4.

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Alexander.

Realmente no podía dejar de observar ese collar, me llamaba demasiado la atención, ni siquiera me dejaba leer; era realmente igual al mío, sé que no debía de importarme, pero, había algo que me llamaba, me sentía atraído al verlo; tanto que creo que la chica se dio cuenta que la estaba observando; nuestras miradas de vez en cuando se cruzaban.

De repente se paró y se marchó, no es como que me importara, pues jamás en mi vida la había visto, pero pude sentir su incomodidad, su nerviosismo, es como si estuviésemos conectados lo cual es realmente idiota pues nadie puede hacer eso por más conectado que esté.

-¡NO PUEDE SER!- dije con voz alta cuando miré la hora.

-SHHHHHHHHHHHHHH- volvieron a decir todos los de la sala.

Con rapidez llegue al stand de literatura a dejar el libro, para salir corriendo, no sin antes pasar por donde la bibliotecaria.

-Adiós, Ann, que te mejores, toma algo para esa tos de perro que te cargas -dije mientras me reía.

-¡Eres un insolente! ¿A caso no te enseñaron a respetar a los mayores?- escuché la risa de Ann a lo lejos.

Salí corriendo de la biblioteca rumbo hacía mi casa; cuando, de repente, la vi: volví a ver a la chica que estaba sentada frente a mí, la admiré caminando bajo aquel hermoso atardecer. Pero no podía quedarme tanto tiempo admirándola, corrí aún más fuerte.

-¡MIERDA! ¡SON 5:50 Y AÚN FALTAN 5 CUADRAS!- grité mientras corría para llegar a casa.

Ya imagino a mi madre diciendo: "¡ALEXANDER MONTIEL!, ¡¿YA VISTE LA HORA QUE ES?! ¡DIJE QUE LLEGARAS ANTES DE LAS 6!".

Pero no fue así. Justamente cuando llegué a casa, mi madre me recibió con un gran abrazo, me hizo entrar a la casa y sentarme en la mesa principal, donde me esperaba un pastel. Realmente, amo el pastel. No tardó mucho para que llegaran mis mejores amigos: Alexandra y Luis.

-¡¿A caso creías que te dejaríamos sólo en tu cumpleaños?!- dijo Luis mientras me entregaba un disco.

-No debiste comprarlo.

-Lo mereces. Por favor, mínimo ve de quién es.

-¡AC/DC!

-Black ice, era justo el que te hacía falta ¿no?

-Realmente eres un gran amigo, ¡gracias hermano!

Pasamos los 3 a mi recámara, Alexandra llevaba un aspecto extraño pero no quise hablar con ella sobre eso, no creí que fuese momento.

-Alexander, sé que no es mucho, pero toma -dijo mientras extendía una pequeña caja de madera.

-Gracias, Alexa -respondí mientras la abrazaba. Dejé la caja sobre mi mesa de noche y seguimos hablando sobre el instituto.

Media hora después, se despidieron y cada quien se fue a su casa.

-Qué día, ¿verdad, madre? -No me contestó, se había quedado dormida en el sillón.

Subí hasta mi pieza, me quité el collar, me puse ropa para dormir y me acosté a dormir, olvidando por completo el regalo de Alexa.

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora