Emily.
Habían pasado tan sólo unas horas desde que llegué a la sala de espera para sentarme junto con la tía Emma en lo que el médico que atendía a mi hermano nos dijera qué había pasado.
Estaba demasiado nerviosa y angustiada, mareada por tantas cosas... en un solo día.
Mi madre no tardó en llegar, estaba aun vestida con su uniforme y se notaba a leguas la misma angustia que yo sentía en aquel momento. Cuando llegó junto a mí y a mi tía, decidí abrazarla; intenté brindarle una sonrisa para que no se preocupara, pero ni yo podía no preocuparme.
Las tres esperamos cerca de media hora más. Yo intentaba distraerme con mi celular, pero hasta eso era casi imposible; en un momento, me llegó una notificación de Facebook, una solicitud de amistad. Cuando estaba por abrir la aplicación, se acercó un doctor hacia nosotras y bloqueé mi celular.
-¿Familiares de Aarón Torres? -cuestionó el médico.
Nosotras asentimos.
-El pequeño aun está algo delicado, se quedará internado. Estamos haciendo unos estudios y mañana por la tarde tendremos un diagnóstico -dijo el doctor.
《¡¿Hasta mañana en la tarde?!》, estuve por gritar. Pero decidí no alterarme, principalmente para no alterar también a mi madre y a mi tía.
En fin, mañana sería un día largo...
***
Como había predicho, el día se me tornaba de lo más largo.
Desperté pesadamente, casi arrastrándome fui a ducharme y arreglarme para ir al colegio.
Me estaba peinando frente al espejo y una vez que mi cabello tomó forma, me puse el cuarzo rojo.
Mi mirada se clavó en el cuarzo y al mismo tiempo venía a mi mente la imagen de Alexander: sus ojos, aquella perfecta sonrisa... ¡Por Dios! ¡Me estoy volviendo loca! A penas lo conocí.
Después de salir de mi pequeño trance, fui a desayunar algo ligero y salí corriendo rumbo a la escuela.
Llegué justo a tiempo, me preparé psicológica y físicamente para las horas larguísimas que pasaría ahí encerrada.
Debo ser sincera y decir que no presté absolutamente nada de atención a ninguna clase; todo el día estuve distraída, no por gusto, si no porque no podía pensar en otra cosa más que en mi hermano (y quizá Alexander me pasó unas cuantas veces por la mente). No hubo maestro que en algún momento no me llamara la atención diciendo: "Emily, ¿podrías repetir lo último que expliqué?".
Por fin llegó la hora de que saliera de aquella prisión, guardé mis cosas lo más rápido que pude y salí.
Lo único que tenía en mente era llegar al hospital y saber el diagnóstico de mi hermano; caminaba a un paso considerablemente acelerado, tanto que me sorprendía el hecho de no haberme tropezado en el camino.
Llegué y me dirigí hacia la sala de espera, donde se encontraban mi madre y mi tía.
-Hola, ¿han dicho algo? -pregunté.
-Nada -respondió la tía Emma.
-Mily, ya que acabas de volver de la escuela, hay un café junto al hospital, ve a tomar algo, debes estar hambrienta -dijo mi madre.
Yo asentí.
-Ok, ¿quieren que les traiga uno?
Ambas asintieron.
-Vale, vuelvo enseguida -dije y me alejé de la sala de espera.
La curiosidad me iba a matar, entonces, antes de salir del hospital, decidí ir a echar un vistazo a la habitación donde estaba internado Alexander. Caminaba a paso rápido y jugaba con el cuarzo entre mis dedos.
Cuando estaba relativamente cerca, llegué a la no tan sabía decisión de pasar de largo y simplemente mirar de reojo. Y eso hice. Al mirar de reojo, alcancé a ver que las sábanas de la camilla estaban perfectamente tendidas, Alexander ya no estaba.
《Seguramente lo dieron de alta hoy en la mañana》, pensé y seguí mi camino hacia la salida del hospital.
Una vez que salí, tomé dirección al café que estaba junto al hospital. Entré y me dirigí a la barra a hacer el pedido. Mientras esperaba decidí sentarme en una de las mesas, moría de hambre y estando angustiada me daba aun más hambre.
Decidí revisar mi celular y vi aun la notificación de Facebook, la solicitud de amistad. Abrí la aplicación y vi de quién era la solicitud.
-¡¿EH?! -exclamé en voz alta, provocando que todos me miraran, ante ello sólo bajé la mirada apenada -Perdón...
¿Qué fue lo que provocó mi exaltación? La solicitud de amistad era de parte de Alexander Montiel.
Demonios, mi corazón latía a mil por hora. Pero antes de hacer cualquier otra cosa, decidí revisar su perfil para estar completamente segura de que de verdad fuese él.
Entré a su cuenta y di un vistazo a sus fotos de perfil; en la actual, simplemente se le veía sonriendo hacia la cámara (su sonrisa, basta, un me encanta), se encontraba en algún parque o algo así.
Acepté la solicitud y, tan sólo unos segundos después, me llegó un mensaje a Messenger.
Era Alexander.
Alexander Montiel.
Activo(a) ahora.Ahora estáis conectados(as) en Messenger.
¡Hola! ☺
Hola ✌👀
Vaya, sólo te acepté la solicitud hace pocos segundos y rápido un mensaje 😅Flash es mi segundo nombre 😌
Me di cuenta, sólo estuviste cerca ¿de qué? ¿12 horas en el hospital? 😂
Es un sufrimiento estar ahí, los hospitales son horribles 😷
😂🙊
Entonces, ¿ya te encuentras del todo mejor? 👀Reposo de máximo cuatro días 😬
Mientras ningún otro auto me golpee, todo bien 😂😂😂😂😂😂
Sin embargo, ahora yo te pregunto a ti: ¿te encuentras bien? 👀 cambiaste muy rápido de expresión ayer y, sinceramente, me preocupaste 😕
Yo ya no sabía si debía o no responderle y, en todo caso, ni siquiera sabría cómo.
Me entregaron los cafés en una bandeja portavasos de cartón, pagué y me dirigí nuevamente al hospital.
Al empezar a acercarme a la sala de espera, vi de lejos cómo el doctor que atendía a mi hermano se acercaba a mi madre y a mi tía con unos papeles en las manos; les dijo algunas cosas, y yo sentía ya que no era algo bueno, nada bueno ¿Por qué lo sé? Mi madre sólo alcanzó a sentarse en una de las sillas de la sala una vez que el doctor se retirara.
Mis piernas temblaban, estaba nerviosa, me acerqué a ellas y dejé los cafés cerca; miré a la tía Emma, tomó mis dos manos entre las suyas. Sentía miedo, no quería escuchar nada.
Lo único que escuché fue: "Aarón", "grave".
Y "leucemia".
Todo se me venía abajo.
No, me temo que no me encuentro bien.
ESTÁS LEYENDO
Cuarzo Gemelo. #CA2019
Teen Fiction"Un hilo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse sin importar el tiempo, el lugar ni la circunstancia. El hilo se puede estirar o enredar, pero nunca se romperá". "Cuando las almas se tienen que encontrar, el destino acerca...