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Alexander.

Mi cara no podía reflejar lo que en ese momento estaba sintiendo, no podía creer que la persona que me inspiraba a pasar días enteros pensando en como acercarme a ella, dijo que había disfrutado de mi compañía.

Al llegar a casa mi madre yacía en la cocina, esperando por mi.

- ¿Y bien? ¿Cómo te fue? espero que esa chica pueda ver lo lindo que eres -dijo mientras me pellizcaba la mejilla.

-Supongo que fue un buen encuentro madre, realmente sólo quiero que se sienta bien después de una pérdida tan grande como fue la de su hermano.

-¿Y si la invitas a la casa? Amaría poder conocerla.

-No creo que quiera madre, a penas la conozco de unos días e invitarla a la casa sería demasiado creepy -dije mientras me metía de un bocado 3 galletas.

- En español -Con cara de disgusto.

-Raro, mamá, raro. ¿Cómo te sentirías tu que un chico que apenas conoces te invite a su casa porque su mama quiere conocerte?

-Soñada claramente.

-Jajaja. ¡Claro! A lo que me refiero es que no es momento para eso (aún) pero pasará; te lo juro.

***

-Necesito un buen libro, una buena bebida y sentarme toda la tarde a leer. Ok let's go to the library -dije mientras me paraba, me ponía la misma ropa que el día anterior y salía de mi casa rumbo a la biblioteca.

Al llegar, saludé al policía como de costumbre, guardé mis cosas en paquetería y me dispuse a recorrer los pasillos de aquel hermoso recinto. Llevo yendo ahí mucho tiempo y jamás me había percatado de que hay una sala donde se proyectan pequeños cortometrajes. Me decidía entrar y ver unos cuantos.

Todo marchaba bien hasta que escuché una melodiosa y dulce voz fuera de la sala, no supe como incorporarme a la realidad, mi cuerpo recorría cada uno de los pasillos para dar de donde salía esa voz.

Yo sabía quien era, pero...

-¡Mierda, traigo la misma ropa que ayer!

Llegué al lugar, una pequeña sala donde había alrededor de ocho personas, pero entre ellas Emily, mi hermosa Diosa del Olimpo, mi musa de la vida. Allí se encontraba leyendo un fragmento de mi poema favorito "Los amorosos" de Jaime Sabines. Estuve tentado de entrar, sentarme en una de las sillas y escucharla leer. Solo que pues traía la misma ropa con la que la había visto ayer; así que tomé la sabía decisión de quedarme recargado en la puerta para escucharla mientras leía.

«Los amorosos juegan a coger el agua,

a tatuar el humo, a no irse.

Juegan el largo, el triste juego del amor.

Nadie ha de resignarse.

Dicen que nadie ha de resignarse.

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,

la muerte les fermenta detrás de los ojos,

y ellos caminan, lloran hasta la madrugada

en que trenes y gallos se despiden dolorosamente... ».

Al parecer, cada palabra que emanaba de su boca producía en mí una extraña sensación, tanto fue así que decidí asomar la cabeza por la puerta, para poder verla una última vez. Ya estaba por terminar esa hermosa oda al amor cuando alzó la mirada, inmediatamente escondí la cabeza de nuevo sin atreverme volver a regresarla para verla.

-¡Genial, ahora va a pensar que la sigo a todas partes! -me dije mientras me daba media vuelta y corría hacia la puerta de la biblioteca.

Fue justamente en ese momento donde recibí un mensaje suyo.

«¿Por qué corres tan rápido?»

Eso sólo me animó a correr mucho más rápido hasta llegar a una plaza, donde decidí parar porque mi condición ya no me da para correr cinco cuadras. Sin embargo, alguien se sentó junto a mí en esa banca fría y me dijo:

-Por suerte yo tampoco tengo buena condición.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2019 ⏰

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Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora