13.

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Emily.

No existe otro lugar más tenso en el mundo que la sala de espera de un hospital, además, no es nada agradable.

Llevaba dos horas y media metida en la sala de espera con una preocupación inhumana y por alguien del que ni siquiera conocía su nombre.

Aarón notaba mi preocupación.

-¿Segura de que estás bien? -preguntó mi hermano.

-Yo debería de preguntarte eso a ti, ¿estás bien? -le dije.

-Sí, no hay ningún problema, todo bien -sonrió.

Jugaba con mis manos debido al nerviosismo. Pero me alivié un poco al ver a la tía Emma caminar hacia Aarón y a mí.

-Mily, Aarón, ¿están bien? -preguntó mi tía una vez que estuvo con nosotros.

Mi hermano y yo asentimos. Mi tía se dirigió a mí:

-¿Te han dicho algo?

-No fue nada tan grave, llamarán a su madre, mientras, me dieron permiso de entrar a verlo -comenté.

-¿Vas a ir? -cuestionó mi tía.

Me encogí de hombros, una parte de mí me animaba a ir pero otra se negaba de manera rotunda, por los nervios más que nada.

-Sí... Supongo que en cierto sentido debo de -dije.

La tía Emma dijo con una leve sonrisa:

-Ve, yo me quedo con Aarón mientras.

Asentí y caminé hacia la habitación de aquel chico. El pasillo era largo y dominaba en él el color blanco; doctores, enfermeras y algunas otras personas iban y venían.

Por fin llegué a la habitación del chico, tomé aire y entré. Él estaba recostado en la camilla aun inconsciente pero ya en un mejor estado.

Suspiré y decidí sentarme en una silla de la habitación. Dirigí mi mirada al chico en algún momento, observando detenidamente cada facción de su rostro. Después, decidí revisar notificaciones de mi celular.

Estuve así durante unos cuantos minutos, hasta que escuché un suspiro por parte del chico, empezaba a despertar. Volví a mirarlo, se removía un poco y se trataba de incorporar. Me puse de pie y me acerqué un poco.

-Con cuidado -dije.

-¿Dónde estoy? -preguntó algo débil.

-En un hospital.

Abrió los ojos y dirigió su mirada hacia mí, no pude evitar mirarlo fijamente. El mirarlo a los ojos, la sensación fue similar a como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo de pies a cabeza, tenía unos ojos sumamente hermosos.

Le sonreí de una manera calmada y leve, suspiró desviando su mirada:

-¿Qué fue lo que sucedió?

Desvié la mirada igualmente.

-Salvaste a mi hermano de ser atropellado, sin embargo, el auto te golpeó a ti. Sufriste una lesión en la cadera, pero no fue nada tan grave.

Él asintió de manera lenta. Hubo un silencio de unos cuantos segundos entre nosotros, tomé el pequeño cuarzo rojo jugueteando con él un rato por los nervios. Decidí volver a mirarlo.

-Gracias... -dije volviendo a sonreír de manera leve.

-De nada -devolvió la sonrisa.

Tenía una sonrisa tan perfecta y única, me encantaba. Unos segundos de silencio después, carraspeó la garganta.

-Me temo que no sé tu nombre aun -comentó sonriendo y dando una pequeña risita.

Reí leve y sonreí:

-Me llamo Emily Torres -dije extendiendo mi mano.

-Lindo nombre. Me llamo Alexander Montiel -sonrió tomando mi mano.

El tacto con su piel fue indescriptible. Me encantaba, de verdad, me encantaba.

Me tomé el tiempo de mirarlo de manera detenida; una tez blanca, ojos color avellana y tan perfectos, y ni hablar de su sonrisa.

Soltamos nuestras manos tras unos cortos segundos.

-Los doctores dijeron que contactarían  a tu madre, me imagino que ya vendrá en camino -comenté.

Él asintió con una pequeña sonrisa.

Mi celular vibró, tenía dos mensajes nuevos de mi tía; los revisé:

"Mily, Aarón tuvo otra hemorragia nasal. Se acaba de desmayar, lo atenderán."
"Ya no te tardes, por favor."

Una preocupación me invadió en aquel momento, al parecer, Alexander notó mi cambio de gesto.

-¿Todo bien? -preguntó.

-A...ammm... -tartamudeé -. S...sí, todo bien -intenté sonreír sin éxito -. Me tengo que ir, fue un gusto conocerte, Alexander -dije retrocediendo hacia la puerta sin dejar de mirarlo.

-Igualmente, Emily... -comentó mirándome también, ahora con cierta preocupación -. ¿Segura de que todo está bien?

-Sí, sí, todo bien -dije hasta que choqué de espaldas con la puerta -. Auch... je -sonreí nerviosa.

Él sólo me miraba aun con preocupación.

-Todo bien -afirmé -. Adiós, Alexander -exclamé antes de salir corriendo de ahí.

Un mal presentimiento se apoderaba de mí y todo mi ser.

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora