«•|Capítulo 4|•»

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El sol comenzaba a asomarse por las ventanales del castillo, una de las doncellas francesas —elegidas por la reina madre— se encaminaba a la habitación de la princesa Elisabeth, toco las puertas antes de entrar pero nadie respondía así que decidió...

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El sol comenzaba a asomarse por las ventanales del castillo, una de las doncellas francesas —elegidas por la reina madre— se encaminaba a la habitación de la princesa Elisabeth, toco las puertas antes de entrar pero nadie respondía así que decidió entrar por su cuenta.

—Alteza— dijo la doncella—, es hora de levantarse mi señora— se acercó a la cama de la joven, corrió las cobijas y encontró el colchón vacío—. Santo cielo— susurró—. Oh Dios mío, ¡Guardias!— salió de la habitación corriendo a dar una llamativa noticia; la princesa Elisabeth ha desaparecido.

 Oh Dios mío, ¡Guardias!— salió de la habitación corriendo a dar una llamativa noticia; la princesa Elisabeth ha desaparecido

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—¡¿Cómo que desapareció?!— preguntó la reina madre.

—Tal vez decidió huir— dijo Charles sin importancia.

—¡No seas tonto Charles!— dijo su madre—. La princesa no huiría.

—Si fuese inteligente lo haría— fue lo que Ernest escucho de parte de Charles cuando pasaba por la puerta del despacho, no lo pensó dos veces y entró hecho una furia.

—¡Le aseguro que mi hermana es más inteligente que todo su consejo de hombres bien vestidos!— dijo.

—Lord Ernest ¿O debo decir alteza?— dijo el rey con sarcasmo.

—Cualquiera de los dos es perfecto, majestad— respondió de la misma manera logrando un intento de sonrisa de la reina madre.

—Alteza, mi hijo no se refería a su hermana de esa manera— habló la mujer.

Víbora lambiscona, pensó Ernest.

—Nos apena decir que su hermana no se encuentra dentro del castillo— el moreno comenzó a reírse.

Me está colmando la paciencia, pensó Catherine.

—¿Me está queriendo decir que mi hermana desapareció?— preguntó.

Lento de entendimiento.
—Sí— dijo Catherine tranquilamente. Ernest volvió a reír—. ¿Le parece gracioso, alteza?.

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