«Mi querida niña, mi princesa.
Te escribo esta carta para que sepas lo mucho que te amo.
Espero que cuando leas esta carta ya estés en un carruaje camino a Francia, sabes tu cometido, te he instruido toda tu vida para convertirte en lo que eres; una reina.
Tu hermano, Ernest, te protegerá. Así que no temas mi niña, estás destinada a grandes cosas y estoy seguro que llevarás tu nombre a la grandeza. Recuerda quién eres y que es lo que quieres.Con amor.
Tu padre.»Francia.
—Elisabeth— la llamó su hermano—. Estamos por entrar a la Corte Francesa.
—¿Cómo crees qué sean?— preguntó.
—Pienso que serán amables— dijo para calmarla.
—Ni siquiera saben de nuestra llegada— se sentía asustada por lo que pensaría la gente, creía que la verían mal.
—Estamos emparentados por el matrimonio de nuestro tío— dijo ya cansado.
—Sí, pero nuestra tía no lo sabe— murmuró la rubia.
—Mucho mejor— dijo el moreno—. Así no se molestará. ¿Recuerdas al delegado francés que nos visito en Viena?— asintió—. ¿Y su expresión en cuanto te vio? "¡Su Majestad, ésta es la Reina de Francia!". Solo tenías ocho años, ahora con quince te has convertido en una gran mujer.
—Cómo sea— dijo encogiéndose de hombros—. Solo espero ser una buena reina.
—Y lo serás hermanita— Ernest la envolvió en sus brazos y así se fueron el resto del camino.
En el castillo francés reinaba la tranquilidad, nadie se imaginaba que la más grande alianza para el país se acercaba a galope.
En especial la reina madre, Catherine de Medici, se sentía feliz de cierta manera, su hija Leesa, Reina de España no había dado señales de seguir interesada en el gobierno de su hermano desde la muerte de Nicole —la prometida de este— y eso favorecía a la reina madre. Sin embargo con la ausencia de una reina no era posible crear herederos.
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Kingdom Fall
Ficción históricaDesde que Elisabeth, Archiduquesa de Austria, era una niña, su padre ha anhelado convertirla en reina. Es enviada a Francia para casarse con el ya Rey; para salvar un país y asegurar una corona, una alianza que sería de utilidad, pero hay fuerzas qu...