19.

15 2 3
                                    

Emily.

-Y bien, Emily, háblame de ti -dijo Alexander.

Quedé seca. No hay nada que me cueste más en este mundo que hablar de mí; y es que soy bastante aburrida...

-Pues... No soy nada interesante -dije -, me gusta el arte, la fotografía y me considero un ratón de biblioteca.

No soy como el resto de las chicas que siempre van cargadas de maquillaje, locas por las selfies haciendo muecas o aquella boca de pato (la verdad es muy ridículo), que siempre salen a fiestas y esas cosas.

Aunque a Alexander se le iluminaron los ojos cuando comenté mis gustos.

-¡Excelente! Tenemos mucho en común entonces -sonrió antes de tomar un sorbo a su café.

Demonios, me iba a volver loca con su sonrisa.

-Y... -dije nerviosa - ¿Qué me dices de ti, Alexander? -tomé un sorbo a mi café.

-Bueno... Disfruto mucho del arte también -dijo él.

-¿Alguna que sea tu preferida? -cuestioné.

-La música -sonrió ampliamente -. Toco el bajo eléctrico.

-Genial -sonreí.

Platicamos durante buen rato, íbamos conociéndonos poco a poco.

Me encantaba mirarlo; cada facción de su rostro, esos ojos color avellana, su sonrisa... Observarlo se empezaba a volver mi adicción. 

En lo personal me sentía muy bien con Alexander, disfrutaba su compañía totalmente. Ni siquiera podía creer que aquel chico que había visto en la biblioteca y en la exposición estuviera ahí conmigo, entre café y la música de jazz.

Pasaron dos horas y nos fuimos del café, seguimos con nuestra plática mientras caminábamos hacia el parque en donde nos habíamos encontrado. Nos sentamos en una banca y seguimos platicando.

-Bueno... -comenté tras un rato en el que ambos estuvimos en silencio -, disfruté mucho de tu compañía, pero tengo que regresar a mi casa.

-De acuerdo -dijo Alexander poniéndose de pie para acto seguido extender su mano hacia mí para ayudarme a pararme.

Una vez que estuve de pie, Alexander me abrazó como lo hizo cuando nos encontramos.

-Me agradas mucho, Emily -dijo mientras me tenía entre sus brazos.

Sonreí y, casi inevitablemente, me sonrojé.

-Tú también me agradas, Alexander -dije mientras le correspondía el abrazo.

Nos separamos rompiendo el abrazo.

-Dime Alex -sonrió.

Devolví inmediatamente la sonrisa.

-Está bien -dije -. Espero que nos volvamos a ver pronto.

-Yo también lo espero -comentó sonriendo.

Me despedí con la mano y tomé rumbo hacia mi casa con una sonrisa de boba dibujada en el rostro.

Al llegar a mi casa, mi madre y mi tía me recibieron sentadas en el comedor con tres tazas de té sobre la mesa y una tetera con más té recién preparado. Las dos hermanas tenían una sonrisa cómplice en el rostro.

-Ven, Mily, siéntate y platícanos TODO -dijo mi madre.

Sin más, me senté y tomé mi taza para poder comenzar a platicarles a lujo de detalles mi cita de aquella tarde.

Tomaba el té con cuidado para no ahogar a las mariposas que sentía en el estómago cada que mencionaba cuánto me encantaba la bella sonrisa de Alexander...

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora