5.

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Emily.

El molesto sonido de mi alarma a las 6:00 me despertó indicándome el comienzo de un nuevo día.
Bufé y, aun estando acostada en la cama, me estiré para intentar alcanzar el reloj despertador que se hallaba en la mesa de noche, pero, en un mal movimiento, terminé por caerme.

-Asombroso -dije dando un suspiro cuando toqué el suelo.

Me levanté y apagué el molesto despertador. Hora de empezar el día.

Después de ducharme y arreglarme, me dirigí a la habitación de mi hermano. Abrí la puerta y encendí la luz.

-¡ARRIBA, AARÓN TORRES! -exclamé saltando hacia su cama - ¡ARRIBA! ¡ARRIBA!

Él simplemente se quejó mientras cubría su cabeza con la almohada:

-Lárgate, Emily, déjame dormir.

-No quiero -dije - ¡ARRIBA, PEREZOSO!

Tan pronto dije aquella frase, mi hermano tomó la almohada con la que se cubría la cabeza y me la lanzó a la cara. Él simplemente se rió.

-Ja, ja -dije fingiendo molestia -. Arriba, Aarón, ve a ducharte y a arreglarte para ir a la escuela.

-Sí, jefaza -dijo él divertido mientras se levantaba de la cama y se dirigía hacia el baño.

Me levanté y decidí ir a la cocina, hasta que mi celular sonó, una llamada de mi madre.
Contesté:

-Hola, mamá.

-Hola, Mily, perdón por no verte hoy en la mañana, estabas profundamente dormida y no quise opacar tu sueño -dijo mi madre apenada al otro lado de la línea.

-No hay problema -respondí -. Oye, hoy es la exposición de Robert Doisneau y...

-Lo sé -me interrumpió mi madre -, recuerdo que la mencionaste la semana pasada.

-¿Puedo...?

-Claro que puedes ir, la tía Emma irá a cuidar a Aarón después de que salga de la escuela, dejé su comida en el refrigerador. Puedes ir a la galería tranquila, sólo no llegues tarde.

Sonreí inmensamente.

-¡Gracias, mamá! ¡Te amo! -exclamé.

-Yo también te amo, Mily, cuídate y a tu hermano. Si me es posible, los veo en la noche.

-Okey.

-Bye.

Terminé la llamada y no pude evitar dar saltos de alegría.

-¿Por qué tanta alegría? -pregunta mi hermano después de dar un bostezo mientras entra a la cocina.

-Bueno, mi pequeño hermano, la tía Emma vendrá a cuidarte en la tarde mientras yo voy a la exposición de fotografía de Robert Doisneau -sonreí.

-Aghhh -se quejó.

-No puedes quejarte, ya sabías que iría a la exposición -le dije.

-Pero...

-Si no te quejas, te regalaré una bolsa de chocolates completa.

-¡Wiii! ¡La tía Emma viene! -fingió emoción.

Yo sólo reí ante eso.

-Bien, Aari, así me gusta.

Fue un día bastante largo en la escuela. Pero obtuve 10.0 en historia por mi trabajo de la Segunda Guerra Mundial y mis compañeros pues... reprobarán, definitivamente.
Caminaba hacia el lugar donde sería la exposición y, no sé, pero me sentía algo extraña.
Curiosamente, en sentido espiritual.
Como en la biblioteca, cuando aquel chico me miraba de reojo.
Pero, bueno, decidí dejar eso de lado y seguir mi camino hacia la exposición.

Al llegar, me registré en la entrada y dejé mi mochila en paquetería. Después, empecé con mi recorrido a paso muy lento para apreciar a gran detalle las obras de Doisneau.

Hasta que, quizá por coincidencia o cosa del destino, lo vi.
Nuevamente él.
El chico de la biblioteca.
Lo miré durante un corto rato, hasta que él, al parecer, se dio cuenta de mi mirada. Aparté la vista inmediatamente y seguí admirando las obras fotográficas.

Di con una que me llamó bastante la atención: "Le baiser de l'hôtel de ville" la cual retrataba la escena de una pareja que, sin detener su paso, se besan breve y rápidamente en la terraza de un café con el ayuntamiento de París a sus espaldas.

Me gustaba, de verdad, me había encantado aquella foto.

Me quedé admirándola un buen rato, hasta que sentí la presencia de alguien a mi lado.
No sé por qué, pero supuse que era él.
Miré de reojo y sí, era el chico de la biblioteca quien admiraba en aquel momento la fotografía.

A este paso, yo ya empezaba a ponerme ligeramente nerviosa.
Volví a dirigir mi mirada hacia él, percatándome nuevamente de su collar, el del cuarzo rojo exactamente igual al mío.
Desvié mi mirada y la agaché mientras que, para intentar anivelar mis nervios de alguna manera, tomé el pequeño cuarzo de mi collar empezando a jugar con él.
Pero, entonces, aquel silencio se rompió con la voz del chico.

-Bonito collar.

Y sólo eso dijo.

Lo que sentí en aquel instante fue cómo mis nervios, el pánico y la pena caían sobre mí; fue similar a recibir un golpe justo en la boca del estómago, que te deja sin aire.

Miré al chico rápidamente. Su mirada estaba clavada sobre mí.

Yo, sin saber qué hacer ni cómo lo hice, salí corriendo de ahí.
Antes de que los nervios me comieran viva...

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora