él también puede pintar alguna habitación de su casa sin ningún problema. ¿Verdad?
Pero su intento de autocontrol falló y entonces en su ignorancia, creyó que algo le había pasado, así que golpeó el vidrio de su ventana con algo de fuerza intentando llamar su atención, pero el chico ni siquiera volteó.
Preocupado por la salud de su vecino, tomó su móvil de la mesa y se dirigió corriendo hasta la puerta, la abrió y salió a la calle siguiendo al chico de espaldas, quién estaba, al parecer, a punto de entrar en una pequeña puerta que daba a su jardín trasero.

— ¡Oye! ¿Te encuentras bien? — Se volteó a ver al peli verde, al parecer algo extrañado por la tan repentina pregunta, y solo asintió con la cabeza. No lucía nada preocupado, es más, su apariencia lucía completamente tranquila, los ojos negros del chico le transmitieron algunos escalofríos al mayor. «Es obvio que no te encuentras bien, estás cubierto de sangre ¡Por Dios!» Pensó YoonGi completamente intranquilo.

— ¡Voy llamar a la policía o a una ambulancia! — Dijo algo desesperado, no podía dejar que se fuera así como estaba, sabe Dios que le había pasado, y por más que no lo conociera, no podía dejarlo ir así, después de todo, era su vecino.

— Ya te dije que estoy bien. No tienes por qué llamar. — Dijo con una voz fría que petrificó a YoonGi, el cual tragó saliva nervioso, lo miraba con los ojos abiertos como platos, impresionado por la sangre que goteaba de sus manos. En una de ellas tenía una bolsa negra lo cual lo incomodó más aún, todo era tan misterioso, y YoonGi odiaba los misterios, él no era Sherlock Holmes ni mucho menos, pero de todas formas, quería saber que estaba sucediendo.
Inmediatamente una idea se le pasó por la mente, una idea que deseaba que nunca se hubiera generado.

«¿Qué tal si esa sangre no era de él?»

Dio unos pasos hacia atrás algo asustado por sus propios pensamientos, sintió su corazón salirse de control, y muchas ideas repugnantes llovieron en su mente, ideas que se mezclaban con todas aquellas escenas de películas de horror que había visto a lo largo de su vida y parecía que su mente se había puesto de acuerdo con sus recuerdos para revivir todas y cada una de ellas. ¿Estaba exagerando o de verdad debía preocuparse?

— S-Sí, lo siento. — Masculló YoonGi. El pelinegro se dio la vuelta ignorando por completo su preocupación de niño pequeño y siguió con su camino, metió la bolsa en el bolsillo de su camisa, dejando caer un colgante, al parecer no se dio cuenta de esto, ya que siguió con lo que estaba haciendo.
El mayor se acercó hasta el colgante y lo tomó en sus manos, era una especie de pentagrama extraño que le parecía conocido de alguna parte, cómo si anteriormente había visto ese dibujo.

YoonGi se devolvió a su casa, algo asustado y confundido, pero aun así, intrigado.
En su mente no paraba de rondar la idea de que algo extraño estaba pasando con su vecino, y él quería averiguar que era. 


infierno - yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora