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Emily.

Era un día viernes cuando mi hermano falleció.

Aarón pasó los últimos dos meses de su vida con quimioterapias, medicaciones, tratamientos, transfusiones de sangre y aquel transplante de médula ósea que sólo empeoró el asunto, restándole tiempo a su existencia.

Yo ya lo sabía, lo presentía, algo no iba bien. Y el doctor que atendía a mi hermano me lo confirmó cuando me acercaba a la habitación donde Aarón estaba internado.

-Quizá sea esta noche... -me dijo el médico.

Mi tía y mi madre ya lo sabían, ellas me habían informado de ello desde la mañana.

No quise responder nada al doctor, sólo entré con Aarón, que ya esperaba ansioso mi visita.

Me recibió con una sonrisa en la cara, tan brillante, se veía alegre; tanto que, si lo veías de lejos, jurarías que estaba sano.

-¿Listo para una noche de películas y dulces, hermanito? -le pregunté con una sonrisa pequeña.

Él asintió emocionado.

Vimos películas por Netflix en mi celular entre risas y chocolates.

Ya cuando se hacía tarde, Aarón me miró y me dijo:

-Mily... ¿Volviste a hablar con Alexander desde la última vez?

Ciertamente, no había vuelto a mandarle ni un solo mensaje a Alexander, lo dejé en visto varias veces que me intentó contactar.

-No -respondí a la pregunta de mi hermano - ¿Por qué preguntas?

-Deberías. Se ve que sería buen apoyo para ti -dijo Aarón.

-¿Y eso?

Él se encogió de hombros. Lo abracé.

-Te quiero mucho.

Él sonrió y al poco rato se quedó dormido.

Salí de la habitación sin mirar atrás, con un nudo en la garganta, algo no me dejaba respirar tranquila, recorría a paso rápido el pasillo hasta llegar a la salida del hospital. Me senté en una banca en las afueras del edificio, no iría a casa durante una o dos horas.

Llovía, y eso lo agradecí, pues mis lágrimas se mezclaron con la llovizna tras la llamada que recibí media hora después de que dejara el cuarto donde Aarón se hallaba internado. Al ver que era una llamada de la tía Emma, contestar y escuchar como con un hilo de voz mi tía dijo mi nombre, ya lo sabía.

Mi hermano había fallecido.

Y fue entonces que mi mundo se cayó poco a poco...

En este mundo no existen las coincidencias, sólo lo irremediable.

Mi duelo después del funeral de Aarón duró sólo dos días, pues ni mis lágrimas, ni mis lamentos, ni nada de lo que hiciera traería a mi hermano de vuelta.

La tía Emma se había estado quedando conmigo y mi madre para apoyar en lo que hiciera falta.

Mamá, a diferencia de mí, estuvo en duelo durante más tiempo, y yo lo comprendía; el dolor al perder a un hijo no tenía nombre. Mi duelo duró poco, no porque fuera una insensible, si no porque quería estar bien para mí y para mi madre.

Pero el dolor me reclamó cuentas una semana después de que Aarón falleciera, pues me hizo romper en llanto una noche, y nadie en mi casa se enteró.

Entre mi llanto recordé lo último que mi hermano me dijo sobre Alexander, y quizá no lo hubiera obedecido de no ser por el insomnio que sufría.

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora