18.

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Alexander.

Abrí los ojos de un sólo golpe, miré el despertador, para percatarme de que justo en ese momento marcaba las 12:30 pm.

–¿Cómo demonios pude dormir tanto tiempo? –dije mientras me levantaba.

Al bajar las escaleras me percaté de que nadie se encontraba en casa, busqué por todas partes alguna nota para saber de su paradero pero no encontré nada, traté de llamar a mi madre pero no tenía recepción.

–Supongo que me toca a mí cocinar.

Me dispuse a cocinar, yo sabía que las maravillas culinarias estaban a punto de ser inventadas hasta que...

Me percate de la hora.

-¡¡¡DEMONIOS!!! -grité mientas salía corriendo hasta mi cuarto lo más rápido posible. Por primera vez en mi vida me hice la pregunta que ningún hombre se hace:

-¡¿Qué me pongo?! ¿Debería ir... Informal o formal?

Terminé por usar unos jeans y una camisa casual, supuse que a ella no le importaría.

Salí rumbo al parque donde mi cita me esperaba sentada en una banca. 

Se veía radiante, el vestido negro le lucía bien y la chamarra de mezclilla le dio un toque especial.

Se percató de que la observaba así que le esbocé una pequeña sonrisa; cuando llegué hasta donde ella se encontraba sólo pude decir "hola".

Ella me respondió de la misma manera mientras se levantaba de su asiento. Sin pensarlo la abracé, sabía que ella lo necesitaba.

-Lamento lo de tu hermano -le dije mientras mis brazos aún contorneaban su cintura.

-Tranquilo. Gente viene y gente se va, gente nace y gente muere; en el otoño las hojas caen, pero vuelven a crecer en primavera -Yo sólo pude mirarla sin decir nada.

- ¿Vamos al café? -le pregunté.

-Claro.

Caminamos hasta uno de mis lugares favoritos. Debo admitir que de vez en cuando la veía caminar junto de mí, con la esperanza de que se encontrara a gusto.

-¿Te quieres sentar afuera o adentro? 

-Adentro.

Nos sentamos en una mesa que se hallaba junto a una ventana, uno frente al otro. Una mesera se acercó y nos dejó el menú, diciendo que en un momento tomaría nuestra orden.  

El aire era un poco (muy) tenso entre ella y yo en aquel momento; nadie decía nada, sólo se escuchaba el jazz de fondo.  

Ya tenía mi orden, pero ella veía el menú demasiado y aveces me veía de reojo (como en la biblioteca).

Justo cuando iba a preguntar sobre ella, se acercó la mesera a tomar nuestra orden.

-Un latte para mí, por favor ¿Emily? -dije mientras usaba ese pequeño instante justificado para mirarla.

-Un capuchino -respondió.

-En seguida -dijo la chica y se retiró. 

No hallaba qué hacer, Emily estaba totalmente callada y solo me miraba de reojo.

«¿A caso hice mal mi elección de ropa?» dije para mí.

Hasta que por fin...

-Bonito collar -dijo ella. Claro que recuerdo eso...

Lo dije una de las muchas (pocas) veces que nos vimos.

- El tuyo igual -dije sonriendo levemente -. Fue un regalo de cumpleaños -argumenté.

-El mío igual, fue un regalo de Aarón -dijo mientras su mirada se perdía en sus pensamientos.

No quise decir nada, sabía que ella de verdad la estaba pasando mal.

De repente (gracias al cielo) la mesera llegó con nuestros cafés.

- Y bien, Emily -dije mientras ella daba un sorbo a su café -, háblame de ti.

-Pues... No soy nada interesante, me gusta el arte, la fotografía y me considero un ratón de biblioteca.

No sé cómo ella no podía percatarse de lo perfecta que era para mí.

-¡Excelente! Tenemos mucho en común entonces.

Cuarzo Gemelo. #CA2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora