Lunas opuestas.

Diecíocho

Estas han sido las peores dos semanas de mi vida, es como si estuviera viviendo en el infierno. No se que es más fuerte, si la desesperación o el dolor. Trato de convencerme de que esto no es verdad; Levka me quiere y no se ha ido, simplemente esta asustado y pronto volvera. Sin embargo los días van pasando y la realidad cada vez me cala más profundo. 

He recorridó cada maldito rincón de este maldito pueblo y lo único que he obtenido es un vago resquicio de su aroma. Él se ha ido y se ha llevado mis ganas de vivir.

Brooks y (sorprendentemente) Sky me han estado ayudando a buscarlo. Preguntándoles a los habitantes del  pueblo si lo han visto. La respuesta siempre es la misma: No.  Incluso Eliz desconoce su paradero, es más, ni siquiera sabía que se había ido.

"—Hable con él hace como dos semanas y lo único que dijó es que se iría con sus padres a resolver algo...pero me aseguró que volvería en un par de días." — Eso fue lo que Eliz dijo y por un momento deseé con todas mis fuerzas creerle...pero aquí estoy, esperando a que magícamente aparezca y me diga que todo fue una broma.

Hay un sólo recurso que me queda: irme del pueblo y buscarlo hasta dar con él. No es algo demasiado complicado, ya que con el vínculo y mi sentido del olfato más sensible sería mucho más fácil encontrarlo. El problema, como es obvio, sería mi padre ¿cómo explicarle que necesito irme? ¿Cómo explicarle que si no lo hago voy a morirme? ¿Es qué acaso lo entendería? Esto es demasiado para mi.

No me queda más y justo hace poco vi entrar a mi padre a su despacho y se que no habra otro momento para poder hablar con él. Me aseguro de que no haya nadie a los alrededores y entonces me acerco a la puerta. Toco un par de veces.

—¡Adelante! —responde y mi corazón empieza a latir descontroladamenente.

Entro y al instante quisiera salir corriendo pero no hay vuelta atrás. Mi padre esta sentado tras el escritorio con la cara undida en los papeles, como siempre.

—Lamento interrumpir. —Digo para tratar de crear un buen ambiente.

—No, esta bien. —Levanta la vista y me observa detenidamente. — ¿Te sientes bien? porque estas muy palido.

—Si, bueno. De eso quería hablarte.

—Pues dime. —Me señala la silla frente a su escritorio.

—Veras...necesito irme por un tiempo —Arquea una ceja. —Yo tengo que buscar a alguien fuera del pueblo.

—¿A quién?

—No puedo decírtelo.

—Y pretendes que te deje ir sólo porque si. —asiento — ¿crees que soy tonto o quď? Estas a nada de ser nombrado alfa de la manda y piensas irte...¿Quién me asegura de que realmente exista alguien a quien buscar? Por que mejor no me dices que quieres huir.

—Eso no es lo que...

—Madura, Miller. No puedes ir por la vida tratando de huir de tus responsabilidades, tienes que hacerles frente Por muy poco que te gusten.

—¡No se trata de eso!— me pongo de pie — Mi única responsabilidad en este momento es encontrar a esa persona.

—¡¿Es acaso más importante que la manada?! — Se pone de pie y estrella las palmas de las manos contra el escritorio.